El descodificador

Archive for enero 2011

El juez Santiago Pedraz, en una de esas iniciativas que nos hacen volver a soñar con la justicia universal, se ha desplazado a Bagdad para reconstruir la muerte de José Couso. La idea es excelente, puesto que satisface las exigencias de una familia que se siente víctima de un crimen de guerra: piensan que al cámara de Telecinco le dispararon de manera premeditada, sabiendo que no era un francotirador, y que los gobiernos de Estados Unidos y España han silenciado el caso al considerarlo “daños colaterales”. Con su viaje, Pedraz, como en otras circunstancias hiciera Garzón, demuestra que al menos una parte de la justicia española no mira para otro lado, no cree en la impunidad, no se doblega ante el poder.


La comunicación también es poder. A lo largo de varios días veo a un Pedraz omnipresente, que aparece en televisiones, en webs, en periódicos, en fotos, en entrevistas, en vídeos… Pedraz en el aeropuerto de Madrid, Pedraz sonriendo junto a un escolta, Pedraz fumando delante del cartel del aeropuerto de Bagdad, Pedraz en un puente grabando con una cámara,  Pedraz charlando con corresponsales, Pedraz en la habitación del hotel, Pedraz con enviados especiales, Pedraz…

Admiro la decisión de Pedraz, un soplo de aire fresco en una institución oxidada y rancia. Pero, ¿es necesario convertir una investigación judicial en un show mediático? Plantearé de otra manera la pregunta: ¿Se puede evitar que una investigación judicial se transforme en un espectáculo informativo? Quizá sean prejuicios personales, pero cada vez admiro más la discreción. Jean de la Fontaine creía que “las personas que hacen poco ruido son peligrosas”. No estoy de acuerdo: la gente prudente, silenciosa y mesurada resulta tan adorable como escasa. El ruido es un mal de nuestra sociedad, una de las formas más terribles de contaminación, y los medios informativos se han transformado en amplificadores sin criterio. Son capaces de convertir las nueces en estruendo.

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Un motivo para NO ver la televisión

El último buen beso.

Autor: James Crumley.

Editorial: RBA.


Aviso a navegantes: nada más terminar de leer “El último buen beso” abrí Iberlibro, introduje el nombre de Crumley, y reservé todos los títulos suyos editados en España que encontré. “Uno que marque el paso” y “Un caso equivocado”. La razón es muy sencilla: ¡hacía años que no me divertía tanto con una novela negra!

El último buen beso” es la historia de C.W. Sugrue, un investigador privado aficionado a la botella con una facilidad sorprendente para contactar con otros bebedores. Incluso con animales que beben como esponjas: durante buena parte de la novela le acompaña un bulldog alcohólico. Y digo le acompaña porque todo sucede durante un viaje interminable, miles de kilómetros bañados en cerveza y whisky, en busca de una mujer que resulta no ser quien parecía ser.

Dicen que Crumley ha hecho por las carreteras del Oeste lo que Raymond Chandler hizo por Los Angeles de los años treinta, y es absolutamente cierto. El escritor de Three Rivers (Texas), fallecido hace tres años, describe con maestría e ingenio las carreteras, los bares y las calles de la América profunda. Olvide los coctels caros, los Cadillacs rosas y los apartamentos lujosos. Aquí se bebe cerveza en lata, se conducen camionetas desvencijadas y se vive en una continua resaca.

El último buen beso” es una novela espectacular. Por lo bien que escribe Crumley, un maestro de la ironía, y por el personaje protagonista, uno de esos detectives condenados a convertirse en clásicos. Diversión garantizada.

Je suis désolé. La cotización de la trufa, ese hongo ascomiceto de exquisito sabor, se ha desplomado: apenas se han pagado 1.700 euros por 569 gramos en la subasta benéfica organizada por Madrid fusión, cuando el pasado año se superaron los 3.000 pavos. ¿Cómo puede suceder una cosa así? ¿Es que ya no creemos en nada? Sin trufas, el termómetro anímico de nuestra sociedad, ya nada tiene sentido. ¿De qué sirve una sanidad pública eficaz, una justicia rápida o una educación de calidad, si no podemos espolvorear una miaja de negra de Périgord sobre nuestros tagliatelle? El paro, las pensiones, la violencia de género, la ausencia de valores, la dimisión de Alex de la Iglesia…Minucias si lo comparamos con la debacle que supondría la decadencia de este hongo de micelio tabicado y precio desmesurado.

¿Sabe usted que es el aroma lo que delata a las trufas, y hace posible su localización y recolección? El humano, que lamentablemente no está suficientemente dotado a nivel pituitario como para realizar este trabajo, recurre al cerdo. ¡Qué gran animal! El cerdo, digo. Sería injusto que la agonía de esa industria condenase al gorrino, otro de los pilares de nuestra sociedad, a la jubilación anticipada. Nosotros podemos trabajar hasta los 67 con una sonrisa en los labios, qué duda cabe, pero el cochinillo no trufero como mucho a los 18 meses tiene excursión al matadero. ¿Por qué no recuperamos a esos puercos de fino olfato para tareas audiovisuales?

Ya estoy viendo la escena: un guarro presidiendo las reuniones de contenidos de Telecinco. “¿Otro?”, pensará el lector con guasa. Efectivamente, uno grande y hermoso, un gocho rebozado en mierda que, sentado en un sillón de cuero (de vaca), sea capaz de, con sólo olisquear las carpetas de proyectos, decir cuáles serán un éxito y cuáles un fracaso. Voy a ir más lejos: la programación que la  cadena de Berlusconi emitió ayer, sin duda diseñada de forma meticulosa por profesionales de gran prestigio y jugosa nómina, podría hacerla un lechón por la mitad de dinero. ¡Qué digo por la mitad! Por un saco de bellotas el cerdo te prepara la parrilla de todo el año. Lean, lean: “El programa de Ana Rosa”, “Hombres, mujeres y viceversa”, “Informativos”, “Sálvame diario”, “Gran Hermano”…

Nacido y criado en una dehesa, el más apestoso y sucio de los cerdos ibéricos haría un papel de ensueño al frente de Telecinco, una auténtica cochiquera audiovisual, una enorme pocilga intelectual.

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P.D.1

Gracias a TVE sé más cosas de Harbin que de Teruel. Las dos son ciudades frías de cojones, pero los informativos de la televisión pública llevan dos días informando con detalle de la primera, una población China donde hace una rasca  pelona. ¿Por qué Harbin y no Teruel u otra cualquiera de las ciudades-congeladores del planeta? Muy fácil: en Harbin está Almudena Ariza, la reportera en constante movimiento, flamante premio del Club Internacional de Prensa a la mejor corresponsal española en el extranjero.

Es posible que usted recuerde a Ariza porque sus piezas son tan dinámicas que le impiden permanecer quieta: siempre se desplaza de un lado a otro de la pantalla. Si cuando comienza a hablar está en la izquierda, cuando termina está en la derecha. Pura acción, periodismo vivo. Quizá tampoco haya olvidado un reportaje memorable que comenzaba así: “Nos hemos colado en El Rocío…” ¿Colarse en El Rocío, una fiesta abierta a la que asisten miles de personas? O por el dramatismo de sus conexiones, siempre en el corazón de la tragedia, siempre en el centro del huracán, siempre vacías de contenido. Periodismo Harbin, melodramático como un culebrón, frío como el pecho de una rana.

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P.D.2

He recibido un correo muy triste: “Nuevos Medios cesa su actividad”. La muerte de Mario Pacheco  acarrea la desaparición de una de las discográficas más creativas, influyentes e independientes de todos los tiempos. Otro mal día para la música…

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Un motivo para NO ver la televisión

Pat Anderson.

CD: Magnolia Road.

En Estados Unidos das una patada a un bote y salen diez o doce cantautores. Si el bote es de Budweiser incluso dos o tres más. Y si se las das en Nashville… Más. Pero muy pocos son capaces de atreverse con una versión del “Dancing in the Dark” de Springsteen y salir airosos. Pat Anderson los tiene bien puestos, y en su primer disco lo demuestra: baladas, sí, pero también temas con los amplis a buen volumen y las baterías galopando. Raíces, de acuerdo, pero con una producción para el siglo XXI. Un tipo a seguir.

Tengo amigos que han entrado en profunda depresión después de escuchar a Durán i Lleida. Unos son funcionarios, y otros tienen apreturas económicas. Unos y otros estaban ilusionados por iniciar carrera política. Pensaban que tenían ideas, ganas de trabajar por los demás, creían que podían ayudar a construir una sociedad mejor. Pero en eso llegó el secretario general de CiU y les hundió en la miseria. Cuando un periodista le preguntó su opinión sobre la posibilidad de hacer públicos los bienes de los diputados, Durán i Lleida, cabreado como un mandril, respondió: “Si ustedes quieren que esta sea una cámara de funcionarios y gente pobre vamos por el mejor de los caminos”.

¡Funcionarios y gente pobre! ¡Qué espanto! Nada peor podría pasarle a la sociedad española, actualmente dirigida con sabiduría y transparencia por hombres y mujeres sin ataduras con el estado y con el riñón bien cubierto, que caer en esas manos. Durán i Lleida defiende que la política está reservada para “gente preparada”, las élites intelectuales y económicas, esas “que se pueden ganar la vida en la actividad privada”. Funcionarios y pobres son, por tanto, indignos de practicar tan noble arte. “Ha llegado un momento en que hay que defender la dignidad política”, sentencia el diputado en Cortes Generales.

Si seguimos dudando de esta buena gente, exigiendo el fin de sus privilegios, preguntando por sus incompatibilidades, pidiéndoles transparencia y el recorte de unas pensiones pensadas para exiliados, es muy posible que un día se enfaden y nos dejen en la estacada. ¿Imaginan una huelga de políticos? El pueblo ingobernable, moviéndose como pollo sin cabeza, llevaría al país a una situación de caos sólo comparable a “The Walking Dead”: ciudadanos zombies arrastrándose por las calles, sin oficio ni beneficio, al carecer de la iluminación ética, intelectual y moral que nos proporcionan sus señorías.

¡Qué ingrato es el pueblo llano! Y qué bueno es Durán i Lleida, que podría estar viviendo como un marqués y, sin embargo, está salvando a funcionarios y pobres de la crisis galopante. Es normal que piense que gana poco, que merece más, que su patrimonio debería ser secreto de estado. Recuerden que un día alguien le puso una pistola en el pecho para que se presentase a unas elecciones. Si no, ahora no disfrutaríamos de su sabiduría y buen hacer: estaría forrándose en una empresa privada.

“¡Al final me presento a las elecciones, que estoy hasta el coño!”, resume Belén Esteban, a las cuatro y media de la tarde, en Telecinco.


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Un motivo para NO ver la televisión

Ocho cerditos. Reflexiones sobre historia natural.

Stephen Jay Gould.

Editorial: Crítica.

Releo algunas de las piezas que el inolvidable Jay Gould escribió para revistas científicas, crónicas que se fueron publicando a lo largo de los años recopiladas en forma de libro. Son magníficas. Defienden teorías imposibles, reflexionan de manera divertida, y reflejan aspectos sorprendentes de la vida, en algunos casos de una complejidad infinita (la modularidad de Mozart). Están escritas de una manera tan pedagógica y amena que se disfrutan como si se tratase de pequeñas aventuras cotidianas.

La aportación de Jay Gould al mundo del conocimiento es infinita. Pone al alcance de cualquier zoquete con un mínimo de curiosidad la vida pluricelular, las peripecias de George el solitario (la última gran tortuga), los secretos de los dedos de los vertebrados, la historia jamás contada de la Creación o una visión inédita de la filosofía de Darwin. Jay Gould es mucho más que el cocreador de la Teoría del equilibrio puntuado. Es un maestro, en el sentido tradicional, eterno e insustituible de la palabra. Y el libro se puede conseguir en una magnífica, y económica (11,95 euros), edición de bolsillo.

“Pedantones al paño / que miran, callan y piensan / que saben, porque no beben / el vino de las tabernas” Antonio Machado.

Un día, hace no mucho tiempo, comí en el restaurante favorito del actual presidente del Gobierno. Entonces no lo sabía. Quiero decir que entonces yo no sabía que era el restaurante favorito de Zapatero. Un amigo me dijo que hacían muy buena la carrillada de ternera, y allí nos fuimos a probarla. El restaurante favorito de Zapatero no es una taberna del barrio Húmedo de León, no se vaya usted a pensar. En el restaurante favorito de Zapatero las lámparas son holandesas, el pan de oro brilla en unos espejos barrocos del XIX, la bodega es excelente, y las comandas se presentan protegidas por cubreplatos de plata que camareros uniformados levantan de manera ceremoniosa y perfectamente coordinada. Cuentan que el restaurante favorito de Zapatero, que se encuentra en un edificio singular de la madrileña calle Ferraz, nació como “cenáculo privado de financieros y políticos… con entrada restringida a un colectivo de socios muy definido”. En 2003 abrió “sus puertas al público en general, pero manteniendo un cierto sabor privado”. Actualmente concede un premio taurino anual y ofrece “espacios íntimos” y “alta cocina”. “Arte en su mesa”, resumen.

El restaurante favorito del líder socialista es el Club Allard. Un restaurante algo estirado y bastante caro capaz de transportar al cliente, tal y como dice su promoción, “a un paraíso de plácida elegancia”. Yo no he vuelto por allí, pero que conste que no ha sido porque no estuviese buena la carrillada, que estaba riquísima, sino porque me la tuve que pagar yo.

Si usted come con un político es muy difícil que le deje pagar la cuenta. Son generosos por naturaleza. No sería descabellado pensar que la cocina española de vanguardia debe tanto a ministros y concejales de urbanismo como a Arzak o a Ferrán Adriá. Allá por 1930 el conde de Keyserling aseguró, tras limpiarse unas migas de la boca con la manga del gabán, que para conocer el arte culinario de la edad de piedra bastaba con visitar a los pastores de las sierras españolas. El descomunal progreso gastronómico se ha cimentado sobre las visas de políticos, constructores y nuevos ricos, quienes con su generosidad han permitido que en menos de un siglo nuestra cocina se haya elevado desde el chozo del cabrero al paraíso de la plácida elegancia. Hoy celebramos la consolidación de Madrid Fusión, meca del soplete y la textura gelatinosa. Y nos enorgullecemos de que el Bulli, mejor restaurante del planeta, cierre sus puertas para convertirse en una fundación-centro de investigación con emisiones cero.

Conseguir emisiones cero es el sueño de todo comedor de legumbres y, por supuesto, de todo político concienciado. Zapatero, en un ejemplo de coherencia y compromiso, se niega a comer fabada y a cerrar las nucleares. Es la evolución lógica de unos progresistas exquisitos que se afanan por saber de vinos, educar el paladar y ofrecer una imagen de compromiso social. Saben que la alta cocina y las izquierdas son perfectamente compatibles, como ya demostró Miguel Hernández, republicano fuera de toda sospecha, con su pionera deconstrucción de la morcilla: “sangre escarchada de azúcar, cebolla y hambre”.

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Un motivo para NO ver la televisión

Tom Petty & The Heartbreakers.

Cd: Damn The Torpedoes.

Me pondré cebolleta: ya no se hacen discos como este. Esas canciones, ese sonido, esa portada… El tercer disco del genio de Florida, un derroche de inspiración y sensibilidad rocanrolera, roza la perfección. Escuchándolo esta tarde, más de 30 años después de que fuese grabado, es difícil no añorar esa batería perfecta de Stan Lynch, esos teclados omnipresentes de Benmont Tench, esa guitarra luminosa de Mike Campbell, esa producción colosal de Jimmy Iovine… Y por supuesto esos temas demoledores que Petty canta con voz de ratón y alma de león. En «Dawn The Topedoes» están los Byrds y los Stones, la Creedence y los Beatles, la verdad y la gloria del rock norteamericano.

Hace un par de meses se editó una versión Deluxe Editión, con el disco original  remasterizado y nueve temas más. Recomiendo la edición en vinilo, por respeto a la foto de Petty en la portada.

Un Mariano Rajoy eufórico, aún bajo los efectos afrodisiacos de la última convención de su partido, se presentó en el plató de Antena 3 con cuerpo de jota, aplomo presidencial y ánimo de reforzar su liderazgo con un nuevo golpe de propaganda hueca. Está en plena campaña electoral, y me temo que no ya de autonómicas, sino de generales. Es un líder sediento, quizá no tanto de urnas como de poder, y charlaba con Gloria Lomana, una de las entrevistadoras con menos reflejos de la historia de la televisión. No es de extrañar que después de esa conversación entre dos pesos pesados de la insolvencia comenzase la república…

Lamentablemente se trataba de la segunda, no de la tercera. República, digo. Continuación de “La señora” (spin-off, le dicen), “14 de abril. La República” es el nuevo culebrón histórico de TVE, una vuelta de tuerca más al inagotable filón que han encontrado en las series inspiradas en el franquismo y aledaños. Ya saben, “Amar en tiempos revueltos”, “Cuéntame”… Pura nostalgia light. Que nadie se asuste y piense, como contaba La Razón en su alarmista portada, que la serie “hurga en la memoria de la guerra civil”. He podido ver el primer capítulo en la web de TVE, y estoy en condiciones de asegurar que ni siquiera turbará el sueño de una monja de clausura. El telespectador encontrará una excelente ambientación, un vestuario muy cuidado, mucho amor, muchos enredos, muchos personajes extremos (buenísimos y malísimos)… Y poco más. Tranquilos, después de “14 de abril…” nadie saldrá a la calle para exigir la República.

Tampoco saldrá nadie a las calle para tirar cohetes por la entrevista de Lomana a Rajoy. Tras chutarse una sobredosis de autoestima el fin de semana, el candidato popular no es capaz de transmitir mejores sensaciones que antaño, es decir, más ideas que antaño. «Soy de buena pasta», dice el pobre. «Ya lo veo», reponde la pobre. El líder popular tiene grandes planes para crear empleo, asegura todo ufano, pero los desvelará en un futuro. Así las cosas, los 38 minutos de entrevista se podrían resumir en la pregunta y respuesta iniciales:

– ¿Se ve usted como presidente?

– En absoluto…

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P.D.

En “Los desayunos de TVE” Ana Mato, muy chulita, asegura que “Zapatero no quiere irse ni muerto”. Sólo unos minutos después nos enterábamos de que la vicesecretaria de Organización del Partido Popular es toda una experta en idas y venidas: Correa les regaló a ella y a su ex marido viajes por valor de 28.000 euros. ¿Esta es la “unidad” de la habla Rajoy? En la rapiña…

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Un motivo para NO ver la televisión

Ambrose Bierce y la reina de picas.

Autor: Oakley Hall.

Editorial Valdemar.

Descubrí a Oakley Hall gracias a “Warlock”, un western monumental que publicó hace poco Galaxia Gutemberg, y desde ese momento me convertí en un incondicional del escritor californiano. Pocos han narrado con tanta fuerza, profundidad y humanidad los tiempos del far west. Ahora se publica “Ambrose Bierce y la reina de picas”, una historia ambientada en el San Francisco de finales de 1880, tiempos duros en los que la violencia, el vicio y la ausencia de escrúpulos estaban a la orden del día.

En este libro, editado por Valdemar, Hall recrea una aventura del legendario periodista Ambrose Bierce, en la que investiga, con la colaboración del joven reportero Tom Redmond, la aparición de un asesino en serie que mata y destripa prostitutas. Las cosas no acaban ahí, puesto que Bierce, obsesionado por la corrupción que rodea el monopolio del ferrocarril, husmea en los entresijos del poder. Corrupción, prostitución, alcohol, muerte y algo de periodismo dan forma a una obra apasionante que, sin alcanzar la grandeza de “Warlock”, ofrece al lector momentos de enorme placer. Hall es un clásico, no lo olvidemos.


José Luis Moreno, el empresario-ventrílocuo imputado en el caso “Palma Arena” por un supuesto soborno al presidente balear Jaume Matas, pensó que la mejor manera de probar su inocencia era presentarse ante el juez con un manojo de billetes falsos. Moreno quería demostrar que los siete centímetros de grosor del sobre que portaba, y que incluía billetes de 500 euros fotocopiados, hacían inviable su transporte en el bolsillo interior de una chaqueta. Una defensa francamente innovadora, que sólo podía haberse mejorado incluyendo como testigo a Francisco Camps, seguramente el mayor experto mundial en trajes  multibolsillo. “Ha sido una declaración intensa y distendida”, sentenció el individuo que pone voz a Rockefeller.

Todo cabe, sólo es cuestión de saber cómo meterlo. Esta frase, que muy bien podría firmar Nacho Vidal, pretende reflejar lo endeble y circense de la defensa de Moreno, legendario ideólogo de la telebasura. Pero también es aplicable a las ideas que se han transmitido estos días en la reunión del Partido Popular en Sevilla. Más parecía un congreso de ventrílocuos que uno de políticos. No por lo de hablar con el vientre, por favor, sino por escuchar el discurso de Aznar en boca de muñecos de cartón. Ni una idea, sólo propaganda electoral introducida con calzador en una convención nacional. Lean esta pequeña selección de la filosofía popular…

“España tiene sed de urnas”, anunció a bombo y platillo un Rajoy que ofreció “un proyecto de recuperación nacional” y aseguró querer acabar con los “privilegios” de las pensiones de los diputados, cuando sólo hace un mes votaba a favor de mantener las mismas. No dijo ni una palabra, eso sí, de los sueldos de Cospedal o de Aznar. “Gobernar es imitar a Francisco Camps”, aseguró Javier Arenas. Y la guinda: Mayor Oreja acusó a los socialistas de “abrazar la cultura de la muerte”.

Pues pese a todo, muchos siguen pensando, seguimos pensando, que necesitamos un cambio…

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P.D.

Carlos Boyero se queja en su columna de El País de algo “heavy”: Iñaki Gabilondo se ha quedado “sin curro”. “Obligado al paro, no destila amargura ni rencor, sino temple, racionalidad, autoridad moral, agudeza, brillantez expositiva, normalidad…”, escribe Boyero. Tiene razón, pero es muy posible que la gran mayoría de parados en la situación del ex presentador de Cuatro también demostrasen temple, racionalidad, autoridad moral y todo ese cúmulo de virtudes. Gabilondo, que estando en el paro es consejero de PRISA, entrevistó el viernes en La 2 (TVE) a Placido Domingo, y presentó una gala-homenaje que tuvo lugar en el Teatro Real.

Sin ánimo de corregir a Boyero, dios me libre, creo que lo que todos los críticos de televisión deberíamos preguntarnos es si en la plantilla de TVE, nuestra arruinada televisión pública, no hay nadie capacitado para entrevistar a Domingo. Heavy: han tenido que fichar al parado Iñaki Gabilondo.

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P.D.2

Un gran programa en La 2, de esos que convencen a cualquiera de la necesidad de una televisión pública: “El fotógrafo de los presidentes”. Un documental sobre Pete Souza, el director del gabinete de fotografía de la Casa Blanca. La película muestra el trabajo de Souza durante seis meses, en los que Obama trabajaba en la campaña para la reforma del sistema sanitario. Muy emocionante.

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Un motivo para NO ver la televisión

Gregg Allman

Cd: Low Country Blues.

Rounder Records

Siempre es un placer recordar a los Allman Brothers, una de las más influyentes y queridas bandas de la historia del rock norteamericano, pero hoy con mayor motivo puesto que no se trata de un motivo nostálgico. Nada de reediciones ampliadas, directos olvidados o temas desechados en su momento y ahora recuperados. Hoy hablamos de un nuevo disco, una grabación completamente actual, de uno de los ilustres hermanos Allman.

Catorce años después, Gregory Lenoir Allman ha entrado en el estudio, y nada menos que con T-Bone Burnett como productor, para registrar doce canciones que fascinarán a todos aquellos que algunas veces soñamos el riff de “Jessica”. Grandes teclados (no podía ser de otra manera), temas clásicos registrados de forma tan elegante como contundente, una voz en forma y toneladas de blues del Delta, rock pantanoso y folk cadencioso. Nada del rock sureño que hizo grandes a los Allman. Dos temas tradicionales junto a versiones de Sleepy John Estes, Muddy Waters, Junior Wells, Skip James, Bobby Bland, BB King, Amos Milburn, Samuel Maghett, Otis Rush y uno, sólo uno, compuesto por Gregg Allman y Warren Haynes. Auténtico.

“Y había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado”. José Agustín Goytisolo.

¡Pobres Juan Carlos y Sofía, que en contra de su voluntad y sus ideas tuvieron que compartir mesa y misa con Franco, sin enfrentarse al sátrapa, sin exigirle libertad y democracia! ¡Pobre monarquía española, que se vio obligada a esperar a rebufo de la dictadura para, cuando esta murió en la cama, alcanzar el poder! En “Sofía”, la mini serie de Antena 3 sobre la vida y milagros de la realeza española, quieren ser tan políticamente correctos que transmiten al telespectador la idea de que el actual rey Juan Carlos era demócrata y antifranquista de toda la vida, incluso cuando levantaba la mano al ladito del mismísimo Francisco Franco. “No se puede tener a 30 millones de personas sin libertad, la democracia tiene que volver”, confiesa, por supuesto en la ficción, un jovencísimo Juan Carlos a una tierna Sofía mientras pasean por un parque, cogiditos de la cintura.

“A veces, la realeza parece más una condena que un privilegio”, dice el pobre príncipe televisivo. Y es que la mini serie, mala de solemnidad, ofrece al telespectador momentos realmente hilarantes en los que se alterna el humor más pueril con la más tosca manipulación histórica. El resultado, no podía ser de otra manera, es tronchante: los personajes son patéticos, los guiones ridículos, las situaciones esperpénticas, los actores nefastos… La serie muestra a Juan Carlos y Sofía como una pareja de merluzos sin personalidad, dos peleles en manos de las monarquías europeas, de la iglesia, del franquismo. Juanjo Puigcorbé es un Juan de Borbón sobreactuado e histriónico. El papel de Federica de Grecia, que interpreta Emma Suárez, parece escrito para Bárbara Rey. Carrero Blanco es el mejor caracterizado: resulta tan repugnante ahora como entonces.

En los momentos más inspirados, Juan Carlos recuerda incluso a profesionales del humor del prestigio de Gila. Y es que cuando el príncipe se pone al teléfono, el panoli se transforma en cascabel: llama a “Sofi”, su prometida (que entonces hablaba castellano perfectamente, no como después de casados), y le dice cosas hermosísimas: “Vas a ser la princesa de España más bonita que ha habido nunca”, “Hola princesa, soy tu príncipe azul”. ¿No es enternecedor? Lo sería si no fuese porque por aquel entonces, comienzo de los 60, la dictadura seguía siendo feroz: las últimas ejecuciones del franquismo tuvieron lugar en febrero de 1975, sin que se escuchasen las protestas del entonces príncipe.


Lo único sorprendente, y políticamente incorrecto, de esta mini serie es que tanto Juan Carlos como Sofía fuman como carreteros. En cualquier caso, deberíamos dar a “Sofía” una segunda oportunidad: en el capítulo final, el próximo miércoles, es posible que desvelen cómo la pareja de pánfilos protagonistas es capaz de acumular una fortuna de 1.790 millones de euros (según la revista Forbes).

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P.D.

Franco no ha muerto.

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Un motivo para NO ver la televisión.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó hace dos días, por 245 votos a 189, la iniciativa republicana que pretende derogar la ley de reforma sanitaria. El camino de los que tienen sueños nunca es fácil… Will Kimbroug y Tommy Womack interpretan en una tienda de discos (de vinilo) la balada de Martin Luther King escrita por el gran Pete Seger.

Un amigo gitano me cuenta que el precio de la chatarra ha subido una barbaridad: de seis euros el kilo ha pasado a más de veinte. Los chinos, que están comprando toneladas, han devuelto a la chatarra el prestigio perdido. La chatarra es metal de desecho, esos trozos de hierro que un día formaron parte de algo tan bello como una lámpara, tan útil como una silla de ruedas, tan recio como la viga de un puente. Acosados por los años, incapaces de mantener la pátina, se oxidan en el sótano del olvido. El pasado averiado, el brillo apagado, el esplendor desenmascarado y mohoso. Eso es la chatarra. El metal es el origen del término, que también podemos aplicar a decadencias tales como la comida chatarra, la literatura chatarra, la chatarra espacial o la telechatarra. No olvidemos, sería injusto, a los políticos chatarra: descompuestos, recauchutados, roñosos, herrumbrosos, sórdidos, corrompidos, pútridos…

“Cuando me miro en el espejo estoy en paz con mi imagen”, asegura Silvio Berlusconi, la más grande de las chatarras políticas europeas. Acusado por la fiscalía de Milán de prostitución de menores y abuso de poder, este Mussolini sobremaquillado asegura que ni piensa dimitir ni tiene intención de prestar declaración ante los tribunales. Y es posible que no lo haga, puesto que goza de inmunidad parlamentaria y del control de los medios de comunicación. “No se necesita mucha política cuando se tiene la televisión”, resumió sabiamente uno de sus asesores.

Las democracias enfermas se extienden por los países más chatarreros. Ahí es donde debería aparecer el periodista… Ahí es donde tratan de impedir su trabajo los políticos. El grado de populismo y manipulación de Berlusconi es tan grande que algunas televisiones, de las pocas de las que no es propietario, rechazan sus llamadas telefónicas: Giovanni Floris, presentador de la tertulia nocturna de Rai 3, el tercer canal de la televisión pública italiana, se negó el martes a que le pasaran en directo la llamada del primer ministro. “La última vez que lo hizo llamó a los periodistas prepotentes y mistificadores”, aseguró Floris.

El periodista, si no es amigo, puede convertirse en el  principal objetivo del político chatarra. Miren a Francisco Camps, presidente de todos los valencianos. Hace unos días demostró en Bruselas su desprecio por la información libre, por el periodismo, ignorando la cuestión que le formuló el corresponsal de Público durante una rueda de prensa. El periodista le preguntó sobre la posible apertura del juicio en el caso del presunto cohecho de los trajes, y un Camps altivo y chulesco le respondió hablándole del corredor mediterráneo. Un micrófono abierto grabó segundos después los pensamientos de esta chatarra política: “Estos son los que me dan votos, porque al final fíjate, dos terceras partes del parlamento valenciano van a ser del PP”.

P.D.

¿Existe la chatarra nuclear? Quizá el término sirva para esos restos eternos que no sabemos dónde enterrar. En cualquier caso, de lo que no hay duda es del excelente momento que atraviesa la chatarra moral: El ministro de Industria, Miguel Sebastián, en nombre de Rodríguez Zapatero, asegura que está dispuesto a retrasar el cierre de las centrales nucleares, incluida la de Garoña, a cambio de un pacto global en pensiones y reforma laboral .

Por cierto ¿No será usted uno de los pardillos que votó al PSOE que incluyó en su programa el cierre progresivo de las centrales nucleares? Pobre: su voto se convirtió en chatarra.

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Un motivo para NO ver la televisión

Fuck America.

Autor: Edgar Hilsenrath.

Editorial: Errata Naturae.

Jakob Bronsky logró escapar de un gueto alemán y llegar hasta Nueva York para, desde las alcantarillas de esa ciudad, escribir a trompicones una novela de prometedor título: “El pajillero”. No esperen la historia de alguien con la conciencia social y la rectitud moral de un exiliado político. Bronsky es un vago, un trapichero, un salido e incluso un sinvergüenza. Trabaja lo justo para poder escribir, ni un minuto más. Frecuenta la compañía de prostitutas, roba a sus compañeros de pensión, y sueña con sodomizar a una secretaria. Una joya, el pájaro.

Un libro de estas características, protagonizado por un escritor onanista condenado al fracaso, sólo me lo podían haber recomendado unos tipos infames. Concretamente aquellos que escribían de literatura en Soitu. Los mismos que han abierto una librería independiente, luminosa y selecta en pleno centro de Madrid. “Tipos Infames” se encuentra en el número 3 de la calle San Joaquín, semi esquina con Fuencarral, y ofrece, además de una cuidada selección de  novedades editoriales (ni un libro malo), algunos vinos excelentes a precios ajustados. Y lo digo con conocimiento de causa: mientras escribo estas líneas me estoy bebiendo la botella de Ziries que me regalaron hace unos días. Un vino de Toledo, uva garnacha, riquísimo. ¡A vuestra salud! Y a la del bueno de Bronsky, un personaje que fascinará a los seguidores de Fante, Bukowsky y demás desaliñados escritores USA.

España entera se encuentra desolada: Ángel Martín ha anunciado que mañana a las cinco dejará de presentar el programa de La Sexta “Se lo que hicisteis…”. ¿Se recuperará la industria audiovisual de una baja de tantísimo nivel? ¿Sobrevivirá La Sexta a la renuncia de uno de sus principales intelectos? ¿Cuántos kilómetros tendrán las colas de telespectadores desolados dispuestos a tirarse por un viaducto? Sin duda un momento de inflexión en una televisión española que, tras el duelo, debe reflexionar sobre el demoledor impacto de la pérdida. Si al final es cierto que se pira, cuidado… No desentonaría en absoluto con el humor infantil del programa que se tratase de una bromilla promocional.

“No es broma, me voy a ver crecer lechugas que es más divertido”, asegura el cómico con un tono que resulta tan fatalista como realista: ciertamente, contemplar cómo crecen lechugas es mucho, muchísimo más divertido y excitante que ver “SLQH”. El programa de La Sexta ha sufrido un deterioro progresivo desde sus comienzos, que se agravó de forma definitiva cuando prohibieron que utilizara imágenes de otras cadenas. “SLQH” ha sido el perfecto ejemplo de golpe de suerte: un programa que funcionó por motivos y circunstancias puntuales, y que no ha crecido con ninguno de los cambios realizados por los responsables del mismo a lo largo de cinco años. La llegada de un rival directo,  «Tonterías las justas» (Cuatro), ha sido suficiente para dañar sus audiencias.

«Estoy cansado, me aburro», patalea Martín en lo que pueden ser los preámbulos de su marcha o la guinda a una simple maniobra promocional. Una estrategia patética y muy poco profesional, en cualquier caso. Según el psicólogo norteamericano Skinner, el refuerzo diferido no es eficaz. Es decir, que el intervalo óptimo entre respuesta y esfuerzo debe ser inmediato. No lo dejes para el jueves, no alargues la agonía, no rentabilices una huida. Si dices que te vas, ¡vete de una puta vez!

En «Los desayunos de TVE» muestran cada mañana las portadas de los principales periódicos. La de ABC aparece tapada por un destacado de la misma: «Lenta vuelta a la normalidad en Túnez». Ya sé que soy un tipo sin criterio, pero observando minutos después esa misma portada en un kiosko me pareció que la información principal, la más jugosa, era otra. Concretamente el titular de mayor tamaño: «Dominio regional del PP». Y no les digo nada del texto que acompañaba a esa enorme tipografía: «Las encuestas le dan un triunfo histórico en todos los territorios con elecciones en mayo, en muchos de ellos con mayoría absoluta». ¿Han comenzado ya las elecciones? ¡Y yo sin enterarme!

Seguimos en «Los desayunos…». Y bajo la sombra de las elecciones. Las cosas no pintan demasiado bien para los socialistas, como acabamos de ver, así que no sería de extrañar que algunos malpensados comenzasen a ver los primeros movimientos subterráneos en algunos medios de comunicación. Una sutil pincelada aquí, un torpe brochazo allí. Fernando Berlín, ahijado de González y de Gabilondo, arrancó ayer como tertuliano en «Los desayunos…», sin duda gracias a su buen hacer en la tertulia «de izquierdas» de La Sexta. Berlín llegó a la cadena de Roures como contrapeso de los energúmenos de derechas. Y lo ha bordado: levantando excesivamente la voz, señalando con el dedo, buscando la polémica, forzando la bronca, tensando la cuerda. Un crack. En la televisión pública, sin embargo, rebajó sus índices de adrenalina y habló de la crispación que vivimos, capaz de provocar la agresión de un político murciano.

El tertuliano prudente y cabal tiene, salvo honrosas excepciones, poco futuro. Tampoco lo tiene el bufón enloquecido. Uno nunca debe olvidar para quién trabaja, quién le paga. De este simple detalle, aparentemente obvio, depende el futuro de aquellos que quieren sobrevivir en el competitivo mundo de la opinión. Berlín domina los tiempos, agresivo hasta el colapso en La Sexta, reflexivo y prudente en la televisión pública. Llegará lejos. Llegan la elecciones.

Este fin de semana se han presentado dos nuevos programas: el telefilme «Operación Malaya», en La 1 (TVE), y el retorno de «El club de la comedia», en La Sexta. Metáforas. Los dos extremos de un país tragicómico, de Puerto Urraco y chirigota, donde la actualidad está tan viva, y es tan urgente y perra, que nos adelanta por la derecha. Felipe González afirma que no renuncia a su pensión vitalicia. Aznar calla, luego otorga. Y Trinidad Rollán, secretaria de organización de los socialistas madrileños, anuncia que continuará en su cargo pese a la condenada a ocho años por prevadicación impuesta por el Tribunal de Justicia de Madrid.

«¡Para matarlos a hostias!», ladrará más de un energúmeno estimulado por el pacharán o por Intereconomía. Pues tenga usted mucho cuidado con lo que dice, porque de una escoba salieron siete tiros. Y al consejero de Cultura de Murcia, del Partido Popular, le han agredido en la puerta de su casa y se encuentra en el hospital.

Los políticos del PP y del PSOE están horrorizados. José Ramón Jáuregui, ministro de la Presidencia, dice en TVE que toda la violencia es espantosa, pero «con los cargos públicos, más». Vaya por dios, con los cargos públicos más… Jáuregui quizá debería valorar la posibilidad de que los cargos públicos tuvieran algo de responsabilidad en el crispado clima social que vivimos. Es decir, que la violencia con los políticos pudiera ser una simple consecuencia de la actitud de los propios políticos, de su falta de escrúpulos, de su escasa integridad, de su lenguaje agresivo, de su obsesión por dividir, de su facilidad para corromperse, de su ambición desmedida, de su discurso del odio.

Jáuregui debería saber, y no le pido que salga a la calle, sólo que lea los periódicos, que la crisis de la política, de los políticos, es un hecho. No son fiables, no son creibles, no son de los nuestros. Algo que en ningún caso justifica la violencia. Con el puño americano les daremos en las próximas elecciones…

TVE, la televisión pública, la única que ha renunciado a emitir publicidad, estrenó anoche “Los anuncios de tu vida”. El programa, presentado por Manuel Campo Vidal, flamante presidente de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión, nace con ínfulas de retrato sociológico de varias generaciones. Pero realmente es un patético ejercicio de casposa nostalgia comercial: la publicidad es otra forma de contaminación.

La historia de la publicidad es la historia de la mentira. Viene siendo así desde que Eva vendió a Adán el pecado camuflado de manzana. Hoy esa burda estafa se ha sofisticado: al fraude comercial se le llama marketing, y tiene formas tan diferentes como la pulsera mágica Power Balance o la ayuda solidaria al tercer mundo. Le ampliaré esta última patraña publicitaria… El 12 de enero de 2010 un terremoto destrozó Haití, el país de las Antillas que comparte isla con la República Dominicana. Murieron 316.000 personas, y más de un millón quedaron sin hogar. La comunidad internacional, con España al frente, reaccionó de manera extraordinariamente solidaria y se comprometió a hacer todos los esfuerzos necesarios para reconstruir el país. Los políticos tomaron la palabra y organizaron inmediatamente viajes promocionales: La entonces vicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega visitó el campo de desplazados de Mais Gate, en Puerto Príncipe: “no les vamos a fallar”, dijo, rodeada de niños tristes. “Habéis traído la vida a Haití”, aseguró la ministra de Defensa durante su visita a las tropas españolas en la costa de Petit Goave, y abogó por “refundar el país y hacerlo mejor de lo que se hizo en ocasiones anteriores”.

Un año después del terremoto, Haití sigue sufriendo. El 95% de los escombros no se ha retirado, la reciente epidemia de cólera se ha cobrado ya más de 3.700 muertos, alrededor de un millón de personas sigue vagabundeando por las calles, tres millones necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir…La televisión pública española, esa que no emite publicidad excepto con fines sociológicos, informa brillantemente sobre el fracaso de Haití: “debido a la  mala gestión de las ayudas, un año después la situación sigue siendo catastrófica”.

No era solidaridad, imbécil. ¡Era publicidad!



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Un motivo para NO ver la televisión

Mire al pajarito.

Autor: Kurt Vonnegut.

Editorial: Sexto Piso.

– He aprendido cómo los hombres conquistan su libertad y cómo pueden seguir siendo libres.

– ¿Cómo?- preguntó Claire.

– Luchando por los derechos de los desconocidos.

Kurt Vonnegut cierra con esta frase “El Key Club de Ed Luby», una de las mejores historias de “Mire al pajarito”, el libro de relatos inéditos que se acaba de editar en España. Con esta colección Vonnegut (1922-2007) demuestra que es mucho más que el autor de “Matadero Cinco” o “El desayuno de los campeones”. Y es que cada cuento es una obra maestra, tanto por su estilo diáfano y rotundo como por su descomunal sutileza e ironía: no es fácil saber cuándo Vonnegut habla en serio y cuándo pasa la patata caliente al lector, solicitando su colaboración para juzgar las situaciones, analizar a los protagonistas e imaginar finales alternativos.

Humor negro, surrealismo, ciencia ficción y crítica social, elementos habituales en los libros de Vonnegut, se encuentran en dosis generosas en las 274 páginas de “Miren al pajarito”. Un regalo para todos los amantes de este escritor de Indianápolis, que es tanto como decir de la literatura satírica  norteamericana. Un maestro.

“¡Todos los políticos son iguales!”, ladra en la barra del bar un parado de 63 años que sólo ha cotizado a la seguridad social 39 de ellos. Se encuentra en pleno proceso de separación matrimonial y, a punto de perder su casa por no poder pagar la hipoteca, también ha perdido la fe en aquellos que eligió para gobernar. Y en los otros. ¡Pobre ignorante antisistema! La política es la verdad y la vida, es el presente y el futuro, es el poder y la gloria. Y por muy desafortunada que sea su existencia, ese trabajador fracasado debería saber que, como dicen los grandes analistas de la actualidad española, no todos los políticos son iguales. Si no me cree fíjese en el magnífico ejemplo dado estos últimos días por dos ex presidentes, José María Aznar y Felipe González. El primero se ha convertido en asesor externo de Endesa (200.000 euros anuales) mientras que González ha fichado como consejero independiente por Gas Natural (126.500 euros anuales).

Más diferentes, imposible. Aznar lleva bigote y ha fichado por una compañía pública privatizada, mientras que González fuma puros y ha sido fichado por una empresa pública privatizada. ¿Ven cómo no todos los políticos son iguales?

Es bien sabido que con la energía pasa como con el dinero: ni se crea ni se destruye, se consume. El presidente del Congreso José Bono se encuentra en estos momentos en Líbano, encabezando una delegación parlamentaria que ha viajado hasta Oriente Próximo para agradecer su trabajo a los cascos azules españoles. Quizá los soldados hubieran preferido la visita de Shakira, pero Bono ha elegido como compañeros de excursión un amplio grupo de diputados (auténticos cascabeles, eso sí), entre los que se encuentra la vicepresidenta segunda, Ana Pastor, el vicepresidente cuarto Jordi Jané, el secretario primero Javier Barrero, los portavoces de los grupos parlamentarios del PSOE, José Antonio Alonso, de CIU, Josep Antoni Duran i Lleida, del PNV, Josu Iñaki Erkoreka…

Mucha gente, muchos viajes, muchas dietas… No importa: el dinero gastado en políticos siempre está bien empleado. Solucionan nuestros problemas ¿no es así? Un ejemplo: conscientes de que vivimos tiempos de crisis, los presupuestos públicos destinados en España a la enseñanza en 2011 dispondrán de 1.800 millones de euros menos que el pasado año. ¿Ven cómo sí se puede ahorrar?

Con menos dinero para educación aumentará el fracaso escolar. Con mayor fracaso escolar los niños de hoy serán en un futuro adultos más ignorantes. Esos adultos ignorantes tendrán menos posibilidades de encontrar trabajos dignos, y más de estar desempleados y deprimidos. Jamás podrán jubilarse antes de los 65 años, puesto que nunca podrán cotizar 41 años a la seguridad social. Entonces, cuando se encuentren en el bar, hundidos y bebiendo cubatas, dirán: “¡Todos los políticos son iguales!”.

Pero a los políticos actuales no les importará, porque entonces ellos ya no estarán aquí. Les habrá contratado alguna empresa pública privatizada.

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P.D.

No todos los políticos son iguales, evidentemente. Los que sí son clavaditos son los medios de comunicación: si queremos saber con pelos y señales la vida laboral de Aznar tenemos que leer Público, sintonizar la SER o ver La Sexta. Sin embargo si lo que pretendemos es saber los detalles del nuevo curro de González deberemos leer ABC, oír la COPE y ver Intereconomía. ¿Entienden ahora la crisis de los medios de comunicación?

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Un motivo para NO ver la televisión

Elliott Murphy.

Cd: Elliott Murphy.

Desde décadas los discos del gran Elliott Murphy van apareciendo de manera más o menos rutinaria, sin grandes penas, con pocas glorias. Trabajos dignos que reúnen canciones más o menos brillantes que jamás alcanzan la intensidad y belleza de los viejos tiempos: “Aquashow”, “Lost Generation”, “Nigh Lights” y “Just a Story From America” parecen inalcanzables. Eran los años 70…

“Elliott Murphy” no nos devuelve al que considero uno de los más importantes cantautores norteamericanos de todos los tiempos, pero nos hace pasar un buen rato. Es un disco excelente del que es fácil imaginar la fórmula: letras muy cuidadas, auténticos poemas, envueltas en unas melodías construidas con y para la guitarra. Después de más de 30 discos grabados, y cientos de conciertos memorables, Murphy sigue mereciéndo todos nuestros respetos. Es un clásico. ¿La última de las estrellas del rock?


No se dejen engañar por el título del post de hoy: no voy a hacer otro comentario agrio sobre el Gobierno. El post está dedicado a una serie de ficción norteamericana llamada “The Walking Dead”, estrenada anoche por La Sexta, la cadena más activa en los últimos días. Se trata de la adaptación de un comic que, escrito por Robert Kirkman y dibujado por Tony Moore en 2003, describe con gran éxito entre el público yankee un cataclismo que convierte a los humanos en zombis. Los zombis son, no hace falta que se lo cuente, esos muertos que no acaban de palmar y se mueven por el mundo como si fuesen sonámbulos a los que se les están acabando las pilas. ¿Han visto a Manuel Fraga recorrer la Ciudad de la Cultura de Galicia, ese monstruo presupuestado en 100 millones de euros en el que ya se han gastado 500 millones? Pues más o menos…

Antes de comenzar la crítica le confesaré que tengo ciertos gustos… digamos que extraños. Por ejemplo, me fascina la preparación de cadáveres de animales con fines científicos. Con esto quiero decir que no soy un tipo apocado o medroso. Pues bien, después de haber abierto en canal decenas de bichos muertos, escaldado y arrancado plumas de aves, extraído las vísceras de mamíferos, cocido sus cuerpos, descarnados y finalmente archivados sus esqueletos mondos y lirondos, tengo que confesar que con “The Walking Dead” he pasado algún mal rato. No me incomodan los restos reales de animales en diferentes fases de descomposición, pero me desagrada ver una ficción en la que disparan en la cabeza a una niña con la cara en proceso de putrefacción.

Con esto quiero decirle que “The Walking Dead” no es una serie para pusilánimes: la violencia es brutal y el detalle morboso no siempre está justificado. Cabezas reventadas con palos de beisbol, sesos saltando por los aires, sangre corriendo a chorros, cuerpos troceados que se arrastran con las tripas colgando, humanos embadurandos con restos de zombi… El ambiente post apocalíptico de la serie, que recuerda sospechosamente a “The Road” de Corman McCarthy y a la película de Danny Boyle “28 días después”, puede que así lo exija. Pero es seguro que tampoco le vendría mal un guión más jugoso, personajes emocionantes y actores con alma. Aunque tratándose de zombis imagino que no se les puede pedir demasiada pasión…

En cualquier caso, y pese al exceso de casquería, algunos momentos de los primeros capítulos son realmente memorables, como ese recorrido a caballo del protagonista camino de Atlanta, por el carril vacío de la autopista. Merece la pena echarle un ojo, en el sentido humano (no zombi), a la serie, y disfrutar de unos efectos especiales tan siniestros como brillantes. Pero no sé si será suficiente como para enganchar al público de ficción, ese que se debate entre bazofias como “Gavilanes” y exquisiteces como “Boardwalk Empire”.

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Un motivo para NO ver la televisión

Un naturalista y otras bestias.

George B. Schaller.

Editorial Altaïr.

Si envidio a alguien en este mundo, ese es George B. Schaller, el más grande de los biólogos de campo del siglo XX. Y no sólo porque fuera el compañero de Peter Matthiessen en su viaje por Dolpo, durante el que este último escribió “El leopardo de las nieves” (Siruela), un clásico absoluto. Sino porque Schaller ha pasado tres años estudiando a los leones del Serengeti, ha vivido más de un año junto a los gorilas de montaña de los Virunga, ha seguido las huellas de los tigres en India, ha instalado su tienda en la reserva natural de Wolong para desvelar las intimidades del oso panda… Y de la mayoría de estas aventuras ha escrito libros maravillosos, en los que ha sido capaz de mezclar con enorme sabiduría los datos científicos, y la etología de las especies, con descripciones mágicas de paisajes, animales y plantas.

Schaller es uno de esos hombres privilegiados que han vivido por veinte. Tras cincuenta años estudiando la naturaleza, viajando sin tregua y denunciando tropelías medioambientales, por fin edita en España este resumen de sus peripecias por todo el mundo. “Un naturalista y otras bestias”, subtitulado “Relatos de una vida salvaje”, es el ejemplo perfecto de una existencia plena, aprovechada al máximo.

La Sexta estrenó anoche un debate de izquierdas. Ahí es nada. Decir que en España una cadena de televisión ha estrenado un debate de izquierdas se escribe y se lee en un pispás, ya lo ven, pero la cosa tiene mucha miga: demuestra la complejidad del medio televisivo y lo laberíntico de la mentalidad humana. ¡Somos tan enrevesados! Acostumbrado al monopolio de los debates de ultraderecha, el telespectador podría haber llegado a pensar que en este país no existía la izquierda. ¡Qué despropósito! La izquierda televisiva es una realidad, siempre y cuando sea compatible con el negocio. Así, 24 horas antes del debate “Al rojo vivo”, La Sexta emitió “Supercasas”, un programa sobre mansiones de lujo, con pijos de manual y dosis ofensivas de ostentación, despilfarro y exceso. Es decir, que en estos tiempos de socialismo de salón, la riqueza y la izquierda no se repelen, sino que se complementan.

Así las cosas, el sentido común daba a entender que el presentador de un debate de izquierdas en La Sexta sólo podía ser uno: Jaume Roures, un marxista trotskista millonario. El rojo vivo. ¡Qué maravillosa vuelta de tuerca moral! ¡Un debate de izquierdas presentado desde el poder y la hipocresía! Finalmente no ha podido ser, y el todopoderoso empresario catalán ha declinado su responsabilidad natural y ha puesto el debate en manos del director de la cadena, Antonio García Ferreras, quien presentó el programa con enorme desparpajo y solvencia.

Según las promociones de La Sexta, “Al rojo vivo” ofrece “Pasión por la pluralidad y el pensamiento crítico”. Sin embargo, la selección de tertulianos para el primer programa resultó francamente decepcionante. Más de lo mismo. Me temo que Federico Quevedo (El Confidencial), Fernando Berlín (Cadena SER), Elisa Beni (cadena SER), Antonio Miguel Carmona (dirigente socialista y tertuliano de El gato al agua), Francisco Marhuenda (director La Razón) y José María Calleja (CNN+) no representan lo que yo entiendo por “pensamiento crítico”. Y no pueden ofrecer nada nuevo a un telespectador que necesita aire fresco. En el futuro llegarán algunos invitados con criterio, pero también el habitual puñado de mercenarios televisivos, mentirosos compulsivos e insultadores sin escrúpulos. Nacho Villa, Alfonso Rojo,  Antonio Pérez Henares…

Dos horas y quince minutos de opiniones mediocres, sean conservadoras o progresistas, resultan un auténtico coñazo. Escaldados por la vulgaridad y la crispación de este tipo de debates, y saturados de información política, ¿necesitamos otro programa más con “opinadores” profesionales? Sin duda, puesto que con todos sus defectos, que los tiene, “Al rojo vivo” es el programa que la gente de izquierdas estábamos esperando: ¡Gracias a él adelantan la hora de emisión de “Buenafuente” (22.15 en La Sexta 2)!

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Un motivo para NO ver la televisión

Social Distortion

Cd: Hard Times and Nursery Rhymes.

Buenas noticias: regresan Mike Ness y sus chicos. Los herederos legítimos de los Clash ponen a la venta su octavo disco dentro de unos días (ya se puede escuchar en algunas webs). Y lo mejor que puedo decir es que los seis años de espera desde su último trabajo de estudio, el grandioso “Love, Sex and Rock and Roll”, han merecido la pena. Desde la portada hasta el último redoble de batería son Social Distortion en estado puro, con sus letras incisivas, sus guitarras salvajes y la voz inconfundible de un rocker a la vieja usanza.

“Hard Times and Nursery Rhymes” es rock and roll, pero está abierto al resto del mundo. Comienza con un instrumental, crea espacios para un coro gospel, ofrece un homenaje a Bonnie & Clyde, tiene rastros de punk, blues y AC/DC… Pura energía, imprescindible en estos tiempos convulsos.

Nos están intoxicando. Algunos de forma rápida y sin contemplaciones, añadiendo aceites industriales a los piensos de granjas de pollos y cerdos, permitiendo que el aire de Madrid esté tan sucio como para provocar infartos o contaminando el río Guadalquivir con toxinas y altísimas concentraciones de CO2. Otros lentamente, vendiéndonos a través de la televisión ideas viejas, conceptos agotados, filosofías decadentes, personajes sin importancia. Sin ir más lejos, hoy lunes desfila por la pantalla el pasado del PSOE. En los desayunos de La 1 (TVE) Ana Pastor entrevista, en su regreso post parto, a Felipe González. Y por la noche, en el nuevo plató de Antena 3 Noticias, Gloria Lomana hará lo propio con Rodríguez Zapatero. Dos son los entrevistados y dos los únicos puntos de interés informativo: ver en qué grado de ebullición se encuentra la soberbia de González y conocer el alcance de la depresión pre mortem de Zapatero. ¿Fascinante verdad?

Las comparaciones siempre son odiosas, pero si se hacen entre González y Zapatero, más. En cualquier caso, me temo que a lo largo de estos últimos años hemos tenido tiempo de saber todo lo que necesitamos saber sobre González y Zapatero. ¿Qué tal si utilizamos la televisión para otros menesteres? Los ciudadanos nos merecemos algo más que las bocanadas finales de políticos agotados.

La sociedad, es decir, la televisión, necesita desintoxicarse de políticos. ¡Dejen paso a los ciudadanos con cosas interesantes que decir! Queremos oír otras voces, conocer otras opiniones, recuperar la sinceridad y la credibilidad en la palabra. ¿Quieren saber de qué les estoy hablando? Muy sencillo: lean cada día la contraportada de La Vanguardia. Por esa página maravillosa desfilan personas con cosas fascinantes que contar. Filósofos, horticultores, escritores, veterinarios, empresarios, bailarines, astrofísicos, poetas, arquitectos, monjes tibetanos, ornitólogos, cantautores, psiquiatras, primatólogos, escaladores, psiconautas, ex presidiarios, apicultores, enfermos mentales, neurobiólogos, mimos, espeleólogos, supervivientes, teólogos, historiadores, guerrilleros…

En el mundo hay gente interesantísima que tiene cosas grandiosas que contar. Entonces ¿por qué perdemos el tiempo escuchando una y otra vez a los mismos políticos? Repetitivos, mentirosos, amorales, ambiciosos, egoístas, sin ideas… Los políticos ya nos han dicho todo lo que nos tenían que decir. Hagamos un esfuerzo por escuchar voces sabias, exijamos su presencia en televisión. Ya saben, filósofos, horticultores, escritores, veterinarios, empresarios, bailarines, astrofísicos…

P.D.

Impresentable información (¿) en El País sobre la decisión de TVE de no retransmitir corridas de toros. Firmada por R.G. Gómez, incluye frases tan tendenciosas como la que abre el artículo: “La televisión estatal da otro rejonazo a la tauromaquia”. ¿Otro rejonazo? No conforme con el alarde imaginativo que supone semejante frase, Gómez parece dudar de las intenciones de la televisión pública: “En principio, RTVE justificaba la renuncia a retransmitir este tipo de festejos en su discreta audiencia. Posteriormente, alegó problemas presupuestarios, incompatibles con el alto coste de los derechos. Ahora se escuda en que los espectáculos taurinos se celebran en horario de protección de menores para proclamar que abolirá las corridas de sus parrillas”.

Pues le guste o no a Gómez, resulta que todas esas “razones” son ciertas. Las corridas de toros tienen poca audiencia, los derechos son muy caros y se celebran en horario de protección infantil. TVE, la televisión pública, hace muy bien en no retransmitir tortura de animales.

Un motivo para NO ver la televisión

Caso cerrado.

Autor: Philip Gourevitch.

Editorial: Alfaguara.

Gourevitch ha escrito tres grandes libros, dos de ellos reportajes largos, intensos y emocionantes de esos que todo periodista debería leer con atención: “Queremos informales de que mañana seremos asesinados con nuestras familias” y “La balada de Abu Ghraib” (Debate, ambos). En el primero analiza el genocidio de Ruanda después de entrevistar a cientos de víctimas y verdugos. En el segundo se centra en la guerra de Irak, más concretamente en las torturas realizadas por soldados norteamericanos en las viejas mazmorras de Sadam Husein.

Gourevitch  es un periodista descomunal y un escritor meticuloso y concienzudo. “Caso cerrado” es diferente a los dos trabajos anteriormente citados. Es un reportaje con alma de novela negra basado en la vida criminal de un hombre. Y en las obsesiones del policía que le persigue durante tres décadas.

Documentado de manera minuciosa, escrito de forma brillante, “Caso cerrado” es la historia que a todo periodista le gustaría escribir. Real, corta, directa, genial…

En el canal de televisión en el que usted se emocionó con la victoria de Obama, vibró con el rescate de los mineros chilenos o celebró la entrega del Nobel a Vargas Llosa, hoy se ha podido ver a un hombre tumbado en la cama durmiendo medio desnudo. Pasaban los minutos, el tipo seguía sobando, el plano fijo enseñaba su espalda desnuda, no había sonido… “Marcelo, date la vuelta que te queremos ver”, rezaba en la parte inferior de la imagen el mensaje de un telespectador (1,42 euros). Marcelo es el tipo que duerme en “Gran Hermano 24 horas”, la cadena donde antes usted se informaba con CNN+. Marcelo es, a ver si usted me entiende, el sustituto de Obama, los mineros chilenos o Vargas Llosa.

Según la ficha de Gran Hermano, Marcelo Ciriaco es mucho más que el cacho de carne somnolienta que nos ofrece la fusión entre Telecinco y Cuatro. Romántico y soñador, se depila y sigue varios tratamientos de belleza, por lo que se le considera metrosexual. “Aspirante a escritor y adicto confeso a las cosas bonitas de la vida”, Marcelo se siente, según Telecinco, “con toda la vida por delante”. Y eso que “en su breve pasado guarda un trauma: fue un niño obeso y de ahí que ahora esté muy preocupado por su imagen”. Nadie lo diría, viendo esa masa amorfa e inerte sumergida entre sábanas piojosas…

Ya conocen algo más de Marcelo Ciriaco, un hombre con una enorme responsabilidad: devolver al canal que ocupaba CNN+ el prestigio, la audiencia y la rentabilidad perdida. Puede conseguirlo incluso tostado como un cacahuete: en su primera semana de emisión el canal 24 horas de Gran Hermano ha conseguido la misma audiencia que CNN+ después de once años en antena. Un 0,5% de cuota de pantalla. La misma cifra, pero unos números muchos mejores, puesto que la diferencia de costes entre ambas producciones es descomunal: el sueño de Marcelo, un homínido con ansias de fama, es mucho más barato que enviar a un periodista a cubrir una información o poner en marcha una unidad móvil o simplemente comprar imágenes a una agencia.

Coste cero de GH 24 horas contra 40 millones de euros de pérdidas en tres años de CNN+. Marcelo es un crack. En una semana ha dado la vuelta a la tortilla de la inviabilidad económica, consiguiendo, sin aparente esfuerzo, empanado perdido, aquello que ni Obama, ni los mineros, ni Vargas Llosa lograron. ¿Despertar el interés de los telespectadores? No, ahorrar algo de pasta. Este tipo, cuando se espabile, llegará lejos…

Corren tiempos negros, negrísimos, para el humor español. Por un lado José Luis Moreno, el ventrílocuo-empresario con mayor prestigio de la escena española, ha sido imputado por el juez en el caso “Palma Arena”: un testigo le acusa de sobornar a Matas a cambio de unas adjudicaciones en la televisión balear. ¡Toma Moreno! Por otro lado, Alfredo Pérez Rubalcaba, a quién muchos ya llaman Presidente, ha dicho en una rueda de prensa promocional (descenso de víctimas en accidentes de tráfico) que le encantó la imitación de José Mota en el programa de Nochevieja de TVE. “Lo vi con agrado”, aseguró.

A un político, la imitación de un humorista debería sentarle como un cólico miserere, una hirviente almorrana o una patada en los cojones. Si no le revienta el escroto verse reflejado en una caricatura televisiva (que resalte sus defectos, ignore sus virtudes y se descojone de sus imposturas), mal asunto. Al humorista, si es bueno, le tiene que pasar como al periodista, si es bueno: tiene que ser una ladilla para el poder. ¿Alguien puede imaginar al presidente Johnson o al Papa PabloVI aplaudiendo las gracias de Lenny Bruce?

La imitación que Mota hizo de Rubalcaba era excelente (en lo físico), pero algo blanda y simplista en lo intelectual. Con la que está cayendo, necesitamos humoristas que encuentren motivos más contundentes para reirse del vicepresidente del Gobierno que una coletilla tan inocente como  “Dinero… tie que haberlo”. Pero se trata de TVE, la televisión pública, y de uno de esos programas navideños familiares que tienen categoría de vitalicios.

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P.D.

¡Regalo de reyes! Cuatro buenos discos para bajarse con permiso de los músicos…

Dos EPs de Chris King, un interesantísimo cantautor tejano.

Un sampler del sello Blooshot Records a través de Amazon.

Primer y gran disco de Kent Goolsby, cantante del grupo de Tennessee The Only Sons (también puedes bajarte el último trabajo de la banda).

En “Balada triste de trompeta”, un nuevo clásico de Álex de la Iglesia a la altura de “El día de la bestia”, hay muchos personajes patéticos, pero ninguno tanto como el payaso triste. La tristeza, esa emoción ancestral, ese decaimiento anímico, ese bajón descomunal, esa pena mora (que es martillo de tormento en mi sien a todas horas), puede terminar de hundirnos en la miseria. Le pondré un ejemplo: si una cadena de televisión que se dedica al entretenimiento, como Antena 3, carga con la losa de la tristeza, sin duda sufre una desgracia de proporciones bíblicas. Baja la audiencia, desciende la moral de los trabajadores, encogen los beneficios de los ejecutivos… Depresión. Por eso la nueva campaña de promoción navideña de la televisión de Lara y Carlotti, un video clip basado en la alegría y el despimporre, en principio podría parecer tan necesaria como brillante. Imagínese… Los presentadores de informativos, los mismos que nos amargan la comida con sus crónicas de sucesos y su violencia gratuita, ahora sonríen como novicias y bailan como posesos. El ejecutivo otrora depredador ahora se muestra transigente y simpático. Arguiñano se despatarra. Y esos presentadores insulsos, incapaces de salirse del guión, incluso parecen brillantes y creativos.


Antena 3 se ha gastado un pastón en una promo de tres minutos y medio minutos para quitarse el apodo de “la cadena triste”. Lo cual supone todo un éxito más de Telecinco, la “cadena basura”. Todo comenzó allí, recuerden: los tertulianos de Telecinco fueron los que empezaron a utilizar esa coletilla, “la cadena triste”, para referirse a Antena 3. Y poco a poco, ya se sabe como son de hijaputas las coletillas, en peluquerías, barras de bar y congresos de diputados comenzaron a referirse a Antena 3 como “la cadena triste”.

En un desesperado intento por limpiar su imagen blue y huir del abatimiento, a modo de inyección de euforia, en  Antena 3 se han visto obligados a realizar un vídeo animoso. «¡No somos tristes, somos la mar de divertidos y tronchantes!», querían decir. Pero la verdad es que les ha salido horriblemente… triste. Ya saben, un guión insulso, malos actores sonriendo como payasos yonquis, decadentes números de baile y un olor a naftalina nauseabundo. “En Antena 3 el amarillo no es más que un color”, dicen los pobres. Paolo Vasile se tiene que descojonar cada vez que vea en su despacho esa “Balada triste de televisión” cargada de serotonina caducada. Es la guinda a la campaña de desprestigio organizada por Telecinco.


Pero con eso no le basta. Vasile y sus chicos, insaciables, han olido sangre y quieren terminar con Antena 3 tumbada en el diván de un especialista en depresiones de caballo. Han contraatacado con un anuncio que se aleja de las sutilezas, las coreografías y las versiones disco de la Creedence: “Telecinco, líder indiscutible en 2010. Aunque a algunos no les guste, el dato pone lo que pone, y lo que pone es que tú nos eliges en diversión. Telecinco es la televisión que más gusta con diferencia”. Para cerrar, retuercen el dedo dentro de la herida: “En 2011 deja atrás la tristeza y diviértete con nuestra mejor programación”.

Adoro la navidad ¡tiempo de amor y paz entre los hombres de buena voluntad!

Despedíamos 2010 con el ministro Sebastián haciendo el ridículo al comparar la subida de la luz con el precio de un café. Y con Zapatero en la misma línea diciendo que su cadena de televisión favorita era la fallecida CNN+. “Estoy triste por ello”, dijo, para después sentenciar con una estupidez fuera de lugar: “espero que, en este caso, el cierre no se le atribuya al Gobierno”. Pues vaya por dios, igual sí que tiene algo de culpa. Cuando el Gobierno socialista rediseñó la televisión, no sólo sembró la parrilla de canales infectos de ultraderecha para disimular el nacimiento de La Sexta y compensar a los grupos conservadores. También acabó con el monopolio de los canales de pago que disfrutaba Canal +, permitiendo que su colega Roures abriese Gol TV. Vamos, que el Gobierno de Zapatero no ha cerrado CNN+, pero alguien podría pensar que ha puesto su granito de arena en el hundimiento del grupo PRISA.


En cualquier caso, las inoportunas declaraciones de fin de año de Zapatero y Sebastián deben ser recibidas con optimismo y agradecimiento por la población española. Son mucho más que unas descomunales torpezas. Son el mejor manual para políticos con aspiraciones, un auténtico master para depredadores, arribistas, trepas y futuros líderes. Con sus excesos verbales estos dos patosos profesionales nos han explicado, de la manera más pedagógica y directa posible, que el futuro de la política está en la discreción. Es decir, que para disimular las carencias, camuflar la ineptitud y esconder la torpeza, no hay nada como la discreción. Si hablas, las posibilidades de cagarla se multiplican, ¿verdad? ¡Pues entonces calla, coño!

Miren al bueno de Cascos, el político con rostro de boxeador sonado. Ha hablado, y se ha confirmado como una máquina perfecta de meter la gamba, capaz incluso de cortar la buena racha de un Rajoy… inexistente. Parece evidente que Cascos está más guapo, y es mejor político, cuando el pueblo se ha olvidado de su existencia.

Así las cosas, es fácil llegar a la conclusión de que el  político con mayor futuro es el político invisible. El que jamás se confunde, el que nunca mete la pata, simplemente porque no opina, no interviene, no participa, no arriesga y carece de criterio. Está agazapado, en las sombras, preparando su ascenso a la cumbre. El principal propósito de un político de cara al 2011 debería ser, por tanto, la invisibilidad, ese don del que sólo disfrutan los elegidos. Algunos llevan meses apostando por ello. Llegarán lejos…


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