El descodificador

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Vivimos en un país muy extraño. Se decreta el estado de alarma por un problema laboral con los controladores aéreos que afecta a 600.000 personas, el 1,2% de la población, pero nadie parece inquietarse cuando anuncian que el recibo de la luz subirá un 10%, después de subir un 7% en 2010, algo que afecta al 100% de la población. Un estado en calma (¿pasividad social?) que se repite con el deterioro del sistema de pensiones y de la sanidad pública, circunstancias que también afectan al 100% de la población. O con la supresión de los 420 euros de ayuda a los parados que más lo necesitan, 680.000 personas.

España es un lugar insólito porque a un señor tuerto le toca la lotería de manera habitual y, en lugar de poner una administración como La bruja de oro, se dedica a la política. España es un país singular porque el principal partido de la oposición, pese a llevar a sus espaldas un lastre de corrupción descomunal, va por delante en expectativa de voto. España es una nación chocante porque los banqueros ladrones dan doctrina en televisión y editan libros de éxito, los jueces son de derechas o de izquierdas, los abogados prófugos son habituales del prime time televisivo, los periodistas mienten sin pudor alguno y los deportistas de élite se drogan como ratas.

En un estado tan sorprendente como el nuestro, la serie “Boardwalk Empire” (Canal +) debería estar considerada material pedagógico, y ser de visionado obligatorio en colegios y sedes de partidos políticos. Martin Scorsese, el creador de esta maravilla audiovisual, describe el Atlantic City de 1920. Ley seca, prostitución, cinismo, corrupción, inmoralidad, violencia, mentira, mafia, miseria política, diferencias de clases… Un panorama muy similar al de la España de nuestros días, excepto por un detalle que nos engrandece: aquí y ahora podemos beber como camellos gracias al precio realmente asequible del alcohol.

En “Boardwalk Empire” están los grandes mafiosos de los clásicos de Scorsese, desde Al Capone a Lucky Luciano. Pero hay algo más en esta serie, real como la vida misma: el protagonista, Nucky Thompson (Steve Buscemi), se dedica a la política. Es el gran lazo de unión entre la costa este norteamericana del primer cuarto del siglo XX y la España actual, sacudida por una podredumbre generalizada. En cualquier caso, gracias a productos como éste no olvidamos que ver la televisión puede ser un placer, un enorme placer

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P.D.

Cambios en el diseño en Vertele! Para celebrar sus diez años de vida, la web de referencia en el mundo de la televisión estrena nueva imagen…

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Un motivo para NO ver la televisión

Calle de los maleficios.

Auto: Jacques Yonnet.

Editorial: Sajalín.

El subtítulo de este libro no es casual: “Crónica secreta de París”. Estamos ante una guía inusual, por descarnada y atemporal, de la ciudad del Sena. Y es que por las páginas de este libro circulan con absoluta libertad los ejemplares humanos de la peor calaña parisina, desde asesinos y rameras a borrachos y militares. La escoria de una sociedad que, bajo la ocupación nazi y ante amenaza de derrumbe, se refugia en bistrós especializados en licores adulterados y duerme en callejones oscuros e insalubres.

Es el otro París, el de las pequeñas grandes historias y los personajes invisibles. Un mundo de seres marginales, que sobreviven a duras penas, analizado con precisión y brillantez por un escritor que parece  moverse como pez en el agua en esos ambientes sórdidos. Una obra magistral, tanto como la foto de Doisneau de la portada, que deja una terrible duda: ¿Cómo es posible que no se hubiese traducido jamás esta joya? Ójala Sajalín, una editorial con criterio (recordemos que publican a Bunker), nos tenga preparadas más sorpresas como ésta…

Como ya sabrán, Pepe Domingo Castaño, Paco González y buena parte del equipo de “Carrusel Deportivo” han abandonado una radio, la SER, para fichar por otra, la Cope. Manolo Lama seguirá sus pasos en breve, cuando finalice la millonaria cláusula de rescisión que le obliga a permanecer unos meses más en la emisora de Prisa. Con estos movimientos de fichas la información futbolística veraniega ha quedado patas arriba: los fichajes periodísticos han eclipsado a los de jugadores y entrenadores. ¿A quién le importan Villa o Mourinho si puede seguir escuchando “¡Pepe, un purito!” gratis y con solo mover unos milímetros el dial? En la Cope están que se salen, “hemos formado un equipo ganador”. En Prisa tienen una pataleta de mucho cuidado: demandaran a la Cope por “competencia desleal”.

Desde El Descodificador sólo puedo decir a Prisa que lamento su pérdida. No la del equipo de “Carrusel”, un grupo de periodistas gritones, en ocasiones machistas y soberbios, que tiene todo el derecho del mundo a elegir el lugar donde descargar su humor tabernario. Lo que lamento es la pérdida de modales, perspectiva y credibilidad que el fútbol (y sus secuelas radiofónicas y televisivas) están provocando en El País, mi periódico de toda la vida.

Busquen en la hemeroteca los últimos días… El pasado martes día 17 El País nos contó, a cuatro columnas y con todo lujo de detalles, cómo suscribirnos a Canal + Dos por apenas 15 euros al mes. El miércoles día 18 dedicaron el mismo espacio de la página de comunicación (todo) a la rabieta de la Ser con la Cope por haberles desmantelado la plantilla de deportes. El jueves día 19 continuaron con la misma campaña, defendiendo a cuatro columnas a la emisora de PRISA: “La SER sale reforzada de la agresión sin precedentes de la COPE”, titularon. El viernes 20 dieron la gran noticia, también a cuatro columnas, del fichaje de Michael Robinson por “Carrusel” (Cadena SER). Y el sábado 21 entrevistaron a toda página a José Ramón de la Morena, presentador de “El Larguero” (Cadena SER). ¿Otra vez José Ramón de la Morena? Sí, ¡la segunda entrevista en veinte días!: el domingo 1 de agosto ya le habían entrevistado, en la misma página y con la misma extensión (ocupando todo el espacio).

“Esta profesión tiene un lado oscuro”, decía de De la Morena en esa última entrevista. Y tanto. Ayer en la página de comunicación de El País se podía leer, también a cuatro columnas: “La Liga se juega en Digital +”. Hablaban del comienzo de la competición, y de cómo podemos verla en C+, en Canal + Liga, en Canal + HD… No decían en ningún momento que esa misma Liga se juega también en otras cadenas, algunas de pago y otras no, con lo que la información resultaba incompleta, tendenciosa y hasta patética. Sentí que había tirando a la basura el euro y veinte céntimos que me costó el periódico: estaba pagando promoción a precio de información.

Los buenos periodistas se cuidan mucho de abusar de la palabra “guerra”. Es un término demasiado importante como para utilizarlo a la ligera. Con la guerra no se juega. Por eso un periodista serio jamás titularía  “Guerra entre Aguirre y Gallardón” o “Un partido entre dos equipos en guerra”. La guerra es muerte, confusión, desolación, miseria, dolor. Es el lado oscuro del hombre. “La guerra sólo puede ser buena para los que no la han experimentado”, escribió el humanista holandés Erasmo de Rotterdam.

La guerra nos arrastra a lo peor, pero también nos ofrece motivos para la esperanza y la épica: lealtad, valor, solidaridad, sacrificio, redención. Seguramente por eso los conflictos bélicos más sangrientos han servido de inspiración al buen cine, la gran literatura y la mejor televisión. Si usted ha visto “La delgada línea roja” o “Hermanos de sangre”, o ha leído “Despachos de guerra” (Michael Herr, Anagrama) sabe de qué estoy hablando.

Anoche se estrenó “The Pacific” (HBO, Canal +), una miniserie de diez capítulos que pasará a la historia de la ficción televisiva. Y no sólo por haberse convertido en la más cara de la televisión, con un presupuesto de alrededor de 147 millones de euros. Producida por Tom Hanks, Steven Spielberg y Gary Goetzman para HBO, “The Pacific” se convierte en su tercera entrega sobre la segunda guerra mundial, después de “El soldado Ryan” y “Hermanos de sangre”. En este caso cuentan la historia del conflicto desde la perspectiva de los soldados que participaron en las batallas del Pacífico. Iwo Jima, Okinawa, Guadalcanal… Todo rodado con un realismo espeluznante, una precisión milimétrica, unos guiones vigorosos y unos actores impecables.

Arranca lentamente, sin estridencias. En ocasiones puede parecer un documental. Pero poco a poco los personajes adquieren perfil, el conflicto se agudiza y se dispara la acción. Comienza el baile, con una luz bellísima que baña las playas, repletas de barcos de guerra. Con las sombran cruzándose con las ráfagas de ametrallado en las tripas de la selva. Con el sol iluminando las playas, atestadas de cadáveres, manchadas de sangre. Dicen que es televisión, pero parece el mejor cine posible. Poco más se puede pedir de una ficción que emociona, pone los pelos de punta y devuelve la credibilidad a un medio devaluado. Una obra de arte.

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P.D.1

Maldita sea, los mejores son los primeros en marcharse. Hermann Terstch abandona definitivamente su trabajo como director y presentador del “Diario noche”, el espacio de manipulación informativa de Telemadrid para las madrugadas. Terstch se dedicará a partir de ahora al “análisis”, con un comentario grabado de lunes a jueves en ese programa. Y en otros espacios de la cadena. ¿Análisis? Buena idea: ya estoy viendo su excelente comparativa sobre ginebras. O su minucioso estudio sobre locales nocturnos madrileños.

Anoche, en su debut como analista, Terstch estuvo… como les diría yo… muy… ¡sereno! Sí señor, esa es la palabra, sereno, que quiere decir muy despejado y tranquilo. “Tras romperme las costillas no estoy en condiciones de estar al frente de este programa”, reconoció justo antes de garantizar que dedicará todos sus esfuerzos a mostrar “la quiebra que supone el Gobierno de Zapatero”. El único borrón, mecachis, cuando al final del sermón grabado, ya con la cabeza en otro sitio, se le trabó la lengua y dijo “Imborgbar”. Me parece que quiso decir «ímproba».


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P.D.2

Ana Pastor estaba desesperada. “No pretenda usted mezclar las churras con las merinas”, le decía Esperanza Aguirre mientras desmontaba la teoría de la periodista sobre la subida del precio del transporte en Madrid. Pastor lo intentó, pero Aguirre es una anguila. Ya saben, ese pez de piel mucosa capaz de arrastrarse y serpentear incluso fuera del agua para sobrevivir. “Lo que yo le he dicho viene a ser más o menos lo mismo”, aseguraba Pastor. “No, no se parece en nada”, sentenciaba Aguirre en “Los desayunos de TVE” (La 1).

En un alarde de buenos modales, la presidenta de la comunidad madrileña evito el término “hijoputa”. Pero excepto por ese detalle ofreció su discurso habitual, que no es otro que menospreciar a Zapatero, culpar a Gallardón de la subida de tasas en Madrid y apoyar a Güemes y demás secuaces del PP: “Yo siempre defiendo los principios del partido”. Tuvo tiempo incluso para lanzar una puyada a los amantes de los animales: “¿Qué sería de la fiesta de los toros sin los antitaurinos? Son los que animan la fiesta”, dijo, en uno de sus repugnantes ejercicios de cinismo.

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P.D.3

TVE repuso ayer “El jardín viviente”, “Humedales naturales” y “Paraísos vivientes”, documentales viejunos que ya habíamos visto en diferentes  ocasiones. Una pena, porque lo que a mí me pedía el cuerpo era alguna novedad. Algo como “Las riberas del mar océano”, una flamante serie documental que nuestra televisión pública encargó hace cuatro años y financió con 1.292.874 euros de dinero público. De momento no va a ser posible: ese trabajo, tal y como nos enteramos gracias a El País, ha sido censurado por dedicar dos minutos (120 segundos) a la corrupción urbanística (Marbella, Andratx, Gondomar, Telde…), una de las grandes amenazas del litoral español.

El Gobierno no piensa como los guionistas contratados por TVE: no considera que la corrupción sea la causa del desbarajuste de nuestro litoral. Y exige eliminar esas escenas. Cuesta trabajo creer que todo un Gobierno de izquierdas sea tan mojigato y se pringue en semejante censura, sobre todo cuando seguro que hace sólo unos días se han burlado de cómo sus colegas valencianos censuraban las fotos de una exposición. Pero es que las cosas han cambiado mucho desde la campaña electoral. Por ejemplo, ya no sabemos si Zapatero es anti nuclear o pro nuclear. Lo que sí puedo confirmarles es que Elena Espinosa no es Cristina Narbona.

Pilar Marcos, de Greenpeace, asegura que «el ejemplo de la censura de este documental es tan sólo la punta del iceberg de muchas políticas de gestión de la costa paralizadas, como es la ineficiente Estrategia de Sostenibilidad de la Costa que, con más de un millón de euros de presupuesto para su redacción, duerme en algún cajón del ministerio».

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Un motivo para NO ver la televisión

The Fox Hunt

Cd: Long Way To Go.

No hay tiempo para presentaciones. Este cuarteto liderado por el cantante y compositor John R. Miller acaba de publicar un gran disco de música tradicional norteamericana… revisitada, actualizada, acelerada. Ésta es una de esas hiper vitaminadas canciones: “I’ll Drink Cheap”.

A modo de presentación, Ángel Llácer dijo que “La escobilla nacional”, el nuevo programa de Antena 3 para la noche de los domingos, “ofrece todo aquello que más une a los españoles: la envidia, el cotilleo, el despelleje y la calumnia”. No es para tanto. En realidad se trata de una burda caricatura de los programas del corazón, con los famosos y famosetes grotescamente recreados por imitadores disfrazados. Ya se pueden imaginar: actores que, caracterizados con diferente fortuna, interpretan el papel de Mariñas, Lydia Lozano, María Patiño y demás esperpentos del cotilleo. Incluida por supuesto Belén Esteban, con su nariz torcida, y la duquesa de Alba, que más parece uno de los Morancos con peluca.

Se ahorran los cachés originales, y aprovechan sus tópicos y estupideces. “Yo he dado las campanadas. Tú como mucho habrás tocado algún badajo”, le dice Belén a Mariñas en uno de los momentos más brillantes, en cuanto a guión, del programa. Es decir, que más que de escobilla, se trata de un escobón. De los de barrer cochiqueras, esos con mango de madera de fresno.

Para burlarse de los programas del corazón parasitándolos teníamos suficiente con “Sé lo que hicisteis…”. Lo sorprendente es que esta basura, la del corazón revenido y reciclado, dé para tanto. Que funcione tan bien entre la audiencia: en su estreno, “La escobilla nacional” tuvo un 18,2% de share y 3.715.000 espectadores.

Y hablando de estrenos y de mangos, déjenme que les haga una recomendación. En Canal +  se puede ver todos los lunes “Hung (superdotado)” (22,30), un pequeño homenaje a los miembros viriles en forma de serie de ficción norteamericana. Los que hemos sido dotados por la naturaleza con generosidad sabemos que se trata de un don. Algunos lo llevamos con discreción, pero otros utilizan ese talento para intentar  reconstruir sus vidas. Este último es el caso de Ray Drecker, profesor de instituto de día y prostituto de noche, que se ve obligado a llevar esta doble vida para tratar de superar una mala racha económica y vital.

“Hung” es la historia de las desdichas de Ray, un perdedor que ya no cumplirá los 40 y que sólo puede confiar en lo que tiene entre las piernas. Una comedia cargada de cinismo que, en realidad, habla del fracaso del sueño americano. Muy recomendable, puesto que tiene todo aquello de lo que “La escobilla nacional” carece: originalidad, guión, ingenio, ironía.


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