El descodificador

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La batalla por el liderazgo entre los diarios digitales españoles es despiadada. Tanto El Mundo como El País, conocedores de la importancia del 2.0 para el futuro de sus empresas, están poniendo toda la carne en el asador en sus respectivas webs. Gracias a esa legítima ambición salimos ganando los lectores, que disfrutamos de su grandiosa capacidad de innovación, su descomunal talento y su innegable potencial para sorprender. Primero fue elmundo.es quien nos dejó con la boca abierta colgando en su web un videoblog de, quién lo iba a imaginar, Pedro J Ramírez, leyenda del periodismo nacional, prestigioso analista y modelo de integridad profesional. Para contrarrestar este bombazo,  elpaís.com ha jugado fuerte y, en un alarde de creatividad y chispa, arriesgando tanto como los tiempos y las circunstancias exigen, ha presentado a bombo y platillo el videoblog de, seguro que ni se lo pueden imaginar, Iñaki Gabilondo, otra leyenda viva de la información en España.

Tras ver y escuchar a Pedro J y a Gabilondo, y a la espera de que el PP se incorpore a esta ola de  modernidad audiovisual con un videoblog de Manuel Fraga, debo confesarle que estoy pensando muy seriamente en correr a la tienda y comprar un iPhone, una tableta, una Blackberry, darme de alta en todas las compañías telefónicas y suscribirme a todos los diarios digitales de pago. Ya sé que es caro y que, dada mi situación laboral, tendría que hacer algún sacrificio, como suprimir la insulina de mi madre o hacerme con el control del narcotráfico en el valle del Tiétar. Pero creo que el esfuerzo merecerá la pena: tras disfrutar de los videoblogs de Pedro J y Gabilondo está más claro que nunca que el futuro del periodismo está en la red.

¿Quién dijo que la crisis de los diarios se debía a la ausencia de talento? Aquí tiene, en abril de 2011, en plena explosión multimedia, la genial y revolucionaria apuesta de nuestros dos grandes periódicos por el futuro en internet. Las opiniones de Pedro J y Gabilondo. Con dos cojones. Lo mismo que leíamos hace años en el periódico y veíamos en CNN+ antes de que la cerraran, pero grabado ahora con una cámara y colgado en la red. Frescura, dinamismo, creatividad, sorpresa, interactividad… ¡Y luego dicen que no los tienen bien puestos quienes manejan el cotarro de la información! Tomar esta clase de riesgos solo está al alcance de unos pocos visionarios, esos valientes que luchan por devolver la dignidad y el prestigio al periodismo desde la red.

¡Sigan arriesgando así, coño, que los lectores nos estábamos aburriendo! Espero con auténtica impaciencia que El País y El Mundo no se detengan en su afán revolucionario, y sigan sorprendiéndonos con nuevos y geniales videoblogs. Me  atrevo a sugerirles algunas ideas… ¿Qué tal Agatha Ruiz de la Prada con uno para daltónicos en elmundo.es? Divertido, no me cabe duda. ¿Y Karmentxu Marín ofreciendo una inteligente a la par que tronchante videoblogentrevista en elpais.com? ¿Imaginan a  Jiménez Losantos potando cada mañana en elmundo.es? El lector que averiguase el desayuno del locutor por el color de su bilis recibiría una suscripción gratuita a Orbyt. ¿Y qué me dicen de un videomaster en gestión de empresas impartido por Cebrián? Elpais.com lo tendría colgado en portada toda la mañana.

P.D.

Una cosa tiene que quedar clara: Gabilondo dormido es más interesante que Pedro J cargado hasta las trancas de anfetaminas. Es decir, que incluso en la mediocridad de los medios destaca el sentido común de los buenos periodistas. Gabilondo es uno de estos últimos…

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P.D.2

Si le digo que Ana Rosa Quintana “prescinde de la exigible veracidad” usted dirá que vaya noticia, que eso ya lo sabe todo el mundo. El lector más guasón dirá que la culpa la tendrá su negro, que no se documenta con rigor. La noticia no es que lo digamos nosotros, es que lo dice la Justicia. Con seis años de retraso, bien es cierto, el Tribunal Supremo confirma una sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid que condena a Ana Rosa Quintana por vulnerar el honor y la intimidad de la actriz Arancha del Sol y de su marido el torero Finito de Córdoba. La Sala considera que las afirmaciones de la “periodista” sobre las infidelidades de la pareja “prescinden de la exigible veracidad”. Tendrá que indemnizar a cada uno de los demandantes con 50.000 euros.

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Un motivo para NO ver la televisión

Robbie Robertson.

Cd: How To Become Clairvoyant.

El gran Robbie Robertson, guitarrista de The Band, el grupo que acompañó durante años a Bob Dylan, acaba de editar su nuevo disco en solitario. El canadiense es una leyenda, y un virtuoso, pero también un músico humilde apegado a las tradiciones y a las músicas populares. Este quinto álbum como solista (solo ha grabado cinco discos desde 1987) es una nueva demostración de buen gusto y precisión. Robertson es un guitarrista excelente, pero prudente, que parece confiar más en las canciones que en la contundencia de un riff o un “solo”.

El ex compañero de Rick Danko, Richard Manuel y compañía firma todas las canciones en solitario, excepto dos, compuestas junto a Eric Clapton y una, la balada instrumental “Madame X”, firmada en solitario por este último. Además de  Clapton participan en “How To Become Clairvoyant” músicos tan conocidos como Steve Winwood o Tom Morello. El resultado es un disco intenso, elegantemente producido, con multitud de detalles jugosos, que en ocasiones suena “adulto” y en otras efervescente. Un trabajo de largo recorrido.



Algunos gurús dicen que el futuro del buen periodismo pasa por las plataformas de pago en internet. Le pondré un ejemplo: leer “Así, a la guerra, no”, la columna que ha escrito hoy Jiménez Losantos, cuesta 0,79 euros (en Orbyt, el último juguete de Pedro J Ramírez). ¡Un chollo! Por menos de un euro podemos desayunar con Federico, y salir a la calle dispuestos a comernos el mundo: con espuma en la boca, la bilis a punto de nieve y el puño americano en el bolsillo. Bien es verdad que por poco dinero más (1,20) podemos comprar no ya la columna, sino El Mundo entero en papel, y darle una verdadera utilidad práctica: envolver el bocata. Con esto quiero decirles que el futuro del periodismo, del bueno, del que siempre estará ahí, es la televisión…

Ayer sin ir más lejos Ana Rosa Quintana tuvo que comparecer en calidad de imputada en el Juzgado de Instrucción número 43 por, fíjense que injusticia, ejercer el oficio más viejo del mundo: el de periodista. Al parecer, la veterana presentadora y su equipo ofrecieron a Isabel García, la mujer del asesino de la niña Mari Luz, minusválida psíquica, entre 600 y 800 euros por participar en el programa de Ana Rosa (Telecinco). García dice que finalmente ni siquiera le pagaron: se limitaron a mantenerla secuestrada el tiempo necesario para grabar algunas escenas patéticas. Afortunadamente aún queda gente con corazón: gracias al magistrado del Juzgado de Instrucción número 9 de Madrid, que la camufló en su propio vehículo, Quintana no tuvo necesidad de probar su propia medicina y esquivó a los periodistas que la esperaban en la puerta de los juzgados. Buitres…

La televisión, no lo duden, está devolviendo al periodismo la dignidad perdida. Vean las tertulias políticas de Intereconomía, Veo 7 o La Sexta, escuchen a María Antonia Iglesias en “La Noria” o disfruten de María Patiño en “DEC”, y sabrán de qué les estoy hablando.

Y si le quedan dudas, vea la televisión pública. Y no me refiero a las necrológicas de los telediarios sobre Elizabeth Taylor, en las que los redactores de cultura se han mostrado en todo su esplendor, derrochado tópicos y amaneramiento en dosis similares (ese “Adiós a la mirada violeta de Hollywood”). Hablo de cosas más serias…

“Son imágenes de video aficionado que las agencias no han podido contrastar, las que estamos viendo”, aseguró sin inmutarse Ana Blanco, la presentadora del Telediario 1 (TVE). Las imágenes, de una calidad nefasta, desenfocadas y temblorosas, muestran una calle iluminada por una farolas en las que se levanta una polvareda. Se supone que son las revueltas que se están produciendo en Siria. La auténtica noticia es que los mejores informativos del mundo, los de la televisión pública española, emiten unas imágenes sin contrastar. ¿Siria? Es posible, pero también podría ser Móstoles o Esplugues de Llobregat a las tres de la mañana durante las fiestas del santo.

El futuro del periodismo está en el equilibrio, no podía ser de otra manera. Concretamente en el equilibrio entre pagar por leer a Losantos, secuestrar a una retrasada para hacer “la entrevista que todo periodista querría dar”, y emitir en una tele pública imágenes “sin contrastar”. Periodismo del bueno.

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Un motivo para NO ver la televisión.

Jason Isbell & The 400 Unit.

Cd: Here We Rest.

Antiguo miembro de los imprescindibles Drive By Truckers, Jason Isbell lleva años grabando discos interesantes con sus 400 Unit. Este “Here We Rest”, el cuarto, es el mejor de todos. El guitarrista, cantante y compositor de Alabama no solo ha escrito once canciones impresionantes, sino que ha conseguido grabarlas con el sonido adecuado: mucho rock, algo de country, toques soul… Una belleza, desde la portada hasta el acorde final.

Mercedes Milá defiende los métodos de trabajo de Ana Rosa Quintana. Se refiere a presionar a una minusválida, la mujer de Santiago del Valle, presunto asesino de la niña Mari Luz, para obtener una exclusiva. “No veo ni un solo resquicio en todo este asunto que pueda ser cuestionado. El periodismo es esto. Mando desde aquí, públicamente, lo que ya he hecho en privado: mi apoyo y mi felicitación a Ana Rosa y todo su equipo”, aseguró la presentadora de ese prodigioso experimento antropológico llamado “Gran Hermano”. Le recuerdo, por si no lo sabía, que Ana Rosa y Milá cobran de la misma caja: Telecinco.


El periodismo no vive sus mejores momentos, para qué vamos a engañarnos. Pero de eso a pensar que la televisión que hace Ana Rosa tiene algo que ver con el periodismo… Sería tanto como creer que lo que escribe Ana Rosa (su negro) tiene algo que ver con la literatura. El desarme moral y crítico de la profesión es descomunal. Tanto como para que tenga que ser alguien ajeno a la profesión quien ponga un poco de sentido común en este tema tan desagradable: “Los periodistas que hicieron confesar a Isabel deberían estar en la cárcel”, dijo ayer Alberto Revuelta, el abogado de la familia de la niña asesinada. Han leído bien: el abogado de la familia de la niña asesinada.

No se puede presionar a una persona con un 65% de minusvalía. Hay que tener dignidad, como personas y como periodistas. Aquí no hay buenos porque tengan una cámara en la mano y una alcachofa…”, sentenció el abogado a la salida del juzgado, rodeado por decenas de micrófonos y cámaras. Antena 3 retransmitió en directo las declaraciones, pero el programa de Ana Rosa no. ¡Vaya por dios! En ese momento se encontraba en publicidad. Y a la vuelta, evitaron el tema y hablaron del conde Lequio y un divorcio de una pareja de famosetes. Qué raro, ¿verdad? Con lo atentos que están los periodistas del equipo de Ana Rosa a todo lo que rodea el caso Mari Luz…

Actualmente es complicado creer en el periodismo. No es fácil encontrar información de calidad, independiente, objetiva, libre, con calado. Pero sí es muy sencillo saber qué NO es periodismo. Lo de Ana Rosa es sensacionalismo, extorsión, menoscabo, atropello, despotismo, vejación, tropelía, abuso de poder… Como usted quiera llamarlo, excepto periodismo.

“La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples”. Salmo 119:129-130

Juan Luis Cebrián, consejero delegado de PRISA, alertó durante la inauguración de la 25ª promoción del master de El País del riesgo populista en el nuevo escenario digital. El periodista y académico dijo que “muchos ciudadanos otorgan una credibilidad inaudita a las mentiras, rumores, calumnias y disparates de los confidenciales y blogueros, que desdicen del rigor periodístico de los medios tradicionales”. Cebrián defiende el Wikiperiodismo que practica su periódico, interpretar y publicar los “cables” que les filtró Julian Assange, pero advierte que la interpretación y publicación de la actualidad realizada por otros puede convertirse en Wikipopulismo.

Cebrián habla de “el rigor periodístico” como de una exclusiva de “los medios tradicionales”. Y como no creo que se refiera a El Mundo y el 11-M, imagino que se trata de una alusión a sus propios “medios tradicionales”, los del grupo Prisa. Un viejo error, que se repite a lo largo del tiempo: la legendaria soberbia de una empresa que, después de serlo todo en el mundo de la comunicación, se desintegra víctima de una gestión nefasta: su deuda asciende a 5.000 millones de euros, han vendido el 44% de Digital +, han cerrado CNN+ y perdido el control de Cuatro, están maltratando la Cadena SER, acaban de anunciar un ERE de 2.500 trabajadores… El desaparecido Soitu (No Mass Media, ¿recuerdan?) contó en su día de manera impecable el derrumbamiento de este gran grupo “tradicional”.

Leyendo este fin de semana El País me ha parecido encontrar varios ejemplos del “rigor periodístico de los medios tradicionales” al que se refiere Cebrián. El sábado publicaban una crítica excelente de “El manuscrito de nieve”, la nueva nóvela de Luis García Jambrina publicada por… Alfaguara. En el periódico del domingo se podía leer una fabulosa entrevista, a toda página, con Alejandro Nieto, director general de… la cadena SER. El suplemento dominical tampoco estaba mal, puesto que incluía un reportaje a todo trapo (seis páginas) sobre “Crematorio”, la nueva serie que estrena el lunes siete de marzo… Canal +. Finalmente, y también ayer domingo, la Defensora del Lector contaba precisamente la historia de un alumno del máster de la Escuela de Periodismo EL PAÍS-UAM que ha escrito un texto en ese periódico en el que ha copiado el 80% del contenido de un documental. Su propósito era “democratizar la sabiduría”.

En el periodismo español no hay día sin mesías. Cuando no dan doctrina los directores de grandes periódicos son los consejeros delegados y, cuando no, los gurús a su servicio. Todos hablan sobre el futuro de la profesión, todos apuestan por el periodismo de calidad mientras despiden trabajadores, promocionan mamporreros, firman ERES y conducen coches de empresa. “¿Seremos los periodistas sustituidos por ecuaciones complejas?”, se preguntaba un Cebrián aficionado a las alertas, a las reflexiones profundas y a las frases para la posteridad. A lo largo de los últimos años ha tenido innumerables ocasiones de aplicarse su propia medicina. Lástima. Es la palabra de Dios…

Por cierto… ¿Qué pensará Cebrián, adalid del periodismo de calidad, de Telecinco, su actual socio audiovisual? ¿Verá con buenos ojos la sustitución de CNN+ por el “Gran Hermano 24 horas”? ¿Creerá, como le sucede con los blogs, que “muchos ciudadanos otorgan una credibilidad inaudita a las mentiras, rumores, calumnias y disparates” de Telecinco?

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P.D.

“No quiero más cámaras, por favor… voy a acabar muy malamente”, lloriquea la mujer de Santiago del Valle, presunto asesino de Mari Luz Cortés. El cámara de Cuarzo, la productora del programa de Ana Rosa Quintana, responde a esas súplicas con un primer plano de su rostro desencajado. Según El Mundo, la productora se convirtió en la sombra de Isabel García, siguiéndola “día y noche para evitar que pudiera aparecer en el plató de otra cadena”.

Toda la miseria de la televisión, los repugnantes métodos del programa de Ana Rosa Quintana, se pueden apreciar en las imágenes conseguidas por El Mundo TV. La enésima demostración de que en  algunos programas, para algunas personas, el fin (la audiencia, el dinero) justifica los medios (acosar a una enferma mental).

En Telecinco están apenados. No por el método empleado por la productora a su servicio, sino porque creen que les tenemos manía y les juzgamos con mayor severidad que al resto de cadenas. “Duele ver que no sea juzgado de la misma forma una exclusiva que da un medio, que una exclusiva que puede dar cualquier otro periódico o cadena de televisión”, se atreve a decir un portavoz de Telecinco. La presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Elsa González, no es de la misma opinión: la “exclusiva” emitida por Telecinco es “un atentado contra la dignidad de la entrevistada” y “no favorece la reputación de los medios de comunicación ni la de los periodistas”.

En Telecinco están tristes, pero hay algo que les compensa todos estos malos tragos: en 2010 han ganado 70,5 millones de euros, un 45,6 % más que el año anterior. ¡Viva la telebasura! ¡Arriba Ana Rosa y sus necrófagos!

“Telebasura tu puta madre, guapa.”, escribió Jordi González en esa ruleta rusa llamada Twitter. Y después, arrastró el ratón a la casilla “Tweet” y apretó el botón izquierdo. Cagada. El bueno de Jordi respondió así, en caliente, a una twittera que había dicho lo que muchos pensamos: que Telecinco hace telebasura. Ese macarra, zafio y desproporcionado “Telebasura tu puta madre, guapa” llegó, firmado por todo un presentador de televisión, a los 14.562 insensatos que siguen a González, gurú de la… telebasura.

Es evidente que Twitter lo carga el diablo. Lo fascinante no es ya la utilización precipitada, acalorada e irresponsable de las redes sociales, algo normal en un país de cotorras como el nuestro. Lo verdaderamente fascinante es lo mal que asume la gente las críticas, aunque sean razonables, argumentadas e incluso comedidas. Analicemos el caso de Jordi González…

Jordi no es catedrático de comunicación audiovisual, ni filósofo socrático, ni tan siquiera un intelectual de medio pelo. Jordi es presentador de “La noria” y “Más allá de la vida”, dos ejemplos perfectos de cuan repugnante puede llegar a ser la televisión. Amarillos, manipuladores, groseros. Lo que cordialmente llamamos “telebasura”. Gracias a estos  programas miserables Jordi tiene un sueldo espectacular, es conocido en toda España y su futuro dentro del mundo de la televisión comercial es inmenso. Jordi es una estrella, un triunfador, que lo tiene todo, excepto una cosa. Prestigio. Una pena, porque lo que Jordi valora con mayor intensidad en estos momentos, lo que desea por encima de todo lo demás, es precisamente eso. Prestigio.

Suele pasar. Una vez que las cuentas del banco están saneadas, que te piden autógrafos por la calle y te invitan en los restaurantes, lo importante es obtener cierto reconocimiento social. ¿Crear una ONG o una fundación? Cualquier cosa excepto que te relacionen con la tele cochambre. Las grandes estrellas de la televisión sensacionalista reniegan, bipolares ellas, de aquello que las ha hecho ricas y famosas. Y quieren, mecachis, algo que resulta incompatible con su trabajo. Prestigio. Ahí tienen a Javier Sardá, Jorge Javier Vázquez, Boris Izaguirre o a Ana Rosa Quintana, ejemplos perfectos de astros de la telebasura con ínfulas intelectuales. “Soy una chica de barrio ilustrada”, dice una Ana Rosa convencida de que “el término telebasura es un insulto para los profesionales”.

La felicidad pasa por conformarnos con lo que tenemos. ¿Somos profesionales de la telebasura? Pues tan contentos. Asumamos nuestras miserias, levantemos la cabeza, disfrutemos del Audi y de los aplausos de regidor y, sobre todo, sintámonos orgullosos de haber conseguido tanto con tan poco. Esta es, no lo olvide, una sociedad grande, libre y sucia. ”Las cadenas privadas emiten lo que les sale de los… testículos”, sentenció el pasado sábado en “La noria”  un Jordi González crecido. Tiene toda la razón. La pena es que de los testículos sólo les salga…telebasura. Lo siento por sus egos, sedientos de prestigio.

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Un motivo para NO ver la televisión.

Mi perra Tulip

Autor: J.R.Ackerley.

Editorial: Anagrama.

Si usted tiene perro, lea sin duda este libro. Si no lo tiene, también debería darle una oportunidad. Cuenta una historia de amor de 16 años de duración entre un hombre británico y una perra alsaciana. El hombre es el autor del libro, el escritor, crítico literario y editor J.R. Ackerley, y la perra es Tulip, un animal arisco, ladrador y no demasiado bien educado.

Muy lejos de crónicas habituales sobre las relaciones entre hombres y animales, generalmente empalagosas y superficiales, este libro analiza las luces y sombras de una amistad sin fisuras. Escrito con aparente frialdad, estilo característico de Ackerley, en realidad refleja la pasión absoluta y la entrega total de un maduro misógino y solitario por su can. Repleto de anécdotas maravillosas y descripciones tronchantes, “Mi perra Tulip” es sobre todas las cosas una agridulce reflexión sobre la condición humana y sus miserias.

De este excelente libro ha surgido una maravilla en forma de película independiente de dibujos. Se llama “My Dog Tulip”, está dirigida por Paul Fierlinger y Sandra Fierlinger, y cuenta con las voces de Christopher Plummer e Isabella Rossellini. Una delicia que asombrará a todos los seguidores del cine de animación.

Aún no había comenzado a enfriarse el cuerpo de Ángel Cristo, un perdedor de manual, y los buitres ya le picoteaban las zonas blandas. Un cuerpo deteriorado que, pese a tener poco del jamesdeaniano vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver, se ha convertido de inmediato en objeto de deseo televisivo. El circo mediático es, evidentemente, mucho más despiadado que el de los tigres y los elefantes. Hasta la nota urgente de primera hora de la mañana en Antena 3 sonaba patética: “Ángel Cristo murió cuando regresaba de Guarromán”.

La veda quedaba abierta. “Ángel Cristo fue horroroso siempre”, sentenció esa belleza mil veces reconstruida llamada Ana Rosa Quintana. Es el ciclo de la vida. Cuando el cuerpo comienza a descomponerse aparecen los indicadores de la muerte. El tiempo de los insectos. Gusanos, moscas y escarabajos colonizan el cadáver. Fallecido el domador, surgen los vividores colaterales. Ángel Cristo es el ejemplo perfecto de fracasado al servicio de unas televisiones sin escrúpulos que, mientras usted lee estas líneas, se frotan las manos diseñando los estercoleros del fin de semana (“La Noria”, “DEC”…) y escribiendo las listas de depredadores (ex mujeres, camellos, periodistas…).

Un perdedor del calibre de Ángel Cristo es el sueño de cadenas que, como Telecinco, Antena 3 o Cuatro, basan buena parte de su programación en la desgracia ajena. “Las últimas horas de Ángel Cristo: ha muerto solo, sin su familia. Las últimas personas que le vieron con vida visitan nuestro plató”, anunciaron sólo unas horas después de conocerse su muerte en “Tal cual lo contamos” (Antena 3). Poco antes ya le habían puesto en su sitio en “Las mañanas de Cuatro” (Cuatro): “No se puede hablar bien de él por sus vicios, sus malos tratos, por no dejar amigos…”. La presentadora, Concha García Campoy, añadió la nota dramática: “¡Qué triste morir solo! Hay dudas sobre quién se hará cargo del cadáver del domador…”. Y uno de sus colaboradores, el toque intelectual: “Era un hombre autodestructivo, buscaba el suicidio, se desgobernó. Lo mismo le ocurrió a Sigmund Freud, que tomó cocaína para aliviar el dolor de las heridas”.

Drogas, leones, alcohol, enfermedades, infidelidades… Más zarpazos da la tele.

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P.D.1

La Casa Real ha facilitado tres nuevas fotografías del príncipe Felipe en las que luce vistosos uniformes de los ejércitos de Tierra, Mar y Aire. Según El Mundo, para esas tres imágenes se ha utilizado el mismo real careto. ¿Dónde está la sorpresa o el escándalo? Cortar la cabeza a miembros de la monarquía fue una práctica que se puso de moda tras  la toma de la Bastilla el 14 de Julio de 1789. La novedad en todo caso sería volverla a pegar en otro sitio. En la imágenes, las fotos de la polémica y el Photoshop utilizado en la revolución francesa…

P.D.2

Cuentan que Adriá y Arzak han probado recetas realizadas con semen de atún durante una visita a Barbate. Con la guasa que tiene el personal en Cádiz, y el descenso en las poblaciones de este pescado, no quiero ni pensar que les hayan dado gato por liebre. En cualquier caso, de innovadores nada: en las noches de los viernes en Canal + se puede disfrutar desde hace años de este tipo de experimentos gastronómico seminales.

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Un motivo para NO ver la televisión

Danny and the Champions of the World.

Cd: Street of Our Time.

Los seguidores del inconmensurable Bob Dylan que compartía sótanos con The Band, del Neil Youg más rural, del Gene Clark más sutil y de los Crosby, Still & Nash con las voces más coordinadas están de enhorabuena: Danny y los campeones del mundo editan su primer disco. Nueve canciones que nos devuelven la confianza en la música sencilla, apasionada y directa.

Danny George Wilson, miembro de Grand Drive, lidera a seis músicos inspirados (banjo, violín, guitarras acústicas, ganas de bailar), toda una superbanda británica con sabor genuinamente norteamericano. Imprescindible para aquellos que pensamos que The Felice Brothers son el último gran grupo de rock campero.

“No pondría la mano en el fuego ni por mí mismo”, aseguró Ignacio González, Vicepresidente de la Comunidad de Madrid, en “Los desayunos de TVE”. Poco tengo que añadir a unas palabras que, pese a venir de González, parecen profundamente sinceras. Tan sinceras como inquietantes, puesto que se convierten en una declaración de principios que deja a este político de la cuerda de Esperanza Aguirre con los pantalones a la altura de los tobillos.

Qué obsesión. En televisión, los tertulianos comienzan hablando del velo islámico en los colegios y acaban pidiendo que no permitan que los alumnos lleven los pantalones caídos. “Se les ven los calzoncillos ¿Dónde vamos a llegar?”, gruñen. No entiendo la polémica. Un constructor, un notario o un concejal de urbanismo pueden enseñar su banderita de España pegada al Rolex, su pelo engominado o su jersey Lacoste rosa sobre los hombros. Y un estudiante de biología ¿no puede enseñar los gayumbos asomando por los Levi´s?

La derechona y su doble moral. Con los pantalones caídos, utiles cuando se trata de burlarte de un poeta de izquierdas. Y si no vean la fotografía de José Emilio Pacheco, flamante premio Cervantes, que eligieron en La Razón para su portada del pasado sábado. Hay que ser miserable para publicar esa imagen en portada, ¿verdad? Pues ahí la tienen.

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Y sobre los pañuelos en las escuelas, pues más de lo mismo. De la doble moral, digo. ¿Hay crucifijos en las escuelas? ¿Sí? Pues entonces no entiendo por qué no puede haber símbolos de otras religiones. Lo que sí entiendo es la decisión del CSIC sobre el cierre definitivo de Altamira. Las cavernas, mejor chapadas.

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P.D.1.

Programar un concurso con niños a las diez de la noche de un martes es de imbéciles o de pederastas. Como se estrenó anoche en Telecinco, una cadena privada concedida por el Estado, tendremos que pensar que se trata de la primera alternativa. Y que  “Cántame una canción”, concurso en la línea de “Operación Triunfo” o “Mira quien baila”, es la clásica memez protagonizada por 29 chavales de entre 6 y 13 años que buscan la fama.

Dicen que es un “talent-show”, pero en realidad se trata de la burda explotación de niños cantantes en horario nocturno. Los pequeños podrían estar fabricando zapatillas de deporte, arrancando diamantes en una mina o limpiando cristales en un semáforo, pero están cantando “Pena, penita pena” en televisión a las doce de la noche. Y para un público adulto, puesto que los telespectadores infantiles lógicamente estarán a esas horas en la cama.

Sardá iba a presentar el engendro, pero a última hora debió arrepentirse y le pasó el marrón a Pilar Rubio, la mujer comodín. Poco más se puede decir de “Cántame una canción”, enésimo ejemplo de la mediocridad de la televisión y de la impunidad de las cadenas a la hora de aprovecharse de los más indefensos.

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P.D.2

Han enterrado a Antonio Izquierdo, el autor de la matanza de Puerto Hurraco, sin que nadie haya reclamado su cuerpo. ¡Qué oportunidad de oro ha perdido Ana Rosa Quintana para hacerse con un cadáver ilustre y ponerse al día! Me temo que la escritora-presentadora está perdiendo nervio periodístico: ha tardado dos semanas en llevar a su programa a Francisco, el padre de Cristina, la niña encontrada muerta en Seseña. Susanna Griso, su rival matutina, tuvo al padre en su programa de Antena 3 el pasado día 12. En un desesperado intento por compensar su falta de tensión cadavérica, Ana Rosa invitó también al hermano de la víctima. Pero todo llegaba tarde: ya nos habíamos avergonzado de nosotros mismos hace días en el programa de Griso. ¡Pobre Ana Rosa, que ya no barrunta la muerte como antaño! Hace años hubiese sido la primera en llegar al cadáver, en meter el dedo en las heridas de los familiares, en enseñar las fotografías de la niña, en hacer llorar a los padres. ¿Está perdiendo Ana Rosa sus propiedades carroñeras? ¿Se está haciendo vieja viejísima? El botox de calidad regenera los pellejos, camufla las grietas, pero me temo que no tiene ningún efecto rejuvenecedor sobre las neuronas.

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Un motivo para NO ver la televisión.

Hoodoo Gurus.

Cd: Purity Of Essence.

Recuerdo los primeros y grandes grupos del rock and roll australiano. Era el tiempo de los Easybeats y Radio Birdman, primero, y de The Sunny Boys, The Saints, The Church o The Lime Spiders, después. Los Hoodoo Gurus son gloriosos supervivientes de esos días de creatividad desbordada, excelentes canciones y guitarras distorsionadas.

“Nuestra meta no es sonar como los grupos de los sesenta; somos el rock and roll de los ochenta”, dijo Dave Faulkner, líder de los Hoodo, hace dos décadas. Hoy esas palabras siguen siendo válidas, puesto que el sonido de esta banda de Sidney es absolutamente atemporal, eterno. “Purity Of Essence”, su noveno disco, es una demoledora colección de canciones (16) que se convierte en su mejor trabajo desde el legendario “Mars Needs Guitars” de 1985. El rock del 2010.

«Ma-to. Yo por estar en Haití ma-to», piensan en estos momentos cientos de periodistas, en una adaptación libre de una de las reflexiones más jugosas de Belén Esteban. Hoy, Haití es cool. Si eres periodista y no estás en Haití, no eres nadie. El epicentro de un terremoto ha convertido a un olvidado país caribeño en el epicentro del universo, informativa y solidariamente hablando. Es difícil el acceso al corazón de la catástrofe, pero no imposible: han salido de España seis vuelos oficiales con ayuda humanitaria… y con cámaras y periodistas de televisiones privadas. Los primeros en llegar tendrán a la muerte en exclusiva.

Haití antes del terremoto. Fotografía: Alice Smeets.

Pedro Piqueras, todo un director de informativos de Telecinco, ha salido para allá con la ilusión de un becario. Dicen que en Haití el olor de la muerte lo impregna todo: el paraíso del sensacionalismo, la meca para una estrella de la información amarilla. Hasta entonces, es tiempo de tertulianos, esos sabelotodo que unos minutos antes de entrar en directo han tecleado en Google la palabra “Haití”. “El tiempo corre en contra”, es todo lo que acierta a decir uno de los sesudos colaboradores del programa de Concha García Campoy (Cuatro). Colecciones de tópicos. Banalidades. Palabras cargadas de teatralidad y melodrama. Y ya saben que en esto de la televisión el que da primero, da dos veces: Antena 3 ha organizado para hoy mismo un telemaratón solidario.

“La comunidad internacional se está volcando con este pequeño país”, dice Gabilondo en su informativo de Cuatro. “América está a vuestro lado. El mundo está a vuestro lado”, asegura Obama. Un poco tarde ¿no? Haití siempre ha necesitado ayuda. Nadie ha estado nunca a su lado. Es uno de esos “estados fallidos” a los que se refieren, con repugnante distancia, los expertos en política internacional. Un país más allá del alcance del derecho nacional o internacional. Un país de mierda.

Para miles de haitianos la ayuda humanitaria europea, la solidaridad de Antena 3, los directos de Piqueras, el apoyo de Obama, llegan demasiado tarde. Están muertos. Sus casas eran de una fragilidad miserable, no tenían hospitales, carecían de alimentos, de infraestructuras. ¿Quieren ustedes ser solidarios, como piden las televisiones? Diferencien una tragedia puntual, de carácter natural  y mediático, del olvido, la tragedia diaria de carácter político. Recuerden que, por poner un ejemplo, dentro de unos meses comienzan los monzones, y miles de personas morirán y perderán sus casas y cosechas en India, Bangladesh, Nepal…Y que luego llegarán las  hambrunas en Chad o Níger. Y las matanzas en Sierra Leona. Si esas miserias no son desproporcionadas, si a ellas no llegan las cámaras de televisión, si no sirven para abrir un telediario, no serán noticia. No existirán.

Además, dentro de unas horas otro suceso de rabiosa actualidad eclipsará el terremoto de Haití. Y entonces Obama, Piqueras y Antena 3 dejarán de estar a su lado. Los periodistas y cámaras regresarán. Y allí todo volverá a ser como antes.

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P.D.1

Las urgencias de los periodistas por emitir imágenes de tragedias son enormes. Tanto que les impiden la práctica del periodismo. Incluso en “el mejor telediario del mundo”. Los informativos de TVE han  emitido en las últimas horas dos vídeos falsos. Es decir, imágenes extraídas de You Tube que, vaya por Dios, no se correspondían con los hechos que se estaban narrando.

Para TVE es el terremoto de Haití, pero en realidad se trataba de una tormenta desatada durante un festival de rock en 2007 en Venecia.


Para TVE es una riada de hace dos semanas que tuvo lugar en Ciudad Real, pero lo cierto es que se trataba de un suceso ocurrido hace dos años en la localidad de Freeport, en Maine (EE.UU.), grabada por un fotógrafo del canal News 8.


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P.D.2

Cinco años y un día (el aniversario de Ana Rosa)

Tragedia en Haití. ¿Podría Estados Unidos coordinar la ayuda internacional? “Obama es heredero de esclavos negros. Imagino que tendrá una sensibilidad especial”, asegura Ana Rosa Quintana, que sabe mucho de negros. Es el resumen perfecto de “El programa  de Ana Rosa” (Telecinco). Un esperpento. Moral y estético. La ausencia de escrúpulos, la audiencia por encima de todo. Y viene siendo así desde hace cinco años. Tiempo suficiente para convertir a la escritora en líder de las mañanas televisivas.

Botox por dentro, hipocresía por fuera. En el programa de Ana Rosa coinciden los bastardos de “Gran Hermano” y un calendario solidario para un colegio en Nicaragua. Las tertulias facciosas y los niños con enfermedades espantosas. Los sucesos macabros y las entrevistas a las familias de las víctimas. Los vividores del corazón y los reportajillos de investigación. “Antes que periodistas somos personas”, dice Ana Rosa. Y no miente: antes que periodistas son cualquier cosa. Asustaviejas, trileros, exibicionistas, chupasangres, plagiadores… “Somos obreros de la comunicación”, insiste la reina del photo shop en un alarde de cinismo.

“Ana Rosa cambia constantemente de vestuario, pero cada día sale con la misma sonrisa y el mismo brillo en los ojos”, reza una voz en off. “Cinco años de exclusivas”, asegura Ana Rosa. Y arranca un vídeo para confirmar sus palabras: el hombre lobo mejicano, la mujer más pequeña del mundo, prendió fuego a su mujer, entrevista a los padres de la muerta, charla con la familia de Madeleine, el crimen de Fago, las víctimas del avión de Spanair, las escaleras donde murió Mari Luz, los padres de Marta del Castillo, Antonio Puerta escribe al programa… “Hay que ver lo que hemos llorado… pero también lo que nos hemos reído. Antes, unos bonitos anuncios”, sentencia la presentadora.

“El programa de Ana Rosa”, sin duda la mayor basura que se emite en televisión matinal, funciona: un 21,9% de audiencia media y 1004 días siendo líderes. “Un programa consolidado como el principal referente informativo de las mañanas”, resume la autopromoción del programa.

Lo peor. Eso es el programa de Ana Rosa.

Lucha de gigantes / Convierte el aire en gas natural / Un duelo salvaje advierte / Lo cerca que ando de entrar / En un mundo descomunal” (Antonio Vega).

No hay mejor ring que la televisión. Con millones de posibles espectadores, la pantalla se ha convertido en un inmejorable campo de batalla para duelos fratricidas. Vean cómo Ana Rosa Quintana y Susanna Griso se tiran de los pelos en directo cada día. O cómo Pepa Bueno y Matías Prats luchan para que sus informativos sean líder. ¿Y qué me dicen de Buenafuente y Wyoming, enzarzados en un combate de sumo dentro de su propia cadena? Pero la lucha más equilibrada, y por lo tanto más despiadada y cruel, tiene lugar en las cadenas temáticas de TDT por la mañana temprano. Es la franja despertador, ese momento en que usted entra en la ducha, pone la cafetera o, perezoso, se quita las legañas. Y es que en ese instante inicial de la jornada, con los primeros rayos del sol, se enfrentan, como en los duelos crepusculares de John Ford, Jiménez Losantos y Bob Esponja.

Algún bromista pensará que Losantos ha elegido el horario infantil para enfrentarse a rivales de su talla. No tiene gracia. Bob Esponja es un dibujo animado para niños. Losantos es un señor bajito. Bob Espoja es un personaje de ficción. Yo diría que un repugnante personaje de ficción, con ojos de cocainómano, discurso anfetamínico y un color amarillo que sólo sienta bien a los Simpsons. Losantos es… un personaje real. Les contaría muchas cosas, pero lo mejor es que ustedes le escuchen. Ayer mismo dijo lo siguiente: “Una noticia escalofriante: Moratinos podría acabar de ministro de Exteriores europeo. De ahí a los almorávides hay nada, diez minutos. La morisma con ánimo de gresca ve a Moratinos y dice, a por él. Y nada, otros ochos siglos aquí luchando contra la media luna. Nosotros estaríamos a favor de la media luna. Zapatero no, pero otros sí”.

Las audiencias, por desgracia para todos aquellos que necesitan droga dura por las mañanas, no están con Losantos. Bob Esponja le da un buen repaso: un 7,97% de share del invertebrado acuático frente a un rácano 1,2% del vertebrado radiofónico. “Es la mañana” (Veo7), la tertulia radiofónica de Losantos, se arrastra por la banda despertador muy por detrás de Esponja (Clan TVE), “Hotel, dulce hotel: Las aventuras de Zack…” (Disney Channel), “Zoey 101 / Príncipe de Bel Air” (Neox),  “Ben 10” (Factoría de Ficción)…Pero Losantos no debería desmoralizarse. La franja matinal de la TDT es su hábitat, la liga que le corresponde. Recuerden que, como dijo Rilke,  “la verdadera patria del hombre es la infancia”.

 

Un motivo para NO ver la televisión.

Los Lobos cantan a Disney.

Sí, Los Lobos, el grupo de David Hidalgo y César Rosas. La banda más grande del norte del Río Grande. El orgullo de la frontera. Los Lobos lanzan un disco con canciones de películas de Disney en versiones… digamos que muy especiales.

Los Lobos en Barrio Sésamo

 

Los Lobos y su versión de “Heigh Ho” de Blancanieves

 

Escucho a Alfonso Rojo en Intereconomía, una de esas televisiones marginales de carácter radical que nos ha regalado la TDT: “después de esto, hay que bombardear y dejar como una era Somalia”. Cuando el periodista de belicosos instintos utiliza el pronombre demostrativo, imagino que lo hace para referirse al secuestro de pescadores españoles por piratas africanos. Todavía aturdido por el comentario, abro El País de manera rutinaria. Es decir, por la página de comunicación. Y me encuentro con la despedida de Enric González: “La dirección de este periódico considera que conviene aprovechar al máximo el espacio de papel, cada vez más escaso, y que estas líneas serán de mayor provecho si se dedican a la televisión en lugar de a peroratas más o menos excéntricas”.

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Alfonso Rojo y Enric González son periodistas. Lo son en la misma medida en que Marco Materrazzi y Leo Messi son futbolistas. O Bisbal y Van Morrison cantantes. O Ana Rosa Quintana y Philip Roth  escritores. Formulismos, etiquetas, formalidades, llámenlo ustedes como quieran. El caso es que los dos, Rojo y González, ofrecen su opinión en medios de comunicación. Bueno, ya no. Porque Enric deja su columna diaria sobre televisión (y aledaños) para marcharse a Jerusalén como corresponsal. Un cambio de ubicación que parece debilitar a El País: es su columnista de moda, la estrella. Y puede hacer pensar a los lectores en un escarmiento por el famoso texto jamás publicado en el que Enric comentaba en tono irónico las aficiones de los propietarios del periódico: “No quiero ponerme en lo peor, pero cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños”.

Poca cosa parece para castigar a tu columnista estrella, ¿verdad? No se fíen: todo está muy  revuelto en el mundo del periodismo. Dice Enric, con el sentido común que le caracteriza, que “no hay que preocuparse si desaparece del periódico alguna opinión, porque cada uno tiene ya la suya”. Y tiene razón, al menos en parte. En momentos de confusión como los que vivimos, lo que abundan son las opiniones sumisas, interesadas, extremistas, irracionales. Bombardear Somalia. Y lo que se echa de menos, las opiniones independientes, reflexivas, y si no ecuánimes al menos honestas. Cuestión de ética, entendida como guía y faro para construir un periodismo digno y creíble.

No se hagan ilusiones. La tendencia es convertir  Somalia en una era. El británico David Randall escribió, en su imprescindible “El periodista universal” (Siglo XXI), que “para el no iniciado, la mezcla de periodismo y ética constituye la mayor incongruencia concebible. Incluso el empleo de ambos términos en la misma frase plantea el riesgo de que el lector prorrumpa en incontenibles carcajadas”.

 

 

P.D.

Luis Fernández, presidente de RTVE, ha convocado  para el próximo viernes al Consejo de Administración de la Corporación con la intención de presentar su renuncia. Miguel Ángel Sacaluga, candidato del PSOE, ya está en la línea de salida. Analizaremos el tema, pero hasta entonces me remito al primer post de esta última época: Tocata y fuga.

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El dato

Real Madrid 1; Alcorcón 4. Resultado final de la eliminatoria (dieciseisavos de final de la Copa del Rey).

Queridos lectores… ¡Feliz Navidad! ¡Paz y amor para ustedes y para el resto de la humanidad! Tenemos motivos para ser felices: corre el rumor de que en estas fechas tan señaladas, con las angulas y el amor por las nubes y el conejo por los suelos, hasta los hijos de puta se cogen unos días libres. ¡Viva entonces la gente, la paz, el amor y la solidaridad! ¡Viva la lotería y el Rey! ¡Vivan las cenas de empresa, las barras libres y el Almax! ¡Vivan los grandes almacenes, y sus ofertas “compre hoy y pague dentro de dos meses”!

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Y hablando de comprar, no olviden, por amor de Dios y del niño que está a puntito de nacer, adquirir una docena de calendarios solidarios de Ana Rosa Quintana, a nueve euros la pieza, en los que ella y sus colaboradores aparecen desnudos para alegría y regocijo de los niños pobres de Nicaragua. Ya sé que a la mayoría de los personajillos de ese programa de Telecinco ya los han visto en pelotas en Interviú, y que el resto son cuatro pellejos adheridos con botox a un esqueleto desvencijado, pero… ¡pobres niños nicaragüenses! “Es un calendario solidario, y se venderá en algunos puntos solidarios”, dice una Ana Rosa a punto de palmar de sobredosis de solidaridad. Yo, como en estas fechas me vuelvo tan bueno, tan bueno, tan bueno… pues me lo creo todo.

Me creo hasta que el discurso del Rey Juan Carlos es, además de un alarde de verborrea hueca, una cita imprescindible en nuestras vidas, nexo de unión entre españoles, faro para todo un pueblo. Un monólogo mejor que los de Buenafuente, para que ustedes me entiendan. ¿Me estaré volviendo, de tan bueno, gilipollas? El Rey estará fantástico esta noche, como siempre, hablando del terrorismo, de la economía, de la crispación política, de la unidad de España… De la vida, vamos. No se lo pierdan, se lo pido por el caganet del belén.

Es una suerte tener un rey que resulte igual de brillante como orador que como esquiador o regatista. Como es una suerte que todo un país, España, se paralice una buena mañana para ver si unos niños cantan los mismos putos números que tenemos en un papelillo que guardamos en la cartera. “Son niños con suerte. No queremos niños que no sepan transmitir el premio. Queremos alegría”, asegura un portavoz de los niños de San Ildefonso con un tonillo solidario la mar de agradable.

Televisión, navidades y solidaridad, qué magnífica combinación. Están hechos los unos para los otros. Observen qué bien combinan en esta imaginaria reflexión: “¿He sido una televisión mugrienta todo el año, mintiendo, difamando e insultando con el único fin de ganar mucha audiencia y, por tanto, mucha pasta? Sí, pero cuando llegan las navidades pongo en antena algún programa solidario y arreglado”.

Pues eso, que ¡Feliz Navidad!

En la versión post mortem de la columna de Umbral, puerta de atrás del periódico El Mundo, si los autores invitados no incluyen en negrita los nombres de González-Ruano, Ortega, Heidegger, Menéndez Pelayo o Maiakovski es que no tienen ni preparación, ni cultura, ni puta idea de escribir. Por eso un pobre bloguero como yo se anima, desde la frivolidad del ciberespacio, a elevar ese listón intelectual hasta niveles estratosféricos. Reservo toda la negrita para un solo nombre: Ana Rosa Quintana.

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Ana Rosa en negrita, qué ironía. Muchos de ustedes pensarán que quien realmente merecería figurar en letra oscura es el negrito de Ana Rosa. Un chiste fácil, sin connotaciones racistas, que nos recuerda que un escritor sin rostro pero con apellido le escribió a la presentadora al menos uno de sus insustanciales libros.

Pese a escribir personalmente sus libros, o seguramente por eso, Umbral jamás fue un hombre mediático. Es más, era el prototipo de personaje anti televisivo. No es que la cámara no le amase, es que no quería verle ni en pintura: mirada difuminada en el fondo de unas gafas de culo de vaso, patillas de hombre-lobo, media melena canosa, bufanda… La cámara se enamora de otro tipo de varón, más viril, con más carisma, con menos conversación, menos letrado. Ya saben, surtidores de testosterona de la talla de Coronado, Bertín Osborne o Jiménez Losantos. Pero el pobre Umbral… Su relación con la televisión fue lamentable: el día en que murió, en el informativo de Telecinco subtitularon la noticia con un miserable «Maestro polémico». En el resto de cadenas se abalanzaron sobre los archivos en busca de la famosa entrevista en la que el escritor, malhumorado y algo trompa, se encaraba con Mercedes Milá y le decía que estaba allí para promocionar su libro. Ése era Umbral para la televisión: un señor con aspecto huraño y dos copas de más que se encaraba con la presentadora.

La presentadora de televisión, ese moderno icoño (a Umbral le hubiese gustado este juego de letras), tiene una indiscutible reina gótica (de lo siniestro): Ana Rosa. Ella sí que es televisiva, la puñetera, puesto que domina como nadie el arte de atraer audiencias, rellenando con botox mediático no sólo sus irregularidades físicas, sino las escaletas de sus programas. Le gusta abrir boca, por ejemplo, con un buen asesinato: «Horacio la dio un beso. Después la roció con un líquido inflamable. Acto seguido la prendió fuego». O con algo de sexo enfermo y sádico: «Su hija tenía diez años cuando fue violada y se quedó embarazada».

Mortal y Ana Rosa.

«En el remolino del horror, cuando sólo eres piedra de dolor y miedo, mineral de espanto, nace, como una flor en la roca, la imaginación, la metáfora metaforizando sobre la enfermedad, la visión distanciada de uno mismo… ¿El espanto puede dar lirios?» escribió Umbral en tal vez su mejor libro («Mortal y Rosa»). En estos días se debate, por enésima vez, dónde está el límite de la televisión: un hombre ha matado a su novia después de que ella le rechazara en un programa. Fernández de la Vega, Vicepresidenta del Gobierno, se reunirá mañana con responsables de UTECA (Unión de Televisiones Comerciales Privadas) para estudiar medidas contra la violencia doméstica. Una pérdida de tiempo, me temo. Recuerden que ya existe un Código de Autorregulación y un Horario de Protección Infantil. Serán más papeles mojados.

Son muchos los programas que caminan arrastrando los pies por la mierda. Saben que la violencia de género no puede ser utilizada como espectáculo. Que ni siquiera debería ser valorada como un contenido informativo más. Pero no les importa. Tienen una meta: la audiencia, el dinero. El «Tomate» (Telecinco) es un clásico, y el «Diario de Patricia» (Antena 3) está de moda por siniestras circunstancias, pero…

En «El programa de Ana Rosa» se concentra toda la peor televisión que se hace en España. Si el marciano que utilizamos habitualmente como ejemplo de ignorancia terrenal llegara por enésima vez a nuestro planeta, y quisiéramos enseñarle lo que es la teleporquería, sólo tendríamos que darle una copia de ese programa. El alienígena podría contemplar, en pocos más de tres horas de demoledora intensidad, un amplio surtido con lo peor de nuestra civilización: asesinatos y violencia doméstica, seres deteriorados (la ex de Jesulín, un conde italiano, la cuñada de Rocío Jurado), reporteros del corazón, un forense, desechos humanos en forma de concursantes de «Gran Hermano», periodistas manipuladores…

La muerte, morbosa pasión que nos posee, y el chismorreo, lo rosa, es todo lo que necesitan nuestras televisiones para hacer un programa de éxito. Eso y, por supuesto, una presentadora capacitada para realizar el maridaje con solvencia. Mezclando lo mortal y lo Ana Rosa se obtiene la gasolina que prende la llama del éxito, el combustible que ilumina las mañanas desaboridas, el carburante que incendia programaciones ganadoras.

El periodista Manuel Cerdán, director de Interviú, es uno de los tertulianos de “La mirada crítica” (Telecinco). Desde la llamada “mesa de análisis” del programa comenta, muy serio, el proceso de negociación con ETA. Inmediatamente después aborda el derecho a la autodeterminación catalana planteado por Artur Mas: “A mí lo que más me preocupa de estas declaraciones es el ataque al Tribunal Constitucional. Podía haber realizado declaraciones más sesudas”, dice. Termina analizando las últimas declaraciones de Chávez: “lo importante es que la gente no caiga en la trampa de su discurso de chiste, en su demagogia populista, en su discurso jocoso”.

Manuel Cerdán, junto a la ganadora del concurso. (Interviú)

Cerdán (segundo por la derecha), junto a la ganadora del concurso. (Interviú)

Mientras escucho su ceremonioso discurso, ojeo el Interviú de esta semana. El solemne Cerdán televisivo aparece, más relajado, en la página 67. Se trata de un reportaje fotográfico realizado en la discoteca Alegoría durante la entrega de premios del concurso Chica Interviú 2007, presentado por Pipi Estrada y Arancha Bonete. Cerdán entregando un enorme talón de 6.000 euros a Valeria Petkova, la ganadora. Cerdán sonríe tras el cheque. Valeria lo hace desde el interior de un traje de baño rojo. No les faltan motivos: dentro de poco, anuncia Interviú, podremos ver a Valeria en pelotas.

La televisión y el periodismo son así. Cerdán es uno de esos periodistas con doble vida, elegidos por la televisión no para informar, sino para opinar. Profesionales ubicuos capaces de criticar las trampas de una “demagogia populista” y un “discurso jocoso» mientras posan con Pipi Estrada y una señorita en bikini. Y es que sin tetas, como dice la novela de Gustavo Bolívar Moreno, no hay paraíso. Ni periodismo.

Un periodismo que, arrastrado por la televisión, el sensacionalismo y los intereses económicos empresariales, vive momentos deplorables. Sumido en una crisis de imaginación, desnaturalizado por intereses políticos, sacudido por una alarmante falta de moral y escrúpulos. Y por el intrusismo del corazón. En el día de hoy, cualquier cotilla se autodenomina periodista. Ayer, Ana Rosa Quintana hablaba de Fernando Fernán Gómez. “Recordemos que nació en Argentina”, dijo toda chula. “No, no, era chileno, él siempre decía que la gente se confundía y decía que era argentino”, le corrigió la mujer del hermano de Rocío Jurado. Después del informativo, Ana Rosa tuvo que rectificar: “Vamos a hacer una aclaración. Fernando Fernán Gómez no nació en Argentina, ni tampoco en Chile… nació en Perú”.

Rosa María Calaf es de otra pasta. Una pasta que no le interesa a la televisión pública española: coincidiendo con una lluvia de premios a su carrera como periodista, tiene que abandonar TVE debido al expediente de regulación de empleo (ERE). “El periodismo es una profesión que se está deteriorando cada vez más”, aseguró el miércoles recogiendo un galardón. “Pido a los nuevos periodistas que no primen lo que impacta sobre lo que importa. Y que trabajen por una sociedad de ciudadanos responsables, no de consumidores”. ¿Premiar lo que importa sobre lo que impacta? ¿Una sociedad de responsables y no de consumidores? Esta mujer no es una periodista: es una terrorista. ¡A su casa! ¡Fuera de la televisión pública!

Y para terminar, una buena noticia. Se han editado en bolsillo (Editorial Verticales de bolsillo) “Campo de cebollas” y “Los nuevos centuriones”, de Joseph Wambaugh. Sí, el autor de esa maravilla llamada “Hollywood Station”. Ambos libros son excelentes, pero uno imprescindible: si te gustó “A sangre fría” (Capote) o “La canción del verdugo” (Mailer), devora “Campo de cebollas”. Una novela-reportaje sobre el odio, la violencia, la justicia, la muerte y la vida…


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