El descodificador

Posts Tagged ‘Francisco Camps

Rita Barberá y Francisco Camps contemplaban en trance, desde de un balcón en tinieblas, cómo a sus pies, en las calles, el fuego arrasaba las figuras de otros espantajos de cartón piedra. Entre ambos líderes políticos, la fallera mayor de Valencia se deshacía en un mar de lágrimas. ¿Consecuencia de la emoción? ¿Del humo? ¿De la compañía? Las malas compañías empañan las conciencias, derrotan la moral y hasta humedecen los lagrimales. Pasaban unos minutos de la una de la madrugada del sábado, y TVE, la televisión pública, ofrecía ese espectáculo de poder y llamas. La Nit de la Cremá. La alcaldesa de Valencia, una chica con traje de fallera y un imputado con traje de Milano, cantaban una canción tradicional mientras las llamas consumían caricaturas.


“El fuego purificador que da paso a la primavera”, aseguraba la comentarista de TVE ante la imagen de Barberá, Camps y la fallera. Nerón & Company. La soberbia, la corrupción y las llamas como último recurso, como solución final. Cuidado porque hoy no voy a hablarle del incombustible Camps, pirómano consagrado, sino de Eduardo Inda, bombero de Pedro J y flamante nuevo director de Veo 7, la televisión de El Mundo. Inda sustituye a Melchor Miralles y a Ernesto Sáenz de Buruaga al frente de este proyecto suicida, en el que una empresa de comunicación como Unidad Editorial tiene algo que ganar y mucho, muchísimo que perder.

Las concesiones de televisiones de segunda, esas cadenas de juguete que arrancaron en TDT cuando todavía existía la televisión analógica, fue la jugada audiovisual maestra de Zapatero. Roures y compañía se quedaron con el último proyecto viable, La Sexta, y silenciaron las bocas de la derecha repartiendo cadenas de segunda división. Juguetes trampa para niños vanidosos. Cuando Intereconomía o Veo 7 nacieron, la parte viable (rentable) del negocio televisivo ya estaba repartida. El mejor de sus futuros era sobrevivir.

Con los cadáveres de Miralles y Sáenz de Buruaga aún calientes, Eduardo Inda deja el balneario Marca, con sus palcos, sus Florentinos y su periodismo de chichi nabo, y se ve obligado a  gestionar una cadena de televisión condenada al fracaso. Parece poco pollo para tanto arroz: no es lo mismo rellenar papel con titulares de portada como “Chorreo y supercanguelo”, “Joaquín al Barsa”, «La quinta de Nemo» o “Los travestis arruinan a Ronaldo” que diseñar una parrilla coherente, equilibrada y comercial para una cadena de televisión.

La descripción que hace Pedro J de Inda en el vídeo es maravillosa: “Está haciendo este oficio de una manera muy parecida a como yo he entendido que debería ser un director de periódico. Eduardo tiene algunas de las condiciones esenciales para ser un buen periodista. La primera es que es buena persona, es decir, una persona que no hace trampas”. ¿Ironía? ¿Admiración? ¿Guasa?

Vayamos al grano… ¿Qué pretende Pedro J con Inda al frente de Veo 7? Muy sencillo: Pedrojotizar la cadena. ¿Aún más? Preguntará el lector empachado de titadine. Mucho, muchísimo más. Una cadena de televisión con pérdidas es un lastre insoportable para la mayoría de empresas. Y es que si lo poco que entra por Orbyt, la desesperada apuesta de Pedro J por el pago en internet, se marcha por el agujero de Veo 7…

La Cremá.


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Un motivo para NO ver la televisión

Honky Tonky Sánchez.

Cd: Esta tierra hostil.

Molusco Producciones.

Carlos Sánchez, ex guitarrista de Mercromina, Usera o Gonzo, es Honky Tonky Sánchez. Y con ese nombre acaba de editar su primer disco en solitario, un trabajo duro y áspero no adecuado para todos los públicos. Aquí no hay pop ni nada que se le parezca. Solo historias construidas con clavos viejos, oxidados por orines de gato, que se retuercen sobre si mismas incapaces de mantener la compostura. El polvo, los cactus y las espuelas del corazón de Estados Unidos, también la cerveza de barril, las carreteras secundarias y la guardia civil.

Honky Tonky Sánchez no canta. Arrastra las cuerdas vocales sobre la lija de unas canciones en ocasiones desoladoras, a veces inquietantes, siempre fascinantes. El resultado es un doloroso lamento, un gruñido feroz, un disco especial.

En Estados Unidos adoran el western. Son sus raíces. Los sueños de aventura, libertad y conquista que dieron alas a los pioneros. Decenas de genios, desde John Ford a Howard Hawks pasando por Anthony Mann o Raoul Walsh, han rodado películas eternas. En los últimos tiempos, la televisión nos ha regalado “Deadwood”, una gran serie. Y los hermanos Cohen, cineastas progresistas, se han descolgado con “Valor de Ley”, excelente remake de un clásico del viejo Oeste. Con los vaqueros y los indios los estadounidenses regresan a la infancia, recuperan sentimientos primarios, vírgenes. El valor, la violencia, la venganza, la amistad, la traición, la lealtad, la soledad, el poder… El western funciona porque está en su adn.

Esta noche se estrena “Crematorio” (Canal +), una serie condenada a triunfar. No sólo por la calidad de su guión, por el buen trabajo de los actores, por la lúcida dirección o el espeluznante tono crepuscular (¿así es la costa mediterránea?). “Crematorio” resulta fascinante porque está en nuestro adn: es la historia de la España reciente. Hijoputas, especuladores, ladrones, políticos… Corrupción, ignorancia, vanidad, extorsión, despilfarro, abuso de poder… Varias generaciones de españoles hemos crecido con los personajes y con las situaciones de «Crematorio». De hecho, aún vivimos sumergidos en esas miserias.

«Crematorio» es tan actual que, en un diario como El Pais, la publicidad de la serie no se ha incluido en las páginas de televisión, comunicación, espectáculos o cultura, sino en las de economía. El pasado viernes, el cartel de «Crematorio» compartia papel (paginas 26 y 27) con las siguientes noticias: «Multa de 51 millones por cartel a nueve empresas de perfumeria», «Nueva Rumasa aún debe 1,4 millones de euros a Kraft» y «Un estudio sitúa la economía sumergida en el 17% del PIB».

La realidad y la ficción pocas veces han hecho tan buenas migas. «Crematorio» es un producto digno, si no osamos compararlo con obras maestras del genero «mafia» (Los Soprano, Boardwalk Empire…), que se convierte en alternativa para el televidente que pretenda escapar de la ficción-basura nacional. El primer capitulo tiene tensión, excelentes actores (no solo José Sancho), una fotografía inquietante y una lentitud por momentos exasperante. En cualquier caso, lo tiene difícil: ¿Cómo competir con la actualidad? Recuerden que vivimos en el país donde al presidente del PP y la Diputación de Castellón le ha tocado la lotería cuatro veces en cinco años. Y donde Francisco Camps, imputado por cohecho, se troncha mientras firma un manifiesto contra la corrupción.

«Todo el que espera a la pena, la sufre; y todo el que la merece, la espera». Michel de  Montaigne

A medida que se acercan las elecciones se dispara el consumo de dos productos básicos: cemento y televisión. El retorno del compañero del ladrillo, esa papilla de caliza, arcilla y arena con que España se alimentó las últimas décadas, se debe al crecimiento de la obra pública, un reclamo infalible para que el pueblo llano, ignorante y olvidadizo vuelva a prestar atención a la política. La televisión siempre ha estado ahí, pero ahora se encuentra en campaña: en el previo del partido Deportivo de la Coruña-Real Madrid (La Sexta) el defensa Albiol no se limitó a hablar de cómo jugar con cuatro centrales o del contraataque como gran descubrimiento de Mourinho. ¡Confesó que su político favorito era Francisco Camps!

Parece evidente que Camps no es un gran político, ni tampoco un ejemplo de honradez, ni siquiera un buen comunicador, pero no se puede negar que despierta pasiones. Y que los periodistas le adoran, como la auténtica mina informativa en que se ha convertido. La última: “Camps pagó 2,5 millones de euros a Calatrava por un proyecto fantasma”. Pero donde el presidente de la Generalitat Valenciana es especialmente querido es en su propio partido: “Camps en el banquillo no es la mejor idea para una campaña”, reconoció Dolores de Cospedal en una entrevista en Veo 7 .

Francisco Camps es lo peor que le ha podido pasar a una política, la española, sembrada de dudas. Camps es el abuso, la mentira, la mediocridad, la burla. El desprestigio de la justicia. El deterioro de las instituciones. El hazmerreir de la democracia. Pero sobre todo Camps es impunidad, el primer síntoma de la corrupción del Estado. Un retroceso a lugares malignos e incivilizados en los que todo vale, no hay castigo, los políticos son todopoderosos.

Camps es lo último que necesitamos…

“Dimos la noticia que todo periodista quería dar”. Con estas palabras quiso Ana Rosa Quintana zanjar la polémica sobre la entrevista emitida por su programa con la mujer de Santiago del Valle, presunto autor de la muerte de la niña Mari Luz, en la que acusaba directamente a su marido de la muerte de la pequeña. Ana Rosa comete dos errores de gravedad. Cree que todos los periodistas son iguales, primero, para inmediatamente después ejercer de portavoz de todo el colectivo. El resultado de semejante impostura sólo podía ser una mentira.

A un servidor, por ejemplo, la noticia que le gustaría dar tiene que ver con Francisco Camps. El titular sería más o menos éste: “El presidente de la Comunidad Valenciana paga finalmente un alto precio por su soberbia”. El resto del texto se lo dejo a usted…

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Un motivo para NO ver la televisión

Cauces de maldad.

Autor: Michael Connelly.

Editorial: Ediciones B.

El último libro del Connelly norteamericano tiene ya seis años, pero se publica ahora en un cómodo y ajustado (10 euros) formato de bolsillo. La historia parte de uno de los título más populares del escritor,  “Deuda de sangre” (convertida en película por Clint Eastwood), y recupera a muchos de sus  personajes: Rachell Walling, Terry McCaleb, su mujer Graciela, Robert Backus (el Poeta) y, por supuesto, un Harry Bosch cada vez más escéptico.

No estamos ante la obra maestra de Connelly, es evidente. “Cauces de maldad” siempre parece un libro ya leído, diseñado para prolongar un éxito o quizá satisfacer las necesidades de los seguidores del escritor. Una dosis cortada para evitar el mono. Correcto en su planteamiento y desenlace, brillante en algunos diálogos, sin embargo resulta extrañamente conocido e incapaz de sorprender. Un libro menor, en el que sólo sorprende que Connelly intercale la utilización de la primera y la tercera persona. Espeluznante portada, por cierto.

José Luis Moreno, el empresario-ventrílocuo imputado en el caso “Palma Arena” por un supuesto soborno al presidente balear Jaume Matas, pensó que la mejor manera de probar su inocencia era presentarse ante el juez con un manojo de billetes falsos. Moreno quería demostrar que los siete centímetros de grosor del sobre que portaba, y que incluía billetes de 500 euros fotocopiados, hacían inviable su transporte en el bolsillo interior de una chaqueta. Una defensa francamente innovadora, que sólo podía haberse mejorado incluyendo como testigo a Francisco Camps, seguramente el mayor experto mundial en trajes  multibolsillo. “Ha sido una declaración intensa y distendida”, sentenció el individuo que pone voz a Rockefeller.

Todo cabe, sólo es cuestión de saber cómo meterlo. Esta frase, que muy bien podría firmar Nacho Vidal, pretende reflejar lo endeble y circense de la defensa de Moreno, legendario ideólogo de la telebasura. Pero también es aplicable a las ideas que se han transmitido estos días en la reunión del Partido Popular en Sevilla. Más parecía un congreso de ventrílocuos que uno de políticos. No por lo de hablar con el vientre, por favor, sino por escuchar el discurso de Aznar en boca de muñecos de cartón. Ni una idea, sólo propaganda electoral introducida con calzador en una convención nacional. Lean esta pequeña selección de la filosofía popular…

“España tiene sed de urnas”, anunció a bombo y platillo un Rajoy que ofreció “un proyecto de recuperación nacional” y aseguró querer acabar con los “privilegios” de las pensiones de los diputados, cuando sólo hace un mes votaba a favor de mantener las mismas. No dijo ni una palabra, eso sí, de los sueldos de Cospedal o de Aznar. “Gobernar es imitar a Francisco Camps”, aseguró Javier Arenas. Y la guinda: Mayor Oreja acusó a los socialistas de “abrazar la cultura de la muerte”.

Pues pese a todo, muchos siguen pensando, seguimos pensando, que necesitamos un cambio…

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P.D.

Carlos Boyero se queja en su columna de El País de algo “heavy”: Iñaki Gabilondo se ha quedado “sin curro”. “Obligado al paro, no destila amargura ni rencor, sino temple, racionalidad, autoridad moral, agudeza, brillantez expositiva, normalidad…”, escribe Boyero. Tiene razón, pero es muy posible que la gran mayoría de parados en la situación del ex presentador de Cuatro también demostrasen temple, racionalidad, autoridad moral y todo ese cúmulo de virtudes. Gabilondo, que estando en el paro es consejero de PRISA, entrevistó el viernes en La 2 (TVE) a Placido Domingo, y presentó una gala-homenaje que tuvo lugar en el Teatro Real.

Sin ánimo de corregir a Boyero, dios me libre, creo que lo que todos los críticos de televisión deberíamos preguntarnos es si en la plantilla de TVE, nuestra arruinada televisión pública, no hay nadie capacitado para entrevistar a Domingo. Heavy: han tenido que fichar al parado Iñaki Gabilondo.

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P.D.2

Un gran programa en La 2, de esos que convencen a cualquiera de la necesidad de una televisión pública: “El fotógrafo de los presidentes”. Un documental sobre Pete Souza, el director del gabinete de fotografía de la Casa Blanca. La película muestra el trabajo de Souza durante seis meses, en los que Obama trabajaba en la campaña para la reforma del sistema sanitario. Muy emocionante.

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Un motivo para NO ver la televisión

Gregg Allman

Cd: Low Country Blues.

Rounder Records

Siempre es un placer recordar a los Allman Brothers, una de las más influyentes y queridas bandas de la historia del rock norteamericano, pero hoy con mayor motivo puesto que no se trata de un motivo nostálgico. Nada de reediciones ampliadas, directos olvidados o temas desechados en su momento y ahora recuperados. Hoy hablamos de un nuevo disco, una grabación completamente actual, de uno de los ilustres hermanos Allman.

Catorce años después, Gregory Lenoir Allman ha entrado en el estudio, y nada menos que con T-Bone Burnett como productor, para registrar doce canciones que fascinarán a todos aquellos que algunas veces soñamos el riff de “Jessica”. Grandes teclados (no podía ser de otra manera), temas clásicos registrados de forma tan elegante como contundente, una voz en forma y toneladas de blues del Delta, rock pantanoso y folk cadencioso. Nada del rock sureño que hizo grandes a los Allman. Dos temas tradicionales junto a versiones de Sleepy John Estes, Muddy Waters, Junior Wells, Skip James, Bobby Bland, BB King, Amos Milburn, Samuel Maghett, Otis Rush y uno, sólo uno, compuesto por Gregg Allman y Warren Haynes. Auténtico.

Un amigo gitano me cuenta que el precio de la chatarra ha subido una barbaridad: de seis euros el kilo ha pasado a más de veinte. Los chinos, que están comprando toneladas, han devuelto a la chatarra el prestigio perdido. La chatarra es metal de desecho, esos trozos de hierro que un día formaron parte de algo tan bello como una lámpara, tan útil como una silla de ruedas, tan recio como la viga de un puente. Acosados por los años, incapaces de mantener la pátina, se oxidan en el sótano del olvido. El pasado averiado, el brillo apagado, el esplendor desenmascarado y mohoso. Eso es la chatarra. El metal es el origen del término, que también podemos aplicar a decadencias tales como la comida chatarra, la literatura chatarra, la chatarra espacial o la telechatarra. No olvidemos, sería injusto, a los políticos chatarra: descompuestos, recauchutados, roñosos, herrumbrosos, sórdidos, corrompidos, pútridos…

“Cuando me miro en el espejo estoy en paz con mi imagen”, asegura Silvio Berlusconi, la más grande de las chatarras políticas europeas. Acusado por la fiscalía de Milán de prostitución de menores y abuso de poder, este Mussolini sobremaquillado asegura que ni piensa dimitir ni tiene intención de prestar declaración ante los tribunales. Y es posible que no lo haga, puesto que goza de inmunidad parlamentaria y del control de los medios de comunicación. “No se necesita mucha política cuando se tiene la televisión”, resumió sabiamente uno de sus asesores.

Las democracias enfermas se extienden por los países más chatarreros. Ahí es donde debería aparecer el periodista… Ahí es donde tratan de impedir su trabajo los políticos. El grado de populismo y manipulación de Berlusconi es tan grande que algunas televisiones, de las pocas de las que no es propietario, rechazan sus llamadas telefónicas: Giovanni Floris, presentador de la tertulia nocturna de Rai 3, el tercer canal de la televisión pública italiana, se negó el martes a que le pasaran en directo la llamada del primer ministro. “La última vez que lo hizo llamó a los periodistas prepotentes y mistificadores”, aseguró Floris.

El periodista, si no es amigo, puede convertirse en el  principal objetivo del político chatarra. Miren a Francisco Camps, presidente de todos los valencianos. Hace unos días demostró en Bruselas su desprecio por la información libre, por el periodismo, ignorando la cuestión que le formuló el corresponsal de Público durante una rueda de prensa. El periodista le preguntó sobre la posible apertura del juicio en el caso del presunto cohecho de los trajes, y un Camps altivo y chulesco le respondió hablándole del corredor mediterráneo. Un micrófono abierto grabó segundos después los pensamientos de esta chatarra política: “Estos son los que me dan votos, porque al final fíjate, dos terceras partes del parlamento valenciano van a ser del PP”.

P.D.

¿Existe la chatarra nuclear? Quizá el término sirva para esos restos eternos que no sabemos dónde enterrar. En cualquier caso, de lo que no hay duda es del excelente momento que atraviesa la chatarra moral: El ministro de Industria, Miguel Sebastián, en nombre de Rodríguez Zapatero, asegura que está dispuesto a retrasar el cierre de las centrales nucleares, incluida la de Garoña, a cambio de un pacto global en pensiones y reforma laboral .

Por cierto ¿No será usted uno de los pardillos que votó al PSOE que incluyó en su programa el cierre progresivo de las centrales nucleares? Pobre: su voto se convirtió en chatarra.

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Un motivo para NO ver la televisión

Fuck America.

Autor: Edgar Hilsenrath.

Editorial: Errata Naturae.

Jakob Bronsky logró escapar de un gueto alemán y llegar hasta Nueva York para, desde las alcantarillas de esa ciudad, escribir a trompicones una novela de prometedor título: “El pajillero”. No esperen la historia de alguien con la conciencia social y la rectitud moral de un exiliado político. Bronsky es un vago, un trapichero, un salido e incluso un sinvergüenza. Trabaja lo justo para poder escribir, ni un minuto más. Frecuenta la compañía de prostitutas, roba a sus compañeros de pensión, y sueña con sodomizar a una secretaria. Una joya, el pájaro.

Un libro de estas características, protagonizado por un escritor onanista condenado al fracaso, sólo me lo podían haber recomendado unos tipos infames. Concretamente aquellos que escribían de literatura en Soitu. Los mismos que han abierto una librería independiente, luminosa y selecta en pleno centro de Madrid. “Tipos Infames” se encuentra en el número 3 de la calle San Joaquín, semi esquina con Fuencarral, y ofrece, además de una cuidada selección de  novedades editoriales (ni un libro malo), algunos vinos excelentes a precios ajustados. Y lo digo con conocimiento de causa: mientras escribo estas líneas me estoy bebiendo la botella de Ziries que me regalaron hace unos días. Un vino de Toledo, uva garnacha, riquísimo. ¡A vuestra salud! Y a la del bueno de Bronsky, un personaje que fascinará a los seguidores de Fante, Bukowsky y demás desaliñados escritores USA.

Un colectivo contra la corrupción (Col·lectiu contra la Corrupció) practica en Valencia la guerra de guerrillas audiovisual. Su último golpe tuvo lugar durante la feria gastronómica de l’Alcúdia: unos brazos pusieron en primer plano un cartel con el rostro de Francisco Camps tras una señal de prohibido y con el lema «No a la corrupció. Camps, dimissió». Al mismo tiempo, y ante el asombro de la presentadora, el guerrillero gritaba «¡Corrupto!». La secuencia, que apenas duró 15 segundos, fue eliminada inmediatamente de la web de esta televisión pública. Pero en Youtube es un éxito: cuando escribo este post-flash ha superado las 10.000 visitas.

Antena 3 estrenó anoche “Crepúsculo”, la película basada en el primero de la serie de cuatro libros de la escritora estadounidense Stephenie Meyer. Una historia de amor entre humanos y vampiros que se ha convertido en el fenómeno cinematográfico del año. El libro ha sido traducido a 37 idiomas y ha vendido más de 25 millones de ejemplares. La película ha recaudado 380 millones de dólares en taquilla. Mordiscos adolescentes que, sin duda, han reventado los audímetros y conseguido audiencias de record.

La versión cinematográfica de “Crepúsculo” dura 109 minutos. La versión televisiva de la versión cinematográfica de “Crepúsculo” duró 41 minutos  más: desde las 10.25 hasta las 00.55. Mucha publicidad, con bloques absolutamente agotadores de quince minutos de anuncios, seguidos por quince minutos de película… y otros quince de anuncios. Mucho corte a capón, sin miramientos. Y para colmo de males, un auténtico espanto de película. Bram Stoker se hubiera muerto de aburrimiento, y de vergüenza, viendo esta aventurilla protagonizada por vampiros vegetarianos, mojigatos, saltimbanquis y postmodernos.

Y hablando de vampiros anémicos… Francisco Camps se ha convertido en una caja de sorpresas. El presidente de la Comunidad Valenciana tiene voz de cordero y ademanes de bailarina, para qué vamos a engañarnos, pero esconde un tigre en su interior. Les pondré un ejemplo. Es pública y notoria su debilidad por los trajes de marca y, desde hace solo unos días, por los ferraris. ¿Un pijo? De ninguna manera. Ese será Costa, no sé si aún le recuerdan. Camps es de otra pasta, y prueba de ello es que cuando se cabrea, incluso parece capaz de llegar a las manos. Hace sólo unas horas se vio envuelto en una reyerta callejera…

La historia de este vídeo es curiosa. Canal 9, la televisión autonómica valenciana, sombra de Camps y brazo ejecutor propagandístico del presidente, grabó los insultos que le dedicó un joven en plena calle, y cómo el presidente le persiguió pidiéndole  explicaciones ante la mirada atónita de los viandantes. Unas imágenes sorprendentes que Canal 9… no emitió. Y tampoco facilitó al resto de cadenas. Excepto a TVE, que las emitió en su informativo de la comunidad. Poco después estaban en YouTube, con subtítulos…

«La política es una extraña máquina que traga, que absorbe todos los placeres, todos los acontecimientos de la vida. Los políticos son vampiros». Permítanme esta adaptación, libre y política, de una reflexión de Bernard Henry Levy dedicada a la literatura y los escritores, para recordarles que Camps es un lobo con piel de cordero. Vampiros. Sanguijuelas codiciosas capaces de adoptar las formas más siniestras…

Si lo que quieren ustedes es una transformación grotesca, no se pierdan la última de Muammar el Gaddafi. El dirigente africano organizó un fiestón invitando a 200 mujeres seleccionadas siguiendo este criterio: tener buena presencia, entre 18 y 35 años y medir al menos 1,70. La juerga tuvo lugar en Roma, ciudad con una larga tradición en este tipo de eventos gracias a Berlusconi. Pero no fue una versión libia de las francachelas de il Cavaliere. Gaddafi utilizó a las 200 señoritas de buen ver como público y, tras soltarles una charla islamista, se limitó a regalarles el Corán y un libro con citas propias. ¡Quería convertirlas al islam!

P.D.

Excelente una Pepa Bueno que convirtió lo que parecía ser una entrevista promocional a la ministra de Defensa, que festejaba la liberación del Alakrana, en una clase de periodismo. Utilizó un clásico de la información: la pregunta. Concretamente, preguntó si el Gobierno había pagado rescate. En ese instante a la ministra se le torció el gesto triunfalista, y respondió con un largo y espeso discurso. Pero no dijo nada del rescate. Tras el monólogo ministerial, Pepa Bueno simplemente insistió: “Pero ¿han pagado rescate?”. La ministra repitió monólogo sin responder a la pregunta. Estaba todo dicho.

Un motivo para NO ver la televisión

Cuentos de vampiras.

Varios autores (Letra celeste)

Hectólitros de sangre fresca corren por las 150 páginas de este libro, recopilación de cinco cuentos fantásticos con vampiras como protagonistas. Las autoras, Anne Crawford, Mary E. Braddon, Alice y Claude Askew, Arabella Kenealy y Eliza Lynn Linton, escribieron estos relatos a finales del siglo XIX y comienzos de XX, justo cuando Bram Stoker publicó “Drácula”. Y no se habían editado jamás en castellano. Son cinco grandes historias de corte clásico, y ambiente gótico, que no tienen absolutamente nada que ver con los arrebatos adolescentes de los vampiros de “Crepúsculo”. Para chuparse los dedos.

Los Manolos, Lama y Carreño, son unos cachondos. Ya saben, gritones, chuletas, zafios, machistas, gañanes, algo guarretes, bastante tendenciosos, muy tabernarios… La alegría de Prisa, para que ustedes me entiendan. Porque los Manolos son, por si aún no se han dado cuenta, una pareja de periodistas deportivos que tiene un bombo: Cuatro. Hasta hace poco los Manolos tocaban ese bombo con descomunal alegría  y salero, convirtiendo los informativos de esa cadena en una ensordecedora tamborrada. Eran buenos tiempos: la audiencia les correspondía y todos en la empresa reían sus toscas gracias. Pero un buen día entrevistaron en directo a Florentino Pérez, y al todopoderoso presidente del Real Madrid le pareció que los Manolos desafinaban. ¡Qué inconveniente, qué desatino! Los divertidos Manolos se convirtieron de inmediato en los faltones y chulescos Manolos.

 

Vertele.com y El Confidencial Digital informan de que personas cercanas a Daniel Gavela, director general de Cuatro, aseguran que “ese tono faltón y chulesco no es propio de esta casa”. Vaya por Dios. La parejita de moda, el dúo dinámico de la cadena, el sostén de los informativos en cuestión de audiencia, ahora resulta que no tiene el tono “propio de la casa”. Lo ha tenido durante días, semanas e incluso meses. Pero lo ha perdido de golpe y porrazo.

 

Los pobres Manolos no midieron. Acosaron e incomodaron a Florentino. Todo parecía indicar que  trataban de saldar cuentas pendientes con el presidente madridista, y que creían tener impunidad para hacerlo. En Cuatro no pondrían pegas, dada la complicidad del presidente madridista con una cadena de la competencia (La Sexta). Infravaloraron a Florentino. Y ha estado a punto de rompérseles el bombo: en Cuatro no descartan sancionar a los Manolos, o incluso retirarles durante un tiempo de pantalla. Ya saben, desde que entrevistaron a Florentino, su tono “faltón y chulesco no es propio” de Cuatro.

 

Pero yo sé que no será así. Los Manolos seguirán tocando su bombo. Tienen cuerda para rato: la entrevista-acoso a Florentino fue el programa más visto de Cuatro, alcanzando picos del 14% de share. Casi el triple que el informativo de Iñaki Gabilondo.

 

P.D.

Francisco Camps está mutando. Antes daba asco, ahora, miedo. En la tribuna de oradores de las Cortes Valencians ha dicho, de forma melodramática y dirigiéndose al portavoz socialista: “A usted le encantaría coger una camioneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta”. Pero ahí no acaba el macabro esperpento. Su grupo, el Partido Popular, en lugar de abuchear a Camps, primero, y ponerle una camisa de fuerza, después, le ovacionó con energía. El presidente valenciano es un enfermo, como ya suponíamos. Ahora también sabemos que su partido, podrido, agoniza.

No conozco al portavoz socialista, pero estoy seguro  de que, lejos de ver a Camps boca abajo en una cuneta,  se conformaría con echar un ojo a las facturas de sus trajes.

Camps y

 

Un motivo para NO ver la televisión.

Burlando a la parca.

Autor: Josh Bazell. Editorial: Anagrama.

Parca

Estamos ante una novela negra sorprendente, por lo original de la trama, la violencia que empapa cada párrafo y el surrealismo de situaciones, personajes y diálogos. Un libro fácil de leer, difícil de clasificar e imposible de olvidar. Auténtica dinamita.

El protagonista es un médico sicópata experto en artes marciales, Pietro Brnwa, incluido en el programa de protección de testigos del FBI por su turbulento pasado: asesino a sueldo arrepentido de sus crímenes. Su paciente más importante en el hospital (el más mugriento centro médico de Nueva York) es un enfermo terminal, el mafioso Nicholas LoBrutto, que tras reconocer al doctor le ofrece un pacto: o le mantiene vivo, o sus socios le delatan.

No intenten imaginar el resto. No podrán. La violencia y el sexo resultan tan explícitos como las descripciones hospitalarias, francamente espeluznantes.

Leer un fragmento del libro.


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