El descodificador

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El que fuera perro de presa de Aznar, un hombre imponente, todo soberbia, todo arrogancia, todo engreimiento, perdió de un plumazo esa prestancia y ese esplendor al sentarse en el banquillo de la Audiencia Provincial de Madrid. ¡Quién le ha visto y quién le ve! Delante de la fiscalía, el altanero bocazas se arrugó como una pasa, se encogió como un gusano y tuvo que ajustarse el velcro de  los pañales, descompuesto ante la posibilidad de pasar dos años a la sombra. Es Miguel Ángel Rodríguez, el increíble tertuliano menguante.

Ex secretario de Estado de Comunicación del PP y tertuliano ultra en diferentes cadenas, Rodríguez por fin se ha sentado en el banquillo de los acusados. La fiscal pide para él dos años de cárcel por llamar “nazi”, en repetidas ocasiones y en el programa de TVE “59 Segundos”, al doctor Luis Montes. Ante el juez, el acusado demostró toda su grandeza: primero se acobardó y negó su insulto, que afortunadamente quedó grabado para la posteridad, y después trató de justificar su actitud describiendo el tipo de debate en el que tuvo lugar. “El espectador de este tipo de programas ya sabe lo que va a ver. No estaba en el auditorio Miguel de Unamuno de Salamanca”.

¡Pobres zoquetes los telespectadores de la televisión pública! Y pobre don Miguel de Unamuno, olvidado por la mayoría y maltratado por la escoria. Millán-Astray le acorraló al grito de “¡Abajo la inteligencia!” y, décadas después, otro individuo con ínfulas autoritarias y mirada torva vuelve a ensuciar su nombre en un burdo intento por distraer y disimular sus propias fechorías. “No hay, en efecto, tonto bueno”, resumió sabiamente el propio Unamuno.

“Nazi, nazi, nazi”, ladraba entonces un Rodríguez transmutado en Millán-Astray. “Los debates funcionan así… Nos decimos lindezas… Nos piden que seamos vivos, locuaces, agresivos”, asegura ahora, perdida la compostura, un tertuliano valeroso que no duda en pasar la patata caliente de la ofensa y la injuria a los responsables de los programas. Seamos positivos: en pleno canguelo, el escudero de Aznar muerde la mano que le da de comer y desnuda las miserias de los tertulianos: “Seguramente a los programas de TVE deberíamos ir más preparados, pero no es así. Tienes cinco debates a la semana y no te da tiempo”, asegura, estremecido por un rechinar a sus espaldas que suena a goznes de celda.

En un país civilizado, donde las televisiones tuvieran  principios éticos y los telespectadores criterio, la foto de Miguel Ángel Rodríguez estaría pegada en la cabina de seguridad de todas cadenas con esta frase superpuesta: “Prohibida terminantemente la entrada”. Pero no vivimos en un país cabal, las televisiones carecen de moral y los telespectadores de criterio. El careto de Miguel Ángel Rodríguez seguirá apareciendo con asiduidad en unas tertulias a las que, sin duda, “debería ir más preparado”. A no ser que no tenga suerte en el juicio y, como sucede con los tertulianos que charlan con Gemma Nierga desde la prisión de Valdemoro, se vea obligado a entrar en los debates vía telefónica…

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P.D.

Vuelven las conspiraciones. Ya saben, los peones negros, las mochilas, la manipulación… “Nuestros rivales se han unido en una conspiración mediática”, dicen, como un solo hombre, Paolo Vasile, Pedro Piqueras y Juan Pedro Valentín. La declaración, que tuvo lugar durante la presentación de la integración de las redacciones de informativos de Telecinco y Noticias Cuatro, está cargada de amargura. ¡Pobre cadena amiga, marginada por el resto de colegas audiovisuales! ¡Triste Telecinco, que en 2010 apenas consiguió un beneficio neto de 70,5 millones de euros, un 45,6% más que durante 2009!

Una única duda: ¿Qué pinta en esa foto de las Azores Juan Pedro Valentín? Para aguantar a esos dos pájaros no basta con forrarse el riñón. Hay que tapizarse el hígado, empapelarse el bazo y hasta recubrirse con Albal el páncreas. Que así sea…

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Un motivo para NO ver la televisión

Steve Earle.

Cd: I´ll Never Get Out Of This World Alive.

Steve Earle acaba de publicar su mejor disco en años. Lo cual, tratándose de quien se trata, no es moco de pavo. Earle es una leyenda viva en la que se dan cita la fuerza de Springsteen, la autenticidad de Townes Van Zant, el talento de Dylan, la sensibilidad de Guy Clark, el aplomo de Johnny Cash… Steve Earle es uno de los grandes, y este “I´ll Never Get Out Of This World Alive” la demostración de que sigue vivo y bien.

En su disco número quince Earle no hace nuevos experimentos. Recopila lo aprendido a lo largo de los años e incluye canciones de diferentes pelajes. Algunas magníficas baladas suenan a cantautor clásico, otros temas podría firmarlos el Keith Richards que bebía con Gram Parsons, en alguna la voz ha sido distorsionada y en otras las mandolinas y pedales recuerdan los días de la Del McCoury Band. Todo en dosis prudentes, sin una distorsión innecesaria o unos coros de más. Earle ha pisado el freno, ha escrito once grandes canciones (las primeras originales desde el 2007), se ha puesto en manos del productor T-Bone Burnett y ha grabado un disco monumental.

Pero aquí no terminan las buenas noticias. Earle publicará su primera novela, con el mismo título que el disco, el próximo día 12. Y tiene muy buena pinta: cuenta la historia de un médico que es perseguido por el fantasma de un antiguo paciente llamado… Hank Williams.


“This city” esta dedica a Nueva Orleans e incluida en este álbum y en la banda sonora de la serie de HBO “Treme”…

Pedro Piqueras cuenta muchas, muchísimas cosas, cada vez que aparece en televisión: es director de informativos de Telecinco, nada más y nada menos, y presenta el  telediario estrella de esa cadena. Anoche, sin ir más lejos, dijo que «En Japón se libra una batalla cada vez más desesperada». Aunque la verdad es que no sé si creerle… Solo unos minutos antes había aparecido contando patrañas sobre Actimel, el producto lácteo probiótico de la empresa francesa Danone. Piqueras, periodista de raza, informador riguroso y serio de la vieja escuela, recurrió, como no podía ser de otra manera, a los principios de su profesión: “Contrasté la información sobre sus estudios (los de Actimel) y entendí por qué podía ayudarme”. Piqueras se refiere, sin nombrarlo, a la bacteria Lactobacillus casei DN-114001, defensora incansable de las defensas del organismo humano. “Por eso, yo lo recomiendo… Cuando algo funciona, hay que compartirlo”, sentenció el periodista minutos antes de asegurar que Gadafi se prepara para lanzar su gran ofensiva contra los rebeldes.

Piqueras no cuenta en el anuncio, y jamás lo hará en su informativo, que Actimel recibió el premio “a la mentira publicitaria más insolente” otorgado por Footwatch, la asociación sin ánimo de lucro que defiende los intereses y derechos de los consumidores alemanes. Según Footwatch las campañas publicitarias de Actimel son un engaño, puesto que este producto no protege frente a las enfermedades y, pese a que refuerza el sistema inmunológico, no lo hace de manera tan eficaz como el yogur tradicional. Además, resulta excesivamente azucarado y es cuatro veces más caro que un yogur clásico.

¿Podemos creer a Piqueras cuando habla del caso Gürtel después de que haya intentado hacernos creer que un yogur carísimo con “inmunitas” nos protege contra achaques e indisposiciones? La utilización de la ciencia por la mercadotecnia casi siempre es perversa. El periodismo y la publicidad en demasiadas ocasiones se confunden. Incluso el periodismo y la publicidad engañosa tienen sus flirteos. ¿Tan mal pagan en Telecinco a sus jefazos como para que necesiten estar pluriempleados?

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P.D.

Las cosas están muy achuchadas en todos los sitios, pero en Castilla La Mancha más. Esta noticia se podía leer en la portada de La Tribuna de Talavera el pasado sábado…

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Un motivo para NO ver la televisión

Knockemstiff.

Autor: Donald Ray Pollock.

Editorial: Libros del silencio.

Basura blanca. De eso trata este libro con 18 cuentos despiadados, descarnados, brutales. De la claustrofóbica y miserable vida de la población de Knockemstiff, un pueblo de Ohio que se consume en el abandono, las anfetaminas, el alcohol barato y la desesperanza. No hay futuro para esta población, auténtica White Trash, que se limita a sobrevivir en una encerrona geográfica y vital.

Es el libro más intenso y triste que leo sobre los embrutecidos norteamericanos desde las “Crónicas de la América profunda” de Joe Bageant (Los libros del lince), allá por 2009. Está escrito con enorme agilidad, descomunal desparpajo y mucho talento por Donald Ray Pollock, un trabajador de plantas cárnicas que ha dado el salto a la literatura con este libro. Es realismo sucio, sin duda, puesto que muestra el lado oscuro de una sociedad que se descompone. Beben lejía, comen basura, se drogan con mierda y follan como animales. Saben que no tienen futuro, que jamás saldrán de la encerrona, y su proceso de autodestrucción comienza en el momento en que nacen y viven en Knockemstiff. Desgarrador, pero siempre brillante y en ocasiones hasta enternecedor. La belleza de la derrota.

Leer el primer relato INTEGRO.

«Aquel que lucha con monstruos, cuídese de no llegar a ser monstruo a su vez. Y si miras por mucho tiempo un abismo, el abismo también mirará dentro de ti”. Más allá del bien y del mal. Friedrich Nietzsche.

En los atentados del 11 de septiembre en Nueva York murieron más de tres mil personas, pero los cadáveres apenas se vieron en prensa y televisión. Algo parecido sucedió cuando las bombas en los trenes madrileños el 11 de marzo. O con las inundaciones de Nueva Orleans. O con los ataques al metro de Londres en 2005. En España se llegó a detener a tres empleados de los servicios de urgencias por difundir en internet “fotos escabrosas” de los atentados en Madrid. Los Estados, la policía, la decencia, tratan de impedir que las imágenes de los muertos se conviertan en material comercial y ocupen portadas de periódicos o abran informativos. Quieren evitar que las personas se conviertan en despojos. Algunos medios se auto regulan. No se trata de ocultar la importancia del drama, sino de  intentar que el dolor de los familiares, amigos y vecinos de los fallecidos no se multiplique o se prolongue más allá de lo necesario. No parece censura. Parece ética periodística.


(AP Photo/Gregory Bull)

Curiosamente, cuando se trata de tragedias lejanas, de otros países, de otras pieles, no somos tan discretos y cuidadosos. Son cadáveres de segunda, víctimas que, pobres, no se han ganado el derecho a la intimidad. “Durmiendo con los muertos”, titulaba El Mundo en la portada del pasado viernes, a cuatro columnas, bajo una fotografía con cadáveres amontonados. “Parió la muerte”, titulaba ayer “Crónica”, suplemento dominical del mismo diario, sobre una foto a toda página de los cadáveres de una mujer embaraza y un niño agarrado a sus piernas. Ambos semidesnudos.

¿Dónde están los límites, tanto éticos como estéticos? Podríamos pensar que en la conciencia de cada medio, de cada periodista. “Cientos de cadáveres, como los que pueden ver a mis espaldas, cubren las calles”, dice la reportera de Cuatro mientras señala a sus espaldas. La cámara sigue su mirada. Y nos invaden las imágenes de muertos  descomponiéndose apilados en las aceras. “Todo es oscuro en Hahití”, dice un poeta llamado Pedro Piqueras. Otra forma de obscenidad periodística: convertirse, como hace el director de informativos de Telecinco, en protagonista de la información. Las cámaras de esta cadena muestran heridas abiertas y purulentas, o a Piqueras de reportero intrépido.

La libertad de expresión es indispensable, pero no absoluta. ¿Aporta algo de información sobre el terremoto de Haití, sobre la situación actual del país y sus miserias, el rostro aplastado de un hombre? ¿Y los cadáveres obscenamente desnudos de una mujer embarazada y un niño? Sea cual sea su respuesta, recuerden que, como escribió Baltasar Gracián, “No hay monstruosidad sin padrinos”. La indecencia de algunos medios de comunicación no es nueva, y obliga a que la responsabilidad final recaiga en el lector, en el televidente, que en dramas de este calibre se convierte en un editor obligado a filtrar qué tipo de información está dispuesto a recibir.

Las cadenas de televisión que emiten imágenes siniestras e innecesarias, y los periódicos en los que “pario la muerte”, insultan a las víctimas. Y a los lectores y telespectadores. Me quedo con The Boston Globe, y su álbum de fotografías sobre Haití, un modelo de prudencia y periodismo. No evitan las imágenes duras, pero no se recrean en ellas. Y advierten sobre las más escabrosas, que tienen que ser abiertas con un clic.

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Un motivo para NO ver la televisión

Los Madison

Cd: Vendaval.

Nuevo disco de los Madison, una banda madrileña que lleva camino de convertirse en una referencia dentro del rock and roll nacional. Grandes canciones, guitarras en ebullición, una voz identificable y creíble… Y además con un buen directo. Ya no es necesario seguirles la pista. Han confirmado que son una realidad con canciones tan grandes como esta: “Soldados”.

«Ma-to. Yo por estar en Haití ma-to», piensan en estos momentos cientos de periodistas, en una adaptación libre de una de las reflexiones más jugosas de Belén Esteban. Hoy, Haití es cool. Si eres periodista y no estás en Haití, no eres nadie. El epicentro de un terremoto ha convertido a un olvidado país caribeño en el epicentro del universo, informativa y solidariamente hablando. Es difícil el acceso al corazón de la catástrofe, pero no imposible: han salido de España seis vuelos oficiales con ayuda humanitaria… y con cámaras y periodistas de televisiones privadas. Los primeros en llegar tendrán a la muerte en exclusiva.

Haití antes del terremoto. Fotografía: Alice Smeets.

Pedro Piqueras, todo un director de informativos de Telecinco, ha salido para allá con la ilusión de un becario. Dicen que en Haití el olor de la muerte lo impregna todo: el paraíso del sensacionalismo, la meca para una estrella de la información amarilla. Hasta entonces, es tiempo de tertulianos, esos sabelotodo que unos minutos antes de entrar en directo han tecleado en Google la palabra “Haití”. “El tiempo corre en contra”, es todo lo que acierta a decir uno de los sesudos colaboradores del programa de Concha García Campoy (Cuatro). Colecciones de tópicos. Banalidades. Palabras cargadas de teatralidad y melodrama. Y ya saben que en esto de la televisión el que da primero, da dos veces: Antena 3 ha organizado para hoy mismo un telemaratón solidario.

“La comunidad internacional se está volcando con este pequeño país”, dice Gabilondo en su informativo de Cuatro. “América está a vuestro lado. El mundo está a vuestro lado”, asegura Obama. Un poco tarde ¿no? Haití siempre ha necesitado ayuda. Nadie ha estado nunca a su lado. Es uno de esos “estados fallidos” a los que se refieren, con repugnante distancia, los expertos en política internacional. Un país más allá del alcance del derecho nacional o internacional. Un país de mierda.

Para miles de haitianos la ayuda humanitaria europea, la solidaridad de Antena 3, los directos de Piqueras, el apoyo de Obama, llegan demasiado tarde. Están muertos. Sus casas eran de una fragilidad miserable, no tenían hospitales, carecían de alimentos, de infraestructuras. ¿Quieren ustedes ser solidarios, como piden las televisiones? Diferencien una tragedia puntual, de carácter natural  y mediático, del olvido, la tragedia diaria de carácter político. Recuerden que, por poner un ejemplo, dentro de unos meses comienzan los monzones, y miles de personas morirán y perderán sus casas y cosechas en India, Bangladesh, Nepal…Y que luego llegarán las  hambrunas en Chad o Níger. Y las matanzas en Sierra Leona. Si esas miserias no son desproporcionadas, si a ellas no llegan las cámaras de televisión, si no sirven para abrir un telediario, no serán noticia. No existirán.

Además, dentro de unas horas otro suceso de rabiosa actualidad eclipsará el terremoto de Haití. Y entonces Obama, Piqueras y Antena 3 dejarán de estar a su lado. Los periodistas y cámaras regresarán. Y allí todo volverá a ser como antes.

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P.D.1

Las urgencias de los periodistas por emitir imágenes de tragedias son enormes. Tanto que les impiden la práctica del periodismo. Incluso en “el mejor telediario del mundo”. Los informativos de TVE han  emitido en las últimas horas dos vídeos falsos. Es decir, imágenes extraídas de You Tube que, vaya por Dios, no se correspondían con los hechos que se estaban narrando.

Para TVE es el terremoto de Haití, pero en realidad se trataba de una tormenta desatada durante un festival de rock en 2007 en Venecia.


Para TVE es una riada de hace dos semanas que tuvo lugar en Ciudad Real, pero lo cierto es que se trataba de un suceso ocurrido hace dos años en la localidad de Freeport, en Maine (EE.UU.), grabada por un fotógrafo del canal News 8.


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P.D.2

Cinco años y un día (el aniversario de Ana Rosa)

Tragedia en Haití. ¿Podría Estados Unidos coordinar la ayuda internacional? “Obama es heredero de esclavos negros. Imagino que tendrá una sensibilidad especial”, asegura Ana Rosa Quintana, que sabe mucho de negros. Es el resumen perfecto de “El programa  de Ana Rosa” (Telecinco). Un esperpento. Moral y estético. La ausencia de escrúpulos, la audiencia por encima de todo. Y viene siendo así desde hace cinco años. Tiempo suficiente para convertir a la escritora en líder de las mañanas televisivas.

Botox por dentro, hipocresía por fuera. En el programa de Ana Rosa coinciden los bastardos de “Gran Hermano” y un calendario solidario para un colegio en Nicaragua. Las tertulias facciosas y los niños con enfermedades espantosas. Los sucesos macabros y las entrevistas a las familias de las víctimas. Los vividores del corazón y los reportajillos de investigación. “Antes que periodistas somos personas”, dice Ana Rosa. Y no miente: antes que periodistas son cualquier cosa. Asustaviejas, trileros, exibicionistas, chupasangres, plagiadores… “Somos obreros de la comunicación”, insiste la reina del photo shop en un alarde de cinismo.

“Ana Rosa cambia constantemente de vestuario, pero cada día sale con la misma sonrisa y el mismo brillo en los ojos”, reza una voz en off. “Cinco años de exclusivas”, asegura Ana Rosa. Y arranca un vídeo para confirmar sus palabras: el hombre lobo mejicano, la mujer más pequeña del mundo, prendió fuego a su mujer, entrevista a los padres de la muerta, charla con la familia de Madeleine, el crimen de Fago, las víctimas del avión de Spanair, las escaleras donde murió Mari Luz, los padres de Marta del Castillo, Antonio Puerta escribe al programa… “Hay que ver lo que hemos llorado… pero también lo que nos hemos reído. Antes, unos bonitos anuncios”, sentencia la presentadora.

“El programa de Ana Rosa”, sin duda la mayor basura que se emite en televisión matinal, funciona: un 21,9% de audiencia media y 1004 días siendo líderes. “Un programa consolidado como el principal referente informativo de las mañanas”, resume la autopromoción del programa.

Lo peor. Eso es el programa de Ana Rosa.


junio 2023
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