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Han propuesto a una actriz que interprete el papel de una periodista que interpreta el papel de una princesa. No es un trabalenguas. Es el próximo trabajo de Amaia Salamanca, la artista que ejercerá de Letizia Ortiz en la nueva tv movie de Telecinco sobre la pareja de españoles aspirantes al trono. Salamanca, la famosa Catalina del narcoculebrón “Sin tetas no hay paraíso”, será la Leti de una producción que promete reventar las audiencias pero aún no tiene nombre. ¿Qué tal “Sin tetas no hay monarquía?”.
A fin de cuentas, ¿qué es la monarquía sino la cumbre de la interpretación? La farsa elevada a categoría política, la simulación convertida en espectáculo social. Justificar en pleno 2010 la pureza de la sangre, la importancia de la sucesión, la superioridad de una familia, es mucho más que la antítesis de la democracia. Es un alarde circense sin precedentes. Un triple mortal con tirabuzón digno de la carpa de Ángel Cristo. Es un arte que merece todos los elogios y respetos.
Nada más conocer la noticia, Amaia “sin tetas” ha dicho que quiere ponerse en contacto con Letizia para que le cuente algún detalle de su relación con el Príncipe. Fundamental para bordar su papel. Porque los reyes son importantes, cazan osos, pero solos no van a ningún sitio: necesitan a las mujeres para dar continuidad a sus dinastías. Ya lo dijo la reputada tertuliana Bárbara Rey: “A alguien podía haberle hecho la putada de tener un hijo”.
En la propia cadena, ignorantes, se toman el tema a chufla. “La nariz la tienen igualita. Ah… ¿qué la tiene operada? Bueno, la sonrisa, eso sí, es la misma. Ah… ¿qué Leticia lleva aparato? Vaya, vaya…”, ironizan en “Sálvame diario” (Telecinco). ¡Qué feo es morder la mano que te da de comer! Como si Juan Carlos condenase a estas alturas la dictadura franquista…
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TVE dedicará en los próximos días numerosos homenajes a Juan Antonio Samaranch. En la imagen, el que fuera Presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) junto a Martín Villa, actual Presidente de Sogecable.
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En mitad del Telediario, Pepa Bueno presenta unas imágenes con unas personas mayores que presumiblemente están actuando. Dice que parecen actores profesionales, pero que no lo son. “Después veremos de qué se trata”, afirma justo antes de dar paso a un suceso que ha tenido lugar en Valencia.
La misma miserable técnica del “reclamo” que inventó “Aquí hay tomate”, y que hoy es habitual en los programas del corazón. Diez minutos después Bueno desvela el misterio: un concurso de cortometrajes para ancianos. Televisión pública de calidad.
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Un motivo para NO ver la televisión
Del panteón a Buenos Aires.
Autor: René Goscinny.
Editorial: Libros del zorzal.
Goscinny fue mucho más que el guionista de Asterix. El escritor y dibujante parisino publicó algunas crónicas humorísticas magníficas que no se han editado jamás en España (que yo sepa). Por eso esta minúscula pero intensa colección de textos breves es todo un descubrimiento.
Escritos entre 1964 y 1976, publicados en lugares tan dispares como Pilote o Paris Match, las diecisiete reflexiones humorísticas que forman este librito son francamente tronchantes. Piezas de apenas cuatro o cinto paginas que tratan de los temas más variopintos: los rumores, las dietas, la incomprensión, la muerte de la polémica, la glotonería…Una mezcla sencilla de humor, ironía, desencanto y ganas de vivir. Y es que el Goscinny escritor debería ser considerado un maestro por todos aquellos que pretenden hacer reír a los demás. Este texto da título al libro…
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Del panteón a Buenos Aires.
El 14 de agosto de 1926, mi hermano mayor dejó de ser hijo único. Nunca me lo perdonó. Nací en el distrito V de París, no muy lejos del Panteón, ¡súper práctico! “A los Grandes Hombres, la Patria agradecida”, es poco frecuente que se lo digan a uno ya desde el nacimiento.
Me fui de Francia en 1928, llevando a mis padres conmigo, y me quedé en Argentina hasta 1945. Nuestra llegada fue maravillosa: nos esperaban con guirnaldas, un desfile militar y fuegos de artificio. Sí que sabían recibir bien a los que arribaban. Mucho después me enteré de que habíamos llegado el día de una celebración patria.
Hice la escuela en español y también en francés: la primaria era obligatorio hacerla en español, y al mismo tiempo la cursé en francés. Luego entré en el Liceo Francés de Buenos Aires. Es gracias a eso que hoy puedo decir así, con facilidad y sin dudar, que “dos más dos son quatre”.
Ya en ese tiempo hubiera hecho cualquier cosa para hacer reír a mis compañeros. Y para hacerlos reír a ésos había que hacer cualquier cosa. Era un niño tímido y, ahora, soy un adulto tímido. Era muy buen alumno, porque me habían dicho que se estilaba. Creía que un mejor alumno se aburría menos. Es un error común: el primero de la clase se aburre tanto como el último. Yo era un niño absolutamente no deportista y nunca me peleaba. Más bien me pegaban. No muy seguido, por otra parte, porque nunca me quedaba demasiado tiempo cuando la cosa se ponía fea.
Sí, por supuesto, yo hacía dibujitos en los márgenes de mis cuadernos. Tenía un amigo que, en cambio, llenaba sus márgenes con números. Ahora es editor. ¡Ah, sí!, en clase hice un periódico del que era el único compaginador e ilustrador. También era su único lector.
Aún hoy me pregunto qué fui a hacer a Estados Unidos. Uno de mis tíos, que vivía allí, me había escrito: “Tienes que venir a los States”. Y yo, cuando me dicen las cosas con cierta energía, me pongo en marcha. En síntesis, fui con mi madre y, al poner los pies sobre el suelo de Estados Unidos, comencé a preguntarme qué hacía allí. Como los estadounidenses se hacían la misma pregunta…
Muy pronto me dieron una razón de ser: me convocaron a su ejército. A mí no me parecía gran cosa y además tenía ganas de volver a Francia. Fui al consulado francés para preguntar si no existía un modo de zafar. Me dijeron que fuera a ver al agregado militar. Este último, naftalínico en extremo, me dijo: “¿Alistarse en el ejército francés? ¡Pero usted está loco! En el ejército estadounidense, estará mucho mejor: ¡Comerá huevos todas las mañanas!”.
Yo, que nunca como por la mañana, quedé asqueado, y dije no, no, quiero alistarme en el ejército francés. Me dieron un uniforme, una misión a cumplir (díganme si no es serio), y me embarqué en el “Ile de France”. Todos los días langostas. Se soportaba. En Francia, cuando llegué, me preguntaron qué sabía hacer. Dije que hablaba tres lenguas, que escribía a máquina, que dibujaba un poco, que tenía algunas nociones comerciales y que había hecho algo de periodismo. Entonces, me mandaron a la infantería alpina, del lado de Marsella.
Al llegar allí, lo primero que me pidieron mis camaradas fue “¡pan!”. No comíamos nada. Perdí veinte kilos en tres meses. Con decirles que me cambiaron el uniforme basta. Y cuando en el ejército francés hacen eso es porque verdaderamente se trata de un caso extremo. Hay que aclarar que yo daba media vuelta y el uniforme no se movía. Estaban hartos de ver a un muchacho con la corbata en la espalda. Todos me decían: “¿Pero para qué viniste acá? Parece que en el ejército estadounidense ¡comen huevos todas las mañanas!”.
Al cabo de un año, me enviaron de regreso a casa. Como recuerdo me quedaron el grado de sargento, una red forrajera, la insignia de mi batallón y un par de medias de lana que no estaban nada mal.
Una vez de regreso a Estados Unidos, me ocupé en ser un desocupado. Quería animarme a probar esos oficios que me trabajaban la cabeza. Los oficios sí que trabajan, en cambio yo, desafortunadamente…
Y entré en un estudio donde encontré al equipo que fundó la revista Mad: Harvey Kurtzman, Willy Elder y hasta Jack Dais. En ese momento conocí a Jijé y a Morris. Trabajé para un editor de libros infantiles que pronto se declaró en quiebra. Y fue entonces cuando decidí dejar de hacerme el payaso, abandonar Estados Unidos e ir a trabajar a Francia…
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Cuarto día sin luz, sin tele. ¿El infierno para un crítico de televisión? No, el paraíso. Seguramente por eso, tener que desplazarme a un lugar con electricidad, concretamente a un bar, para ver cómo Zapatero trataba de explicar sus planes para sacarnos de la crisis, se convirtió en una tortura. A los bares va uno a divertirse, a beber, a ver el fútbol. A Zapatero se le ve en casa, con las persianas bajadas y una caja de pañuelos de papel en el regazo. No es un cascabel, reconozcámoslo: consigue que uno tenga esa sensación melancólica, de vacío, que se esconde tras las miradas caprinas.
Hoy se cumplen dos años de las elecciones que permitieron a Zapatero abordar su segunda legislatura. Anoche el Presidente eligió para su primera entrevista en 2010 un escenario aterciopelado (TVE), un decorado minimalista (un despacho blanco de Moncloa) y tres entrevistadores sin espolones (Pepa Bueno, Ana Blanco y Juan Ramón Lucas ). Lógico. Quería causar buena impresión, tal vez acabar con la maldición que asegura que el Gobierno socialista no “comunica” bien. Viene sucediendo así desde su primer día en Moncloa y, por lo que vimos anoche, Zapatero no corrige sus defectos. Lo que me lleva a pensar que es tozudo. La tozudez consiste en mantener las ideas, algo que puede parecer muy loable pero que acaba convirtiéndose en un defecto que nos aproxima al cruce de burro y yegua. Tozudo como una mula, dicen. La mula, ese animal que comparte espacio en la granja con la cabra.
El Presidente parece un individuo tremendamente aburrido. Quizá alguien debería decirle que vaya al grano, que responda de manera breve, y que mire fijamente a la cámara, para así dirigirse a cada telespectador de manera personalizada. O quizá no deberían decirle nada. Si usted mira a una cabra a los ojos, la cabra, que pertenece a otra especie, ni se inmuta. Y si mira a los ojos de la cabra a través de una cámara de televisión, menos. Tras siglos de sometimiento, la cabra no entiende de buenas palabras o miradas de cordero degollado. La cabra sólo entiende de hechos. Le pones comida en el pesebre, la cabra bala. Le cambias la paja, la cabra retoza. Le descargas la leche, la cabra te lame cariñosamente la cara. Te acercas con un cuchillo, la cabra escapa.
Pepa Bueno fue la única que mantuvo el tipo en el rebaño. Excelente actriz, comenzó interpretando el papel de poli mala: “usted no vio la crisis, no quiso verla o no vio la envergadura que tenía”, dijo para arrancar. “Su credibilidad ha bajado. ¿Cree que su Gobierno está en condiciones de transmitir confianza?”, preguntó después. Como no había repreguntas, el Presidente contestó sin decir nada, con monólogos largos, aburridos y repetitivos. Y así durante 45 interminable minutos.
Kissinger pensaba que los estadistas, los que dirigen la granja, manejan unos códigos distintos a los del ciudadano normal, la cabra. Esta diferencia, no sé si genética o moral, le servía para justificar las mentiras y las miserias de los políticos. Las suyas propias. Mucha gente cree que no es así, y que los políticos, incluso los presidentes, deben decir siempre la verdad, e incluso mostrarse por encima de sus promesas. No lo hacen. Algunos incluso se atreven a decir que cerrarán las centrales nucleares, que harán justicia a los asesinados durante la guerra civil, que protegerán el medio ambiente, que pondrán a la iglesia en su sitio. Mienten. A partir de ese momento, podemos volver a creerles o no. Después de ver a Zapatero en la entrevista promocional de anoche ni le creo ni le dejo de creer: me provoca una indiferencia absoluta, algo que, imagino, es la peor sensación que puede transmitir un político. Como cuando miras fijamente a los ojos de una cabra.
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Dan Coyle es un escritor norteamericano que recorre el planeta en busca de ingenio. Acaba de publicar un libro, “Las claves del talento” (Zenith), en el que cuenta cosas muy interesantes que ha aprendido durante ese viaje, como por ejemplo que la inteligencia no es un don innato o de origen genético. El talento hay que trabajarlo. “Práctica y repetición”, asegura. Una vez conseguido, el talento se parece a la energía: no se destruye, sólo se transforma. Y entonces va de un lado para otro con la agilidad de una comadreja. Seguramente por eso anoche la televisión echaba chispas al sufrir un sunami de neuronas: el intercambio de papeles, energías y genialidades entre Buenafuente y Wyoming.
Andreu presentó “El intermedio” y Wyoming presentó “Buenafuente”. Y el invento funcionó. Sin apenas chirridos, de una forma absolutamente natural, con equipos perfectamente engrasados que simplemente intercambiaron piezas maestras. Y detalles, como los chistes de Falete. Las teorías de Coyle son ciertas. El talento es lo que cuenta, y dónde, cómo y cuando tenga que desarrollarse es anecdótico.
“Ya conocen a Wyoming… ahora conocerán a un tipo divertido”. Así arrancó Buenafuente. Parecía feliz el de Reús. Motivos no le faltaban: por un día iba a terminar de trabajar a una hora decente. Además, los miembros del equipo de Madrid le recibieron con los brazos abiertos, con algunos buenos chistes y un montaje divertido sobre el Zapatero corredor. Y le permitieron ironizar sobre su superioridad física e intelectual. Sólo sobraron algunos minutos de encuestas callejeras, puro y lamentable relleno.
“Buenas noches Barcelona… Ja sóc aquí. ¡Otra plaza conquistada!”. Así comenzó Wyoming. Parecía contento el de La Prospe. Acababa de madrugada, pero ya saben que los viernes no curra. “A estas horas estoy en casa viendo anuncios de mujeres desnudas”, reconoció. El arranque del programa fue espectacular: parecía que llevaba toda la vida presentando el programa. Y el resto resultó simplemente brillante. “¡Que suene un pedo muy grande!”, reclamó para cerrar el monólogo. Y cuando explotó la ventosidad (¡peeeeeeeef!), sentenció: “Bienvenidos al humor inteligente”.
Andreu al frente de “El intermedio” y Wyoming de “Buenafuente”. Una ingeniosa vuelta de tuerca laboral que dinamitó las rutinas, limpió algunas telarañas, estimuló la creatividad de los miembros de ambos equipos y, sobre todo, sorprendió a la audiencia. Sensaciones frescas en una noche con magia. E inmejorables noticias para La Sexta, que a diferencia del Real Madrid al menos tiene dos jugadores para un mismo puesto: humorista con talento.
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Pepa Bueno avisó demasiado tarde de la dureza de las imágenes de un atentado en Somalia. Lo hizo en el segundo “pase”, cuando ya nos habíamos horrorizado viendo en los titulares a varias personas agonizando en charcos de sangre. Sólo advirtió de lo brutal que era el tema cuando, minutos después, desarrolló la información. Si el despiste hubiese tenido lugar en otras cadenas, no dudaría ni un segundo de la mala intención de los editores: les enganchamos con la masacre y les advertimos después. Quiero pensar que en la televisión pública fue simplemente incompetencia.
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Se acumulan los momentos patéticos en las comparecencias de Zapatero ante la prensa. Sus declaraciones cuando le preguntaron su opinión sobre la retirada de los crucifijos de los colegios fueron tibias, imprecisas, vacilantes, torpes, patéticas. «No hay nada de momento, hasta que la ley de libertad religiosa en su caso aborde el tema. E insisto, abordaremos el tema buscando el consenso, la pluralidad y el espíritu de la Constitución», balbuceó el presidente del Gobierno.
Un motivo para NO ver la televisión.
El próximo día 13 se celebra en Madrid el concierto benéfico Light of day. Es difícil encontrar una causa mejor, la investigación contra la enfermedad del Parkinson, y un cartel más excitante: Marah, Jesse Malin, Willie Nile, Joe D´urso y Los Madison. Se celebra en una sala pequeña (Ramdall, calle Ferraz 38) y las entradas ya están a la venta en ticketmaster.
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El mejor informativo del mundo anoche duró apenas ocho minutos. El tiempo que le dejó el partido de fútbol amistoso que jugaron Austria y España, y la publicidad. Fueron sólo ocho minutos, pero muy bien aprovechados, la verdad, puesto que hablaron del rescate del Alakrana, de las escuchas de Sitel, de Ricardo Costa, del Ibex 35, de la muerte de dos trabajadores en Valladolid, del futuro presidente de la Unión Europea, del crimen de Fago, de las previsiones meteorológicas y, por supuesto, del mejor informativo del mundo. Que no era otro que ese mismo informativo. El Telediario 2. El de los ocho minutos, las ocho noticias y la autopromoción final.
“Es una alegría para todos los que trabajamos en esta casa”, dijo a modo de sentencia David Cantero, sustituto por un día de Pepa Bueno. La presentadora se encontraba en Zurich con Lorenzo Milá y Fran Llorente, director de informativos, recogiendo el premio. Porque el mejor informativo del mundo es, señoras y señores, el de las nueve de la noche de TVE. Y lo es por delante de los de TF-1, BBC, CBS, ABC News, FOX, NBC, RAI… O al menos eso dice la prestigiosa empresa Media Tenor, un instituto académico de análisis internacional sobre medios de comunicación con sede en, agárrense, Nueva York, Bonn y Zurich.
He consultado con varios especialistas en televisión (informativos, audiencias, consultoría, marketing…) y nadie conoce la prestigiosa empresa Media Tenor. Tampoco han oído hablar de sus premios “TV News Awards”. No importa. A partir de ahora es una empresa muy prestigiosa, y los “TV News Awards” unos premios del copón. Tanto como el Telediario 2 de TVE. Dure ocho minutos o cincuenta. Incluya siete noticias o cien. Esté presentado por Pepa Bueno o por David Cantero.
Aquellos que conocen la importancia de Media Tenor y de los “TV News Awards”, es decir, los que recogieron el premio en Zurich, aseguran en la web de TVE que los galardones se conceden en base “a 13 criterios establecidos mediante una metodología académica desarrollada en universidades de Nueva York, Berlín y Oxford. Entre los criterios, se tiene en cuenta los reportajes analíticos sobre política, la variedad de temas económicos y de países en asuntos internacionales, hasta la cobertura no sensacionalista de noticias de países extranjeros y de interés general. También se valora la visibilidad de las mujeres, la diversidad de cuestiones locales, los reportajes sobre industrias y empresas, y la presencia de temas de salud, educación, medioambiente y democracia, que no son tan frecuentes en otros medios”.
Anoche fue difícil, en esos intensos ocho minutos de información comprimida, arrebujada, prensada y estrujada, diferenciar esos criterios, disfrutar de la metodología académica, encontrar los reportajes analíticos, distinguir la variedad de temas, la diversidad de cuestiones… Fue un informativo mediocre, entregado a la pachanga del fútbol amistoso, indigno de una televisión pública.
El Telediario 2 es habitualmente un informativo aceptable, por independencia y seriedad. Con una presentadora excelente, algunos buenos corresponsales, y varias secciones lamentables (como cultura o deportes). ¿El mejor del mundo? El de ayer, ocho bochornosos minutos, seguro que no.
Un motivo para NO ver la televisión.
The Loner (Nils sings Neil).
Antes de ingresar en la E Street Band de Springsteen, Nils Lofgren fue guitarrista de Neil Young. Con el canadiense aprendió “todo lo necesario para subir a un escenario con garantías”. Ahora le devuelve el favor con un sentido homenaje en forma de disco acústico. Lofgren hace quince versiones de otros tantos clásicos del canadiense: “Only Love Can Break Your Heart”, “Light a Hurricane”, “Don’t Cry No Tears”, “Harvest Moon”, “Long May You Run”…
Nils acústico
Nils eléctrico
Crepúsculo
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Antena 3 estrenó anoche “Crepúsculo”, la película basada en el primero de la serie de cuatro libros de la escritora estadounidense Stephenie Meyer. Una historia de amor entre humanos y vampiros que se ha convertido en el fenómeno cinematográfico del año. El libro ha sido traducido a 37 idiomas y ha vendido más de 25 millones de ejemplares. La película ha recaudado 380 millones de dólares en taquilla. Mordiscos adolescentes que, sin duda, han reventado los audímetros y conseguido audiencias de record.
La versión cinematográfica de “Crepúsculo” dura 109 minutos. La versión televisiva de la versión cinematográfica de “Crepúsculo” duró 41 minutos más: desde las 10.25 hasta las 00.55. Mucha publicidad, con bloques absolutamente agotadores de quince minutos de anuncios, seguidos por quince minutos de película… y otros quince de anuncios. Mucho corte a capón, sin miramientos. Y para colmo de males, un auténtico espanto de película. Bram Stoker se hubiera muerto de aburrimiento, y de vergüenza, viendo esta aventurilla protagonizada por vampiros vegetarianos, mojigatos, saltimbanquis y postmodernos.
Y hablando de vampiros anémicos… Francisco Camps se ha convertido en una caja de sorpresas. El presidente de la Comunidad Valenciana tiene voz de cordero y ademanes de bailarina, para qué vamos a engañarnos, pero esconde un tigre en su interior. Les pondré un ejemplo. Es pública y notoria su debilidad por los trajes de marca y, desde hace solo unos días, por los ferraris. ¿Un pijo? De ninguna manera. Ese será Costa, no sé si aún le recuerdan. Camps es de otra pasta, y prueba de ello es que cuando se cabrea, incluso parece capaz de llegar a las manos. Hace sólo unas horas se vio envuelto en una reyerta callejera…
La historia de este vídeo es curiosa. Canal 9, la televisión autonómica valenciana, sombra de Camps y brazo ejecutor propagandístico del presidente, grabó los insultos que le dedicó un joven en plena calle, y cómo el presidente le persiguió pidiéndole explicaciones ante la mirada atónita de los viandantes. Unas imágenes sorprendentes que Canal 9… no emitió. Y tampoco facilitó al resto de cadenas. Excepto a TVE, que las emitió en su informativo de la comunidad. Poco después estaban en YouTube, con subtítulos…
«La política es una extraña máquina que traga, que absorbe todos los placeres, todos los acontecimientos de la vida. Los políticos son vampiros». Permítanme esta adaptación, libre y política, de una reflexión de Bernard Henry Levy dedicada a la literatura y los escritores, para recordarles que Camps es un lobo con piel de cordero. Vampiros. Sanguijuelas codiciosas capaces de adoptar las formas más siniestras…
Si lo que quieren ustedes es una transformación grotesca, no se pierdan la última de Muammar el Gaddafi. El dirigente africano organizó un fiestón invitando a 200 mujeres seleccionadas siguiendo este criterio: tener buena presencia, entre 18 y 35 años y medir al menos 1,70. La juerga tuvo lugar en Roma, ciudad con una larga tradición en este tipo de eventos gracias a Berlusconi. Pero no fue una versión libia de las francachelas de il Cavaliere. Gaddafi utilizó a las 200 señoritas de buen ver como público y, tras soltarles una charla islamista, se limitó a regalarles el Corán y un libro con citas propias. ¡Quería convertirlas al islam!
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Excelente una Pepa Bueno que convirtió lo que parecía ser una entrevista promocional a la ministra de Defensa, que festejaba la liberación del Alakrana, en una clase de periodismo. Utilizó un clásico de la información: la pregunta. Concretamente, preguntó si el Gobierno había pagado rescate. En ese instante a la ministra se le torció el gesto triunfalista, y respondió con un largo y espeso discurso. Pero no dijo nada del rescate. Tras el monólogo ministerial, Pepa Bueno simplemente insistió: “Pero ¿han pagado rescate?”. La ministra repitió monólogo sin responder a la pregunta. Estaba todo dicho.
Un motivo para NO ver la televisión
Cuentos de vampiras.
Varios autores (Letra celeste)
Hectólitros de sangre fresca corren por las 150 páginas de este libro, recopilación de cinco cuentos fantásticos con vampiras como protagonistas. Las autoras, Anne Crawford, Mary E. Braddon, Alice y Claude Askew, Arabella Kenealy y Eliza Lynn Linton, escribieron estos relatos a finales del siglo XIX y comienzos de XX, justo cuando Bram Stoker publicó “Drácula”. Y no se habían editado jamás en castellano. Son cinco grandes historias de corte clásico, y ambiente gótico, que no tienen absolutamente nada que ver con los arrebatos adolescentes de los vampiros de “Crepúsculo”. Para chuparse los dedos.
Pa pito, el mío
Posted jueves, 20 diciembre, 2007
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Miguel Bosé está arrasando con “Papito”, su último disco. Tanto que la televisión pública arrancó ayer su programación navideña dedicando a este engendro mediático todo un especial. Y no en La 2 y a las tantas de la madrugada, como hace con un tipo que está empezando y se llama Dylan. Papito en el prime time de la primera cadena, con dos pelotas. ¿Ven como es verdad que TVE se vuelca con la música? Tanto, que no les importa que se trate de Bosé y la enésima versión de sus vetustas canciones, ésas que ya eran malas hace 30 años, cuando vieron la luz por primera vez. O que se utilice una ristra de colaboradores-amigos de medio pelo (Ricky Martin, Paulina Rubio, Laura Pausini, Juanes…) para justificar el reciclaje con duetos. O que el producto resulte tan falso, comercial y superficial como los tatuajes del cantante.
El momento cumbre de “Papito”, su mayor mérito a nivel artístico, es haber servido de inspiración a Mojinos Escozíos para titular su último disco: “Pa pito el mío”.
Brillante título ¿verdad? Pues no lo fue menos el especial de TVE, toda una declaración navideña de principios. Una gala a la vieja usanza, con su escenario casposo, sus luces añosas, su rastrero playback y su artista decadente. “El suceso televisivo de la temporada”, se atrevió a decir la enésima sorpresa negativa de la velada: Pepa Bueno. Como se lo cuento. La presentadora del excelente “Los desayunos de TVE” se pringó en semejante porquería, entrevistando a Bosé y a algunos de sus invitados. Tan innecesario como lamentable.
Tan aberrante como el vestido de Ana Torroja, una faja negra estrecha y vaporosa. Tan triste como destrozar “El sitio de mi recreo”, la única gran canción de la noche, junto a lo que queda de su autor, Antonio Vega. Tan cutre como vender el primer disco de su prima Bimba, que como muy bien reconoció ella misma, canta “como una perra, como una zorra”.
Y es que Pepa Bueno disfruta de un prestigio que no debería manchar de manera tan innecesaria. “¿Cómo es Miguel Bosé en babuchas?”, pregunta. “Me levanto a las cinco o las seis de la mañana, le doy de comer a mis perros (tengo 17), a mis gallinas, desayuno, preparo la comida, contesto los correos…”, dice el cantante. “¿Y a qué hora te vas a la cama?”, insiste la periodista, en una entrevista intermitente y vacía, claramente de relleno.
El programa fue una pesadilla en forma de artilugio promocional de 120 minutos de duración. Un espanto con un momento de lucidez. El cantante de Hombres G dedica unas palabras a Bosé: “llevas 30 años dando el coñazo”. ¿Ironía? A mi esas palabras me sonaron espontáneas, sinceras, realistas, honradas…